Emblema de los bosques patagónicos, las poblaciones del cérvido más austral del mundo están amenazadas por la cacería histórica excesiva y las actividades agrícolas y urbanas. El primer centro de cría y reintroducción del huemul del país, ubicado en Chubut, promueve su cuidado y protección, pero requiere donaciones para su funcionamiento.

(Agencia CyTA- Leloir).- Igual que el yaguareté, aunque quizás con menos prensa, el huemul o ciervo patagónico es considerado Monumento Natural Nacional, máxima categoría de protección en el país para una especie o un lugar. Ocurre que la sobrecacería histórica y la modificación de su entorno debido a las actividades humanas agrícolas y urbanas  obligaron a estos animales que solían tener costumbres migratorias a recluirse exclusivamente en la alta montaña, lo que modificó sus prácticas alimentarias, sus tasas de reproducción y perjudicó su salud. Así, se estima que hoy quedan en la Argentina entre 350 y 500 huemules, distribuidos de manera fragmentada en unos 60 grupos a lo largo de los Andes.

Con el objetivo de investigar a este ciervo emblemático de la Patagonia, pero sobre todo para tratar de preservar y recuperar su población, un grupo de investigadores suizos liderados por el doctor en Biología Werner Flueck, nacionalizado argentino e investigador del CONICET, avanza con la creación del primer centro de cría y reintroducción del huemul en el país. Lo hace de la mano del municipio chubutense de Alto Río Senguer, donde desde 2012 funciona la reserva natural Parque Protegido Shoonem (Shoonem es el nombre con el que los nativos tehuelches llamaban al ciervo de la Patagonia).

Gracias a una donación de la Fundación Erlenmeyer, de Suiza, Flueck y sus colegas completaron la construcción de la estación de recría, ubicada en unas 100 hectáreas de campo natural cercado con alambrados especiales. “Con esa donación hemos podido armar la estación y comprar varios equipos, como vehículos, un bote, la casa tráiler, entre otras cosas. Pero para asegurar la operación por varios años necesitamos más apoyo. Estimo que para cubrir su funcionamiento básico necesitaremos unos 25 mil dólares anuales”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir Flueck, quien  añadió que para poder recibir financiamiento, incluso del extranjero, establecieron la Fundación Shoonen (aquí más información sobre cómo donar).

A nivel mundial sólo existe el “Centro de Conservación del Huemul Huilo Huilo”, en Chile. “Una de nuestras metas es que la estación Shoonen también nos permita avanzar con estudios científicos”, agregó el investigador. Y graficó: “Una vez que lleguen los animales a la estación tendríamos por primera vez la oportunidad de hacer ciertos estudios importantes respecto a temas de salud. Los relevamientos que hemos hecho en la zona desde 1993 han revelado que muchos huemules están enfermos, con problemas estructurales en los esqueletos y en sus dentaduras, lo que hace que les sea difícil alimentarse y entonces mueren jóvenes”.

La estación se terminó de construir hace poco y el plan es aprovechar este invierno para capturar algunos ejemplares afectados y poder llevarlos allí para curarlos y rehabilitarlos.

Cambio de hábitos forzados

Si bien se creía que el huemul (Hippocamelus bisulcus) era una especie exclusivamente de la alta montaña, acostumbrada a vivir en ambientes rocosos con fuertes pendientes, un estudio liderado por Flueck y publicado días atrás en la revista Conservation puso en crisis esa idea. Los investigadores concluyeron que en verdad la especie solía tener costumbres migratorias (ciclo cultural de traslado de invernadas a veranadas), pero que las actividades humanas la fueron expulsando de buena parte de su territorio original y terminó en refugios del bosque andino alto para poder sobrevivir. “El huemul es el único cérvido conocido que en lugar de usar las cordilleras montañosas sólo en verano, las habita durante todo el año en reacción a las actividades antropogénicas”, aseguraron en el paper.

Según Flueck, investigador del CONICET en el Parque Nacional “Nahuel Huapi”, que depende de la Administración de Parques Nacionales, al perder sus tradiciones migratorias y el acceso a diversos hábitats como praderas y vegas, se fueron modificando las prácticas alimentarias de los huemules y con el tiempo eso les generó distintos problemas de salud.

Los autores del trabajo confirmaron la tradición migratoria de los huemules en el pasado mediante información arqueológica, por el hallazgo de huesos o astas que los machos pierden durante el invierno; y a partir de la recopilación de registros históricos contenidos en relatos de naturalistas y otros testimonios de viajeros desde 1521 en adelante.

Además, los investigadores colocaron radio collares a seis huemules del Parque Protegido Shoonem, del sector lago La Plata, para estudiar sus movimientos entre 2017 y 2022 y comprobaron que prácticamente no se desplazaron. “La pérdida no es sólo de hábitat sino también de un patrón cultural, ya que las costumbres migratorias no son una cuestión genética: las crías las aprenden de sus madres”, señaló Flueck. Y añadió que en la alta montaña de los Andes la calidad nutricional del forraje es menor al de las zonas de invernadas a las cuales los huemules ahora no acceden.

Si la falta de un comportamiento de migración explica el alto grado de enfermedad ósea y la ausencia de recuperación numérica del huemul, el investigador subrayó en una nota publicada por el CONICET que “parte de la solución sería la reintroducción de la especie a zonas de invernadas usadas históricamente, en donde se logren neutralizar las amenazas antrópicas y ambientales. Con un buen monitoreo se podría comprobar el efecto de esa medida en la salud y en la respuesta poblacional”.

A eso apunta la estación de recría que buscan poner en funcionamiento en el Parque Protegido Shoonem. “Los mamíferos grandes tienen un rol relevante en el funcionamiento de un ecosistema”, enfatizó Flueck. “Si se extingue el huemul sería un fracaso del sistema humano. Perderlo es inexcusable y totalmente prevenible”.

 

Una vista del galpón de manejo de la Estación de Rehabilitación y Recría Shoonem.

Las instalaciones del centro de recría cuentan con un laboratorio para realizar investigaciones.

Werner Flueck junto a “Gauchito”, uno de los huemules a los que les colocaron un collar para monitorearlo. (Foto: JoAnne Smith).