Para escrutar el interior de las células, investigadores estadounidenses acaban de desarrollar pipetas de carbono más finas que un cabello. Según sus creadores, dado su pequeño tamaño, serían menos invasivas que las actuales hechas de vidrio.

(22/04/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – Investigadores estadounidenses crearon unas pipetas miles de veces más finas que un pelo, útiles para inyectar fluidos en el interior de las células, entre otros empleos. Tienen un diámetro de unos pocos nanómetros, una escala de medida cuya unidad equivale a la mil millonésima parte de un metro.

Las nanopipetas, creadas en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, están hechas de carbono. Son lo suficientemente sólidas para no romperse y pueden penetrar en el interior de las células, sin causar daños. Los detalles del invento, creado por un equipo de científicos liderados por el doctor Michael G. Schrlau, figuran en una reciente edición de la revista científica Nanotechnology.

Sobre este desarrollo tecnológico, el doctor Pablo Gurman, investigador del área terapéutica para sistemas bioelectromecánicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) afirma: “cabe comparar la diferencia de tamaño entre las micropipetas de vidrio que se emplean actualmente y estas de nanotubos de carbono. Estamos hablando de tres ordenes de magnitud más pequeñas, lo que representa menor daño al interactuar con la célula, mayor sensibilidad para detectar distinto tipo de señales dentro de la célula o registrar cambios eléctricos en la membrana celular”.

Para el científico, sería una ventaja utilizar varias nanopipetas en forma simultánea para detectar “diferentes señales en una misma célula. Sería posible captar un montón de señales e integrar esa información al mismo tiempo, algo de mucho interés para la Biología de Sistemas”.

También pueden servir para estudiar las señales eléctricas presentes en las células. “Este tipo de mediciones permiten estudiar los canales iónicos de la membrana celular que tienen participación en la causa de algunas enfermedades como la epilepsia o algunas patologías cardiovasculares de origen genético”, señala Gurman. Y agrega: “Los canales iónicos son proteínas que controlan el paso de moléculas cargadas eléctricamente a través de la membrana celular y que posibilitan la transmisión de los impulsos nerviosos. Por ejemplo: el corazón se contrae por un fenómeno electromecánico causado por impulsos eléctricos”.

De acuerdo con Gurman, algunas investigaciones sobre el mal de Chagas también estudian el comportamiento de determinados canales iónicos de membrana. “Esas nanopipetas también podrían ser útiles para poder investigar el efecto de una sustancia en una región determinada de la célula en estudios “in vitro”, acota el experto.

Gurman imagina una aplicación médica futura:“Una posibilidad sería acoplar este sistema de nanopipetas -conectadas a determinadas células blanco (como células tumorales)- a un transportador que viaje por el cuerpo para incorporar una droga o un gen terapéutico, capaz de destruir los tumores, célula por célula, sin dañar el tejido sano, algo que no puede hacer la quimioterapia”. Si bien para eso todavía falta avanzar, lo cierto es que las nanopipetas ya son una realidad.