Un grupo de investigadores de los Estados Unidos desarrolló un método de inspección de los tejidos del cerebro mediante luz infrarroja para detectar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

(28/03/2008 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Alejandro Manrique) – Una técnica óptica fue empleada para examinar muestras de tejidos del cerebro y determinar cuáles provenían de individuos que habían padecido la enfermedad de Alzheimer (EA), la causa más común de demencia senil entre la población de edad avanzada.

La EA es un trastorno neurodegenerativo progresivo con características clínicas y patológicas distintivas. Sus manifestaciones son el deterioro de la memoria, el pensamiento y el comportamiento, así como cambios en la personalidad y alteraciones en la comunicación. Su prevalencia varía del 3 al 15 por ciento de la población y se duplica cada 5 años después de los 65 años.

La nueva técnica, desarrollada por Eugene Hanlon y sus colaboradores en la Escuela de Medicina de Harvard y el Centro Médico Beth de Israel, puede detectar, con anterioridad a los síntomas clínicos, los cambios microscópicos de los tejidos cerebrales que ocurren a medida que sufren alteraciones debido al Alzheimer.

El procedimiento se describe en una nota de la edición del 15 de marzo de la revista Optics Letters, que publica la Sociedad Óptica de los Estados Unidos. Allí mismo se destaca que tendría un enorme potencial en la detección temprana de la enfermedad. “Estamos principalmente interesados en encontrar una forma de diagnosticar y monitorear la enfermedad de Alzheimer”, dijo Hanlon.

La efectividad de la nueva técnica, cuya investigación financiada por el Departamento de Asuntos de Veteranos de los Estados Unidos, la Fundación Nacional de la Ciencia y el Centro de Integración de Medicina y Tecnologías Innovadoras, ya se prueba en el diagnóstico de la enfermedad en pacientes. “Tiene mucho potencial para detectar a tiempo la enfermedad”, agregó Hanlon.

De difícil diagnóstico

Durante muchos años, Hanlon y sus colegas han evaluado la posibilidad de analizar el cerebro con luz infrarroja, que tiene la ventaja de poder penetrar el cráneo y llegar al cerebro sin ocasionar daños. Dentro de la cabeza, parte de la luz infrarroja se separa y distribuye en diferentes regiones. Así, ofrece a los investigadores, pautas de la condición en que se encuentra el cerebro.

Una línea de investigación actual consigue sondear lo que sucede dentro del cerebro sin siquiera observar los tejidos. En algunos casos, los científicos analizan las proteínas y los biomarcadores de la sangre o líquidos de la columna vertebral, que ofrecerían indicios de enfermedades. En otros, intentan obtener imágenes detalladas del tejido corporal con técnicas de observación como la resonancia magnética o la tomografía computada. En ese sentido, los métodos ópticos, como el utilizado por Hanlon y sus colaboradores, son un enfoque nuevo en la exploración para lograr imágenes.

De acuerdo con los especialistas, la nueva técnica será novedosa para la medicina si puede detectar cambios microscópicos relacionados con el avance de la enfermedad. Si bien los métodos actuales –como la resonancia magnética- son buenos en la identificación de características anatómicas asociadas al Alzheimer, no pueden detectar cambios microscópicos.

Observando variaciones microscópicas

En su trabajo, el equipo de investigación revela la observación de un efecto óptico debido a la presencia de características microscópicas propias del Alzheimer: placas de amiloides, proteínas parecidas al almidón que resultan de la degeneración de tejidos, que distribuyen la luz en forma diferente a lo que haría un tejido de cerebro normal y constituyen uno de los indicadores clave de la enfermedad.

Aunque la enfermedad de Alzheimer es una de las mayores causas de muerte en el mundo, no hay una forma definitiva ni examen único para diagnosticarla. No al menos mientras uno está vivo, por cuanto después que un individuo con Alzheimer fallece, los patólogos pueden llevar a cabo una autopsia para examinar tejidos del cerebro bajo el microscopio y observar los mismos patrones que el médico alemán Alois Alzheimer reconoció en 1906, cuando identificó la enfermedad que lleva su nombre. La verificación de acumulación de placas de amiloides en el cerebro y las fibras enredadas en las células nerviosas es la única manera de confirