Investigadores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE sugieren trazar políticas de Estado que potencien las construcciones en madera, materia prima disponible en la zona, como alternativa de solución para reducir el consumo de energía en la edificación.

(26/8/08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir – Por José Goretta – UNNE) – “La construcción con madera es básicamente otro tipo de construcción, que implica utilizar un material natural y renovable, que requiere un diseño tecnológico detallado y preciso” explicó Guillermo Jacobo, investigador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, dedicado a la investigación de tecnologías y materiales alternativos de construcción.

Jacobo agregó que el sistema ecológico “Bosque-Árbol-Madera” es reconocido por todos los especialistas, como “adecuado y necesario” para beneficio de la especie humana y que

“se busca alcanzar la optimización energética de la edificación como aporte de solución al cambio climático que afecta al planeta”.

Jacobo, junto con otros investigadores de la cátedra “Estructuras II” de Arquitectura vienen investigando la viabilidad de soluciones tecnológicas que minimicen el uso de materiales tradicionales como cemento, aluminio, hormigón y vidrio.

Explicó que se valoriza que estén dadas las condiciones para que en la región se instrumenten políticas oficiales a largo plazo que consideren a la edificación con madera como otro factor de desarrollo regional, pero con soluciones tecnológicas alternativas a las tradicionales. Expresó que de cara al futuro, debe incorporarse el “consumo energético” como “factor de diseño” de las edificaciones, y resaltó que la “madera” como material de construcción es adecuada por su buena capacidad de aislante térmico.

Ahorro de energía

Según diversas estimaciones de corporaciones petroleras internacionales, el consumo de combustibles fósiles crecerá cerca del 35% hasta el año 2025, por lo que se hace necesario depurar las mayores cantidades de emisiones tóxicas volcadas indiscriminadamente a la atmósfera. En ese contexto, la utilización masiva del material de construcción “madera” es beneficioso para la reducción del dióxido de carbono (CO2), pues demanda un menor consumo de energía durante todas las etapas de la edificación: producción del material, comercialización, utilización, mantenimiento y reciclado.

Por lo tanto, se estima que a nivel mundial debería implementarse en el mediano plazo, una política activa de implantación de bosques para producir cerca de 500.000 millones de toneladas de madera, capaces de absorber los niveles actuales de emisiones tóxicas hasta el año 2025.

Asimismo, Jacobo informó que en un futuro próximo en Argentina, deberá incorporarse el “Balance Energético-Ecológico en la Edificación” como instrumento técnico-legal obligatorio en la documentación previa a la ejecución de una obra.

Por otro lado, Jacobo reconoció que “ya están comprobadas las ventajas cualitativas medioambientales que ofrece la madera”. Explicó que la producción, el transporte y la elaboración de un elemento constructivo de “madera” de 1 m3 consume de 8 a 30 KW/h de energía, mientras el material tradicional “hormigón armado” necesita de 150 a 200 KW/h, un material “metálico” consume de 500 a 600 KW/h, y en el caso extremo del “aluminio” se verifica un consumo de 800 KW/h de energía por metro cúbico.

Según Jacobo, producir madera para la construcción produce un beneficio económico al requerirse menor cantidad de energía. Además, al tener mayor capacidad de aislación

térmica, una vez en servicio en la edificación, también genera una reducción importante del consumo energético durante el uso de la vivienda.

Más económica y reciclable

En los análisis realizados por los investigadores de la UNNE para verificar el consumo energético en la edificación de la zona, se ha comprobado tanto en edificios en altura como en viviendas sociales, que es posible reducir el consumo energético de las mismas, si se considera el problema calórico desde la etapa de diseño.

Junto con otros investigadores y colaboradores como Herminia Alías, Arturo Busso, Noemí Sogari, Virginia Gallipolitti y Laura Bouet, mediante la aplicación de programas informáticos, se ha podido analizar la “perfomance energética” de la edificación regional. Así, se estudiaron diferentes alternativas tecnológicas para materializar soluciones constructivas efectivas. “Cuando se incorporaron elementos constructivos en madera, los resultados obtenidos fueron muy alentadores”, señaló.

Jacobo también agregó que la madera tiene un mejor comportamiento ante el fuego en caso de incendio, no se deforma como el metal ni colapsa como el hormigón armado, y permite ser reparada. El mantenimiento es más económico y es altamente reciclable.

“La madera regional es un hecho tangible como herramienta institucional con altas potencialidades para reducir el déficit habitacional y dotar de calidad de vida a los espacios interiores” indicó Jacobo. Y agregó: “Por medio de una política de estado, que fomente el uso masivo de ese recurso natural renovable y no contaminante, podría iniciarse un proceso de reversión paulatina de las problemáticas regionales actuales como desocupación, déficit habitacional y desindustrialización, con sentido medioambiental positivo”.

Las políticas de estado a implementar para fomentar las construcciones en madera deben asociar al mercado comercial de la construcción, como factor económico de desarrollo, y exigir más allá de los resultados económicos, una buena calidad técnica del producto. El medioambiente necesita que la industria de la construcción incorpore conceptos ecológicos y de calidad de vida en la edificación.

Por otra parte, Jacobo sostuvo que “hay que revertir la idea popular, muy instalada en la Argentina, de la ‘casa de material’ referida a la tecnología tradicional del ladrillo o bloque, como de primera calidad, y la ‘de madera’, como si esta no fuera también un material de construcción con buenas ventajas comparativas”. Al respecto, recordó que muchos sistemas constructivos, que posibilitan el bajo consumo energético, fueron desarrollados inicialmente entre 1973 y 1974. “Bajo el lema de ‘ahorrar energía’ fueron la respuesta a la primera crisis energética internacional en los países desarrollados, que permitió el desarrollo de la ‘arquitectura bioclimática’ basada en la madera, que actualmente se denomina de ‘bajo consumo energético’”, concluyó.