Investigadores del INTA, en colaboración con un observatorio holandés, presentaron un método de diagnóstico para evaluar el estado de los suelos de la Pampa Arenosa, que oscilan históricamente entre el anegamiento y la sequía. La nueva herramienta sirve para generar mapas de ambientes y evaluar sus posibilidades de recuperación.

(29/8/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Los suelos de la Pampa Arenosa o Interior, que abarca un arco de 7 millones de hectáreas desde la cuenca del Río Salado, hasta las provincias de La Pampa, Córdoba y Santa Fe, contarán ahora con una nueva herramienta para diagnosticar viejos males.

La novedosa metodología, desarrollada por especialistas argentinos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de un instituto científico internacional con sede en Holanda, integra tareas de observación, técnicas de análisis SIG (Sistemas de Información Geográfica), e interpretación de imágenes satelitales y fotos aéreas, con el objetivo de generar mapas temáticos de ambientes.

El mapeo permite identificar las superficies altas, intermedias, anegables y sumergidas de la región, que incluye distritos como Carlos Tejedor, Pehuajó y General Villegas, históricamente sometidos a sucesivos períodos de inundaciones y sequías, con fuertes daños para la producción agropecuaria.

El método ya está siendo aplicado en el diseño de obras agrohidrológicas para un predio privado de General Villegas, en el noroeste bonaerense, donde las lluvias del último otoño volvieron a agravar la situación en los planos bajos y tendidos anegables.

Décadas de vaivén

“En la Pampa Arenosa, el aumento en los valores de precipitación y la consecuente elevación de los niveles freáticos que se observa desde inicios de los 70 redujo la capacidad de almacenamiento de los suelos, generando procesos de anegamiento y salinización en amplias superficies productivas de la región”, comentan los argentinos Francisco Damiano, Gabriel Parodi y Sebastián Ludueña, padres del instrumento de diagnóstico, en un trabajo publicado en el número 451 de la revista INTA Informa.

A lo largo de las últimas décadas, debido a la mayor disponibilidad de agua, se produjo un cambio en el modo de explotación de los campos de la zona, que pasaron del sistema de invernada basado en pasturas de alfalfa, a otro de cultivos en siembra directa, como soja y maíz.

Preocupado por el problema, el ingeniero Damiano, coordinador del área de Modelización físico-biológica del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, trabajó junto con el ingeniero Parodi (ex investigador del INTA) y el licenciado Ludueña (su tesista de posgrado), ambos del International Institute for Geo-Information Science and Earth Observation de Holanda, en el desarrollo de una herramienta que sirva para el manejo de esos ambientes.

Dime qué suelo tienes…

Los investigadores proponen un procedimiento basado en el estudio de la relación “relieve-suelo-planta”. Esto quiere decir que la susceptibilidad de anegamiento está vinculada con el nivel de altura, el perfil físico-químico del suelo y la presencia de determinadas especies vegetales.

A través del tratamiento digital de las imágenes satelitales, el equipo obtuvo mapas de las condiciones vegetales y ambientales en circunstancias normales y de “estrés hídrico”. Los resultados se volcaron en una tabla para generar los mapas de susceptibilidad, que permiten identificar distintas áreas y asignarles un puntaje según la gravedad del problema y las posibilidades de recuperación o drenaje.

El equipo aclara que la susceptibilidad de anegamiento no sólo tiene que ver con características naturales de cada área (topografía, nivel freático, tipo de suelo y vegetación), sino también con el papel del hombre y su responsabilidad en el uso y manejo del ambiente.

“Esperamos que esta metodología ayude a identificar los ambientes por grado de susceptibilidad al estrés hídrico y que permita aumentar el área en producción agropecuaria con mínimo riesgo climático y empresarial”, concluye Damiano.

RECUADRO:

CÓMO SON LOS MAPAS TEMÁTICOS

Los mapas presentan cuatro tipos de áreas:

PLANOS ALTOS (en verde): son las superficies más elevadas, con suelos bien drenados y cultivos en estado óptimo.

TENDIDOS (en amarillo): superficies intermedias, cuyos suelos se saturan si se producen lluvias intensas, pero se recuperan en períodos secos, y rotan cultivos anuales con pasturas permanentes. Pueden requerir alguna práctica de recuperación y drenaje.

BAJOS ANEGABLES (en celeste): funcionan como áreas de expansión de lagunas y cubetas, con vegetación adaptada al anegamiento y la salinidad. Necesitan drenaje.

CUBETAS (en azul): son las áreas que están casi siempre sumergidas y soportan vegetación hidromórfica y palustre. Son suelos muy salinos, extremadamente susceptibles al anegamiento. Sólo resultan aptas para represamiento.