Descriptos como “los astros más sorprendentes del universo”, ni Stephen Hawking ni ningún otro científico que los haya estudiado recibió jamás el codiciado lauro en Estocolmo. Pero la situación podría cambiar dentro de pocas semanas.

 (Agencia CyTA- Fundación Leloir. Por Matías Loewy).- Cuando el próximo martes 8 de octubre la Real Academia de las Ciencias de Suecia anuncie a los ganadores del Nobel de Física, Sheperd “Shep” Doeleman, un astrofísico estadounidense de 52 años, levantará su copa, dirá que se siente muy orgulloso por el galardón y hasta quizás recuerde a Stephen Hawking.

Si todo eso pasa, sería la primera vez que el prestigioso lauro reconozca avances en la comprensión de los agujeros negros: los enigmáticos frutos de la deformación gravitatoria del espacio-tiempo que están en el centro de todas las galaxias y en cuya superficie hasta se detiene el tiempo.

Esa, al menos, es la predicción del doctor Gastón Giribet, integrante del Grupo de Física Teórica de Altas Energías del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quien recordó que Doeleman (del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, en Cambridge) lideró el equipo de más de 300 científicos que en abril de este año presentó la primera fotografía de un agujero negro. O, como precisa Giribet, la de “su silueta recortada sobre el fondo luminoso que lo circunda”.

Hubo algunos premios Nobel que estuvieron “indirectamente” relacionados con los agujeros negros, como el de 2017 que compartieron Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish “por sus decisivas contribuciones al detector LIGO y a la observación de las ondas gravitacionales”.

“Una medición de LIGO de septiembre de 2015 nos confirmó no sólo la existencia de las ondas gravitacionales, sino también la existencia de colisiones de pares de agujeros negros (fenómeno invisible de otra manera) y de agujeros negros de 30 masas solares”, señaló Giribet a la Agencia CyTA-Leloir.

Sin embargo, admitió el investigador superior del CONICET, ningún Nobel de Física fue otorgado de manera específica por avances en el conocimiento de estos astros.

La fascinante imagen de la silueta podría cambiar ese escenario. El trabajo de Doeleman y su equipo del proyecto Event Horizon Telescope (EHT) o Telescopio Horizonte de Sucesos fue una “proeza logística”, afirmó Giribet: una red de ocho radiotelescopios en todo el planeta que funcionaron como si fuera uno, manejando un volumen de datos equivalente a dos veces y media todas las películas filmadas en la historia y cuyo procesamiento tomó dos años.

El agujero negro “observado” es 6.000 millones de veces más masivo que el Sol y se ubica en el centro de la galaxia Messier 87 (M87) a 55 millones de años luz. Y la resolución requerida para visualizarlo fue de 20 microsegundos de arco. “Fue como mirar una manzana en la luna, o un átomo en mi dedo si lo extiendo a un metro”, comparó Giribet.

¿Por qué ahora sí?

Los agujeros negros “son los astros más sorprendentes del universo”, manifestó Giribet. “Son estrellas que en algún momento murieron, y se transformaron en astros tan densos, que la luz no puede escapar de su superficie. Nada puede escapar de ahí. Por eso, estrictamente hablando, todo lo que ocurre en su interior es anecdótico, es casi metafísico, porque está desconectado de lo que ocurre afuera”. El “New York Times” los calificó alguna vez como “la predicción más abominable de la teoría de la relatividad de Einstein”.

Sin embargo, pese a que ningún miembro de la comunidad científica dudaba de la existencia de los agujeros, la imagen obtenida por Doeleman y su equipo es lo “más cercano” a una confirmación directa, apuntó Giribet. Y esa es la principal razón por la cual ahora la Academia Sueca podría decidir dar galardón: existen observaciones que verifican predicciones teóricas. La falta de ese requisito explica, por ejemplo, por qué el argentino Juan Martín Maldacena no es candidato por sus aportes a la teoría de cuerdas; o por qué Stephen Hawking no recibió el Nobel, pese a haber postulado que esos astros emiten radiación (llamada “radiación de Hawking”) que en última instancia hace que desaparezcan.

Como contrapartida, Doeleman y el Telescopio de Horizonte de Eventos recibieron semanas atrás los 3 millones de dólares del Premio Breakthrough en la categoría física fundamental, un galardón creado por el millonario ruso-israelí Yuri Milner y cuya ceremonia tiene una estética más cercana a la de los Oscar. Y, según Giribet, a veces existe “correlación negativa” entre los premios, aun cuando existen un puñado de ejemplos de físicos que obtuvieron ambos.

“Doeleman es mi candidato, aunque quizás por haber ganado el Breakthrough tenga menos chances de ganar un Nobel este año”, dijo Giribet. “Pero esto entra en el fangoso terreno de las conjeturas”.

 

Primer agujero negro.

Shep Doeleman (Crédito: EHT) y Gastón Giribet (Crédito: Exactas UBA)