Cuando quienes sufren de trastorno de pánico no son bien diagnosticados, tienen la sensación de estar “volviéndose locos” por que no entienden el origen de sus síntomas. Especialistas en el tema recomiendan que la sociedad esté informada sobre esta realidad para detectar y tratar ese cuadro en forma oportuna.
(03/05/10 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Se da el caso de muchas personas que visitan en forma frecuente guardias médicas y consultorios externos especializados, suponiendo la presencia de una enfermedad grave, con síntomas como taquicardia, ahogo o temblores, entre otros. Sin embargo, tras realizarse una serie de estudios, los médicos les comunican que no tienen ninguna patología.
“Esta situación suele suceder en personas que sufren trastorno de pánico. Se trata de un cuadro psiquiátrico con manifestaciones físicas y psíquicas, pero cuya etiología no se conoce aún con precisión”, señaló el doctor Francisco Doria Medina, jefe de la Clínica de Ansiedad y Estrés del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). Y agregó: “los síntomas físicos son reales pero los estudios no detectan una enfermedad médica que pueda explicar esa sintomatología. Cuando estos pacientes no son bien diagnosticados, salen del consultorio o del hospital con la sensación de que ‘se están volviendo locas’, pero lo cierto es que padecen de un trastorno que puede ser tratado”.
Los ataques de pánico se caracterizan por la aparición súbita e inesperada de miedo y/o malestar intenso que se acompaña de algunos síntomas como palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo, opresión o malestar en el pecho, náuseas o molestias abdominales, sensación de irrealidad y miedo a perder el control o volverse loco, entre muchos otros.
Según indicó Pablo López, psicólogo de la Clínica de Ansiedad y Estrés de INECO a cargo del programa para ataques de pánico, “la aparición repetida e inesperada de ataques de pánico, el temor ante la aparición de futuras crisis, la preocupación por las consecuencias físicas o mentales de los síntomas de ansiedad, y los cambios en el comportamiento, configuran aquello que llamamos trastorno de pánico.”
Causas del trastorno
De acuerdo con los expertos de INECO, las investigaciones demuestran que existe un importante factor hereditario que suele combinarse con una vulnerabilidad psicológica característica. Ello, más la sumatoria de diversas situaciones estresantes a lo largo de la vida, pueden desencadenar su aparición. “Siento que la mayor parte del día estoy nervioso y eso me va a hacer daño”, es una frase que suelen repetir muchos pacientes que son atendidos, indicaron los especialistas de esa institución.
Desde el punto de vista neurológico, en los trastornos de pánico se presentan factores que sobreactivan ciertas áreas cerebrales encargadas del procesar las emociones como la amígdala, el hipocampo y el locus ceruleus. “Durante los ataques de pánico se registra una liberación de noradrenalina en el sistema simpático que se traduce en varias de las manifestaciones físicas y psíquicas de las crisis de pánico”, destaca el doctor Doria Medina y agrega: “Por otra parte, una serie de investigaciones demuestran que numerosos neurotransmisores funcionan inadecuadamente en este cuadro, por ejemplo, además de la noradrenalina, la serotonina y el GABA, entre otros. La serotonina parece modular la respuesta al miedo. Por esta razón, además de la atención psicoterapéutica, resulta clave para el éxito de los tratamientos emplear fármacos que modulen la acción de estos neurotransmisores.”
Según explica Doria Medina, el tratamiento psicofarmacológico comienza por una primera fase aguda de semanas de duración continuando con otra fase de mantenimiento para prevenir recaídas. “Una vez completado este tratamiento, se reduce gradualmente las dosis hasta suspender la medicación una vez superado el trastorno”, indica.
Algunos pacientes que fueron tratados exitosamente con la medicación expresan un gran temor en dejarla, dado que atribuyen a estos medicamentos la propiedad de protegerlos de ataques de pánico más intensos. “Por esa razón, la terapia cognitivo-conductual enseña al paciente estrategias específicas para controlar sus síntomas y no sentirse tan vulnerable ante la aparición de futuras crisis. De hecho, estudios aleatorios y controlados han demostrado la eficacia de la terapia cognitivo-conductual para el pánico tanto en el corto como en el largo plazo”, señala Rafael Kichic, coordinador de la Clínica de Ansiedad y Estrés de INECO.
Teniendo en cuenta que el trastorno de pánico suele generar una fuerte sensación de incapacidad en quienes los padecen, y que además en muchos casos los pacientes evitan las relaciones personales y las situaciones sociales que solían agradarles, los especialistas de INECO subrayan la necesidad de que la sociedad esté informada sobre esta realidad para detectar y tratar ese cuadro en forma oportuna. “No sólo afecta la vida social, sino también la profesional. Los trastornos de pánico suelen ser causa de ausentismo laboral”, afirma Kichic. Y concluye: “Si bien todavía son varios los interrogantes que giran alrededor de este cuadro psiquiátrico, los conocimientos actuales permiten diseñar tratamientos que facilitan la recuperación del paciente. Además del tratamiento farmacológico, la terapia cognitivo-conductual, orientada a la identificación, la comprensión y la modificación de los pensamientos, creencias y comportamientos evitativos que mantienen el trastorno, es clave para lograr buenos resultados.”