(29/8/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo)-. Viviana Bernath es Doctora en Biología de la UBA y especialista en Genética Humana de la Sociedad Argentina de Genética. A los 45 años de edad es también vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Genética Forense y miembro de varias asociaciones internacionales de genética. Dirige un laboratorio de diagnóstico por ADN en la ciudad de Buenos Aires.

Existen ocasiones en los que la identificación de una persona sólo puede resolverse con un estudio de ADN. En entrevista con la Agencia CyTA, Bernath cuenta cómo comenzó a trabajar en este campo, explica con sencillez qué es el ADN, y la historia de las técnicas que hoy sirven para analizarlo. Recientemente publicó “La identidad. Historias reales del ADN” una selección de casos de la vida real donde el material genético es el protagonista.

-¿Cómo surgió su interés por la biología molecular?

-Estaba cursando en una secundaria bastante amplia, y no sabía qué carrera seguir. Me gustaba la arquitectura, y de repente fue como mágico: un profesor nos empezó a hablar de genética. Era una persona muy especial, tenía una imagen media grotesca, media cómica. De repente me dije, “me gusta esto”. Entonces me pregunté dónde estudiar genética, cómo, qué hacer, si seguir bioquímica o biología, medicina. Hice una orientación vocacional. Y empecé a hacer entrevistas con personas que comenzaban a dedicarse a este campo. Finalmente decidí estudiar biología en la UBA.

-¿Y cuándo comenzó a trabajar en el campo del ADN?

-En el último año de la carrera de biología en la UBA, tenía la opción de elegir un trabajo de seminario o cursar una materia más. Reconozco que soy inquieta, siempre busco algo más. En ese momento, decidí hacer un seminario, que en entonces no era tan fácil en biología molecular. Alberto Kornblihtt recién había llegado de Inglaterra, en el 86. Y empecé a trabajar en su laboratorio, para hacer mi tesis de licenciatura.

-¿Qué pasó cuando terminó la carrera?

-En ese entonces mi novio, quien hoy es mi marido, se iba a hacer un doctorado a Standford. Así que decidimos irnos los dos. Él estaba haciendo un máster en Israel, yo lo fui a buscar. Pero mi mamá se enfermó, y luego falleció. Son esas cosas que te cambian el rumbo de la vida. Yo tenía 25 años. Volvimos, y al final hicimos el doctorado los dos acá. Estuvo bien, la vida es así.

-¿Regresaste al laboratorio de Kornblihtt?

-Sí, Alberto me volvió a tomar para hacer el doctorado con él en el Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI). Yo soy su segunda doctoranda. La verdad que el trabajo que hacía en investigación básica era como jugar en el laboratorio. No tenía tantos apremios económicos, no tenía hijos, y tenía un apoyo familiar. Es como que vivís en otro mundo. Estuve cinco años con una beca del Conicet haciendo el doctorado.

-¿Hace 15 años era todo mucho más artesanal, no?

-Sí, súper artesanal, no existía aún el PCR, preparábamos los medios, lavábamos los frascos, aprendí mucho, me dio muchas herramientas. Y cuando terminamos los doctorados, con mi marido ya no nos queríamos ir a vivir afuera. Quedé embarazada de mi primer hijo en esa época. Y decidí que como no había laboratorios de diagnóstico de ADN, me parecía interesante incursionar en ese campo. No tenía ganas de seguir en investigación básica.

-¿Por qué no quiso dedicarse sólo a la investigación básica?

-No me atraía tanto, me gustaba más lo aplicado. Y no me arrepiento. Además en ese momento el campo del diagnóstico genético era algo nuevo. Y empecé a trabajar con quien hoy es mi socia, Mariana Herrera, en un un laboratorio de diagnóstico de enfermedades genéticas por biología molecular.

Historias de ADN

-¿Por qué no menciona el campo de las enfermedades genéticas en su libro?

-Me pareció que no se puede abarcar todo. Y quería hablar del tema de la identidad, que particularmente me interesa mucho.

-El análisis genético tiene diferentes aplicaciones o fines, ¿podrías mencionarlos?

-Encontrar mutaciones responsables de enfermedades, pero de las cuales uno ya conoce la enfermedad que está buscando. No se busca al azar, sino que son personas con antecedentes familiares. También se utiliza para confirmar un diagnóstico clínico, o detectar si algún familiar es portador de una enfermedad. Aparte, están los estudios de riesgo, que son análisis de predisposición a desarrollar, por ejemplo diabetes, o cuadros cardiovasculares.

