El Instituto Leloir tendrá su propia incubadora de empresas. A través de su brazo tecnológico, Inis Biotech, el proyecto –que tiene por fin facilitar la transferencia a la sociedad de los conocimientos científicos alcanzados en el país– impulsará el desarrollo de empresas biotecnológicas que generen productos y servicios innovadores. En visita al Instituto Leloir el secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, ingeniero Tulio del Bono, destacó que en la Argentina los principales puntos que deben ser reforzados en relación con las incubadoras de empresas son el estudio de la idea de negocio, la protección de la patente, y la gestión comercial.

(28/8/07 – Agencia CyTA-Instituto leloir. Por Claudia Mazzeo) – La Fundación Instituto Leloir, centro líder en bioquímica y biología celular y molecular, dedicado a la investigación y a la docencia, planea inaugurar en 2008 el Centro para el Desarrollo de Nuevas Empresas de Biotecnología.

La idea será posible en virtud de la labor que lleva a cabo Inis Biotech, oficina de vinculación tecnológica del Instituto Leloir que impulsa la creación de empresas, el licenciamiento de patentes y el desarrollo biotecnológico, a partir de los avances científicos logrados en los laboratorios de ese centro.

El proyecto prevé la instalación y equipamiento de oficinas, laboratorios y espacios comunes en una superficie de 420 m2, distribuidos en dos plantas. El predio se encuentra ubicado en la misma manzana que ocupa el Instituto Leloir, frente al Parque Centenario, vecina a otras instituciones del área de la salud, como los hospitales Naval, Durán y Marie Curie, y empresas farmacéuticas, como Craveri, con las que el Leloir desarrolla proyectos de investigación y desarrollo.

“Esa proximidad facilitará la conformación de un “biocluster” en el centro geográfico de la ciudad, siguiendo la tendencia que vienen marcando otras ciudades importantes del mundo”, dice el licenciado Alberto Díaz, director técnico del proyecto y gerente general de Inis Biotech.

Considerados en el mundo como un nuevo camino para crear empresas competitivas, los “bioclusters” basan su éxito en la unión de tres pilares: las empresas, los hospitales universitarios y los de centros de investigación, bajo la amalgama del Estado.

A poco más de un año de funcionamiento, Inis Biotech ya ha cosechado varios logros. A partir de una patente licenciada por el Instituto Leloir y el CONICET que permitiría nuevas formas de producir vacunas (por ejemplo contra la brucelosis), creó, junto con un grupo de empresarios, Inmunova S.A. empresa dedicada a la salud animal. También gestionó tres nuevas solicitudes de patentes en el país y en el exterior basadas en hallazgos de investigadores del Leloir, y logró su integración en un consorcio tecnológico en Chile formado por universidades y empresas. Uno de los proyectos en marcha del consorcio en el campo oncológico está basado en una patente del Instituto.

¿Qué es una incubadora de empresas?

Las incubadoras de empresas son consideradas una pieza clave del desarrollo económico, ya que apuntan a producir negocios exitosos que resulten viables y autónomos desde el punto de vista financiero, tras un tiempo acotado de incubación o desarrollo.

Tienen por objeto proveer las condiciones aduadas para que los emprendedores que se radiquen en ese espacio físico puedan llevar a cabo de manera exitosa la creación de una nueva empresa. De ese modo, la incubadora brinda el lugar físico y el tiempo necesario para que el germen de una idea pueda crecer hasta convertirse en un producto comercializable, facilitando además todas las herramientas de gerenciamiento para que esa idea se constituya en un buen negocio.

“Los textos de innovación clásicos dicen que suelen transcurrir entre 5 y 10 años para que un proyecto que recién se inicia pueda generar rentabilidad”, señala el ingeniero Del Bono, en su recorrida por las instalaciones del Instituto Leloir.

“De 100 ideas que se ponen en marcha, el 80% se traduce en desarrollos concretos, pero sólo el 16% de ese porcentaje alcanza el éxito comercial”, afirma Del Bono, tras recordar que el concepto de incubadoras de empresas fue impulsado inicialmente en el país por el ingeniero Oscar Tángelson, actual vice ministro de Economía de la Nación”.

“Para sostener ese porcentaje es necesario trabajar muy cerca del sector privado, que finalmente va a comprar o no la idea”, dijo Del Bono, relacionando ese tema con la aparición en el país de capitales de riesgo. “Desde la SeCyT estamos trabajando para aumentar los incentivos fiscales destinados a las empresas que aporten capital de riesgo al desarrollo de estos proyectos”, indicó.

Del Bono destacó asimismo que si bien en la Argentina funciona un buen número de incubadoras (alrededor de 40), la iniciativa ha sido asociada más con el espacio inmobiliario (la disponibilidad de un espacio para que las empresas se armen) que con la posibilidad de alcanzar el éxito comercial.

“Se trata de un serio error. Lo más importante de una incubadora se encuentra en el estudio de la idea de negocio, la protección de la patente, y la contribución que haga para poder sortear las dificultades comerciales”, dice Del Bono, tras recordar que la exitosa Hewlett-Packard fue creada en un galpón.

Al referirse al proyecto de la incubadora de empresas del Instituto Leloir, el ingeniero Del Bono expresó: “Nos parece brillante la idea y creemos que hay que apoyarla. El Instituto garantiza no sólo la solidez académica, sino también la posibilidad administrativa de llevar adelante un proyecto de esta naturaleza”, opinó.

La comitiva oficial estuvo también integrada por el ingeniero Oscar Galante, director de Programas y Proyectos Especiales, el licenciado Elvio Alberione, coordinador de Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos, el doctor Daniel Gollán y la licenciada Ana Palazzesi, coordinador y subcoordinadora del Programa de Salud.

En el Instituto Leloir hay 22 grupos de investigación que trabajan en áreas como la neurobiología, la función y diferenciación celular, la terapia génica, la biología estructural, la oncología, la virología y la biología vegetal. Con un presupuesto anual de más de 4,5 millones de dólares –al que contribuye en gran parte el sector privado– el centro está a punto de cumplir 60 años de existencia.

El aniversario llega en un momento de pleno crecimiento. Se están formado tres nuevos grupos de investigación (uno de ellos significa la repatriación desde los Estados Unidos de un científico argentino) y se iniciaron las obras que permitirán la construcción de un edificio anexo.

Sobre el final de la visita al centro de investigación, el doctor Daniel Gollán expresó: “Leloir es un símbolo en la Argentina y poder contribuir desde la Secretaría a la formación de una incubadora tecnológica en el Instituto Leloir, referente en investigación básica, tiene como valor agregado el mensaje claro de para qué sirve en el país la ciencia y la tecnología”.