El uso de amianto fue prohibido en la Argentina en 2000. Sin embargo, la falta de control ha demorado la instrumentación de los cambios necesarios para reemplazar su uso. Ahora, el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) está relevando construcciones para detectar su presencia y a su vez, ofrecer alternativas de soluciones viables.

(14/07/08 – Agencia CyTA- Instituto Leloir. Por Cristina Gozzi) – “¿Seguimos usando amianto?” es el título con el que el especialista argentino en medio ambiente Antonio Elio Brailovsky se refería al incumplimiento de la ley que prohíbe su uso en el sitio www.portaldelmedioambiente.com del 23 de junio pasado.

“Vivimos en sociedades en las cuales parece creerse que las leyes ambientales son de cumplimiento optativo”, afirmaba. Y aseguraba que el asbesto o amianto es “uno de los materiales para los cuales la relación beneficio/riesgo es más desfavorable, lo que ha llevado a prohibirlo en muchos países, entre ellos, la Argentina”. En efecto, la producción, importación, comercialización y uso de fibras de asbesto fue prohibido en la Argentina en el ámbito nacional a través de la Resoluciones Nº 845/00 y Nº 823/01 del Ministerio de Salud de la Nación, y la Ley 1820/05 del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Partículas peligrosas

“Debido a su tamaño microscópico, la partícula de amianto no se ve, no se oye, no se toca, no se huele, no tiene gusto, es decir, es imperceptible. Entra al cuerpo humano principalmente por inhalación y puede causar graves enfermedades como la asbestosis, cáncer de pulmón y mesoteliomas pleural y peritoneal”, sostiene el Noticiero Tecnológico Semanal emitido por el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) publicado hoy (14 de julio).

Asimismo, el boletín informa que el amianto (palabra de origen latino, amiantus: incorruptible) o asbesto (de origen griego: incombustible) es una fibra mineral natural que por sus características tecnológicas excepcionales, se ha utilizado en múltiples aplicaciones en construcción, industria y productos de gran consumo.

Con el correr del tiempo, los médicos fueron descubriendo los daños producidos en los trabajadores expuestos a su inhalación. El amianto, una vez instalado en el pulmón, es muy difícil de eliminar. La inflamación que produce recibe el nombre de asbestosis. El organismo moviliza su sistema inmunitario y una primera línea de macrófagos contra las partículas de amianto. A pesar de todo, las fibras desencadenan una fibrosis, un espesamiento de los pulmones que se va manifestando poco a poco por una insuficiencia respiratoria y también, por alteraciones genéticas en las células de la pleura y de los pulmones, que pueden causar cáncer.

“Las muertes por amianto se cuentan por miles en todo el mundo y por ese motivo, la tendencia internacional es la prohibición de esta sustancia y su reemplazo por otras de menor riesgo. Sin embargo, el responsable de Salud Laboral y Medio Ambiente de Euzkadi, Jesús Ilarramendi, entrevistado por Brailovsky, declaraba en su nota: “Hay un pacto de silencio. La prohibición europea sobre el amianto no evita que esté presente en nuestra vida y entorno laboral”.

Por eso, concluía Brailovsky: “No hay ninguna razón para quedarse tranquilos una vez que una sustancia peligrosa ha sido formalmente prohibida. La acción ciudadana debe continuar para verificar si esa prohibición se cumple”.

En rigor de verdad, los residuos que contienen fibras y polvos de asbestos son considerados peligrosos, por lo que deben manejarse dando cumplimiento a la Ley Nacional de Residuos Peligrosos 24.051 – Decreto 831 y Ley 2.214 (Anexo I) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en todos sus aspectos y normas de higiene y seguridad laboral complementarias.

El INTI releva y asesora

En el citado boletín, se informa que el área Construcciones, a través de la Unidad Técnica Albañilería, Rocas y Techos, está relevando edificios, hospitales e industrias para detectar la presencia de minerales de amianto.

Ya ha visitado 30 sitios, donde ha realizado más de 100 muestreos “in situ” para su análisis, con el fin de detectar minerales de amianto. El 15 por ciento de dicha muestras arrojó un saldo positivo, es decir, contenían asbesto.

De todos modos, la erradicación nunca es abrupta. “La presencia de amianto/asbesto o de materiales que contienen este mineral en una determinada máquina, instalación o edificio, no implica su retiro de forma inmediata y desordenada; es necesario actuar con sumo cuidado, atendiendo principalmente a la posibilidad de liberación de fibras de amianto/asbesto al ambiente”, reza el informe.

Ese retiro debe ser realizado por una empresa especializada a través de un Plan de Retirada de Amianto/Asbesto que puede ser analizado por el INTI antes de su implementación.

Para mayor información, comunicarse con INTI – Construcciones al (5411) 4724-6200/6400 Int. 6478/6484 o con el Lic. Fabio Luna (fluna@inti.gov.ar).

RECUADRO – POR QUÉ SE EXTENDIÓ EL USO DEL AMIANTO

(14/07/08 – Agencia CyTA- Instituto Leloir. C.G.) “El uso masivo del asbesto o amianto es una consecuencia directa de la Revolución Industrial iniciada a mediados del siglo XVIII y la generalización de la máquina de vapor. Por primera vez en la historia, tenemos una civilización basada en el uso masivo del fuego. Las máquinas de vapor reemplazaron a los esclavos en muchas sociedades y la sociedad se mecanizó hasta niveles nunca antes imaginados”, sostenía Brailovsky en la nota publicada en www.portaldelmedioambiente.com del 23 de junio.

Y describía que el espectacular crecimiento de las combustiones en miles y miles de calderas generó incendios masivos como nunca antes había ocurrido. “Para evitar que los fuegos se hicieran incontrolables, se hacía necesario contar con algún material ignífugo, que permitiera disminuir los riesgos generados por esa actividad fabril. El material estaba disponible desde hacía muchos siglos, sólo que antes no era necesario usarlo”, sostenía Brailovsky. Fue la Revolución Industrial la que transformó al amianto en una materia prima esencial.

“El amianto es incombustible, resiste temperaturas muy altas (su punto de fusión es de 1.500 grados centígrados), es inalterable por las bacterias, resiste a la electricidad, no se gasta, es más sólido que el acero y además, es barato”, manifestaba Brailovsky.

El uso del amianto alcanzó su pico máximo de utilización hacia 1970, cuando comenzó a disminuir drásticamente en los países desarrollados, debido a las comprobaciones de sus nefastos efectos sobre la salud de los trabajadores.

No obstante, Brailovsky señala que por la enorme cantidad de usos de esa sustancia en la industria y en la vida cotidiana, el silencio sobre los daños que provoca se mantiene. “Esto no significa que el asbesto sea técnicamente insustituible. Significa que la industria ha buscado muchos cómplices para crear una trama de intereses que haga más difícil su reemplazo”, afirmaba en la nota.