-¿Estos exámenes de riesgo también se hacen en la Argentina?

-Sí. Y después tenemos los estudios de filiación, que no lllamo análisis genéticos, sino que son los estudios donde el ADN es la herramienta para determinar la identificación de una persona. Se los llama “estudios de ADN para identificación de personas”.

-Es impresionante lo que cuenta en su libro acerca de la historia de las técnicas para estudiar el ADN. Por ejemplo, cómo se resolvió el primer caso de un violador gracias a un estudio de ADN tan sólo unos 15 años atrás. ¿Qué caso la sorprendió más en la experiencia de su laboratorio?

-Hay muchos casos interesantes que incluí en mi libro. Uno de los más apasionantes es el de una pareja de novios que luego se enteran que eran padre e hija. También me parece muy fuerte el caso de una chica que tenía leucemia y cuando se fue a hacer estudios de histocompatibilidad para la donación de médula, se enteró que su padre no era su padre biológico.

-Se llevan muchas sorpresas…

-Sí, los casos que recién mencioné me sorprendieron desde lo extraño, pero no me dejan de sorprender los casos más simples, donde por ejemplo los padres se separan. En el libro menciono un caso en el cual el padre desconfía de ser el padre de sus hijas. Me impresionan porque evidencia la locura de la gente, cómo hoy el estudio de ADN se usa a veces de manera indiscriminada. Estos casos me sorprenden mucho. Me cuesta creer que sucedan.

-¿Tuvo que pedir el consentimiento de los protagonistas de estas historias para publicarlas en su libro?

-No, porque todos los casos, con excepción de los hijos de desaparecidos, están totalmente cambiados. Son reales, porque son de la vida cotidiana, son casos que ocurrieron, pero están alterados los nombres y las situaciones específicas.

Identidad

-¿Por qué le interesa tanto el tema de la identidad?

-La idea es abrir la discusión, ya que la identidad va más allá de lo biológico, tiene que ver con la historia, con los afectos, con la vida. Me parece que eso es algo que busqué remarcar porque hoy en día hay mucha confusión, y pareciera que todo se determina con el ADN y la identidad biológica. La identidad va más allá del ADN, y creo que mi objetivo fue humanizar un poco las “ciencias duras”.

-¿En qué sentido hay que humanizarlas?

-En un mundo donde todo se está saliendo del campo humanista, creo que hay que recuperarlo. Es interesante poder ver qué significa realmente determinar la identidad biológica de una persona. Si con esto determinás todo, o si estás determinando algo más de lo que finalmente va a constituir la verdadera identidad de un sujeto.

-En muchos de los casos que relata en su libro, las personas que se hicieron un estudio de ADN está esperando los resultados como si fueran totalmente determinantes.

-Exactamente eso es lo que pasa: la gente toma el ADN de un modo determinista, y yo creo que es algo más. Si hay alguien que es adoptado y tuvo una vida afectivamente coherente, ¿es tan importante conocer las raíces? ¿O en realidad hay otro conflicto que está viviendo y por eso quiere descubrir cuáles son sus raíces biológicas? Yo no tengo las respuestas, creo que es un debate que se abre y es interesante empezar a plantearlo. Son pocos los científicos que tratan de correlacionar las humanidades con la ciencia, y me parece que es importante empezar a trabajar de forma interdisciplinaria para averiguar cuál es el verdadero sentido de la identidad biológica.

-Es una pregunta que queda abierta…

-Sí, yo no soy nadie para responderla, puedo emitir una opinión personal, pero no pasa de ser sólo eso.

-Además de las historias, en su libro entrelaza cuestiones más técnicas, explicadas de una forma muy sencilla, como por ejemplo qué es el ADN.

-Siempre me encantó preparar charlas, me puedo quedar horas preparando transparencias y pensando cuál es el modo más didáctico para explicarle a la gente qué es, por ejemplo, una ley de Mendel. Me encanta pensar cómo bajar un concepto complicado a la realidad.

-A manera de cierre, ¿podría contar qué se viene en el campo de la genética en los próximos años?

-Con respecto a los estudios de ADN en general, las técnicas son cada vez más rápidas y baratas; y los aparatos más eficientes. Pero el gran salto de la genética aplicada es la farmacogenética, un tema para hablar en sí mismo. ¿De qué se trata? La meta es encontrar la medicina más adecuada para cada persona, y para cada enfermedad. Esto es lo más cercano que se viene en el mundo, no tal vez en 15 años, sino que en 3, 4 o 5 años.