El pez elefante eléctrico, que vive en cuerpos de agua dulce de África tropical y el Nilo, identifica el volumen, material y forma de los objetos en plena oscuridad. Lo hace a través de receptores de su piel que registran cambios en el campo magnético a su alrededor, generado por un órgano situado en la cola. El hallazgo es resultado de un experimento realizado en la Universidad de Bonn, Alemania. En Argentina, hay especies de peces análogas.

(3/9/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – La evolución de las especies animales a lo largo de millones de años ha dado lugar a sofisticados sistemas sensoriales. Por ejemplo, los seres humanos pueden identificar objetos con la visión y los murciélagos ubican y cazan a su presa en la oscuridad de la noche gracias a la información que entra por sus oídos al captar el eco generado por el rebote de sonidos de alta frecuencia que ellos mismos emiten.

En el reino animal, la diversidad es tal que, así como algunos seres vivos ven con los ojos y otros con “los oídos”, algunos logran hacerlo con “la piel”. Tal es el caso del pez elefante eléctrico de África Gnathonemus petersii que cuenta con un sistema de electrolocalización.

Estos peces poseen una relación masa cerebral/corporal comparable a la de los humanos y un sistema que consiste en un órgano eléctrico ubicado en la cola que genera un campo eléctrico a su alrededor que puede ser perturbado por la presencia de objetos en el entorno. Estas perturbaciones son registradas por receptores de la piel cuya información genera una ‘imagen eléctrica’.

Mediante ese sistema los peces elefante eléctricos pueden identificar el volumen, el material y la forma de objetos en plena oscuridad, según revela un estudio publicado en la prestigiosa revista científica The Journal of Experimental Biology.

Los autores del estudio, Gerhard von der Ende y Stephen Fez, del Instituto de Zoología de la Universidad de Bonn, realizaron experimentos que demostraron que estos peces pueden reconstruir imágenes tridimensionales a partir de las señales eléctricas.

Ver en la oscuridad

Los experimentos con los peces elefante eléctricos, se desarrollaron en acuarios especiales sin luz y con acceso a dos puertitas que comunicaban con dos compartimientos más pequeños en cuyo interior se colocaron pares de objetos de diferentes características.

“El entrenamiento consistió en abrir las puertas simultáneamente, de manera que los peces elefante pudieran nadar libremente hacia los objetos examinándolos con su órgano eléctrico. Se los recompensó suministrando una larva de mosquita cuando el pez eligió un determinado objeto nadando hacia el interior del compartimiento”, explica Francisco Firpo Lacoste, biólogo de la División Ictiología del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.

Luego de repetir este procedimiento durante un promedio de 15 días, se comprobó que el objeto asociado a la recompensa era elegido el 75 por ciento de las veces; así von der Emde y Fetz consideraron que los peces habían aprendido a reconocer el objeto y estaban preparados para continuar con la investigación.

Durante las pruebas siguientes se registró la respuesta de los peces elefante cuando se les ofrecían distintos pares de objetos. En total se utilizaron 10 objetos combinados de a pares de formas distintas, como pirámides, cubos, conos y letras, entre otros, y se incluyeron también variantes compuestas por distintos materiales: macizos de plástico, metal o gelatina y réplicas huecas construidas con aristas de cobre.

Los resultados mostraron que lejos de simplemente detectar la presencia de objetos en su entorno, el pez elefante eléctrico puede percibir distintos atributos de los objetos como su volumen, tamaño, forma tridimensional, contorno y el material del que están hechos. Incluso cuando se los confrontó con combinaciones desconocidas, los peces sopesaron las propiedades positivas y negativas de esos objetos novedosos y basaron su decisión en el resultado de esta comparación.

“Por ejemplo, este sistema de electrolocalización detecta con mucha intensidad los objetos metálicos debido a su conductividad. Estos objetos no forman parte del entorno natural de estos peces, por lo que sus sentidos lo perciben como una fuente extremadamente brillante desconocida para ellos y por lo tanto la evitan”, explica Firpo y continua: “De esta manera, los peces elefante eléctricos pueden estar utilizando estos atributos para discriminar distintos objetos de su hábitat, incluso cuando reina una absoluta oscuridad, y recordar esa experiencia”.

Para el biólogo lo más interesante de los experimentos es que cuando se les ofreció objetos incompletos, los peces elefante eléctricos pudieron reconocer el objeto original, algo similar a lo que pueden hacer visualmente los humanos y otros primates, gatos o lechuzas cuando observan ‘figuras ilusorias’.

En Argentina

Los órganos eléctricos que poseen los peces elefante africanos, son análogos a los de otros peces que habitan exclusivamente los ríos de América del Sur, aunque las especies de ambos continentes no están emparentadas.

Un ejemplo del grupo de peces cuchillo sudamericano es la anguila eléctrica del Amazonas. “Son de hábitos nocturnos, en algunas especies solitarias las descargas del órgano eléctrico forman un repertorio de señales durante el cortejo, mientras que en otras especies la actividad eléctrica contribuye a mantener unido el cardumen”, señala el experto.

Este grupo de peces, que ejemplifica el valor de la biodiversidad de los peces de que se pueden encontrar en Sudamérica, tiene representantes en Argentina que habitan los ríos de la cuenca del Plata, donde se conocen localmente como ‘morenita’. “Actualmente la situación de estos peces es preocupante, dado que están siendo objeto de una sobre-extracción para su venta como ‘carnada viva’, principalmente durante las actividades de la pesca deportiva del dorado que se desarrollan en el litoral”, concluye Firpo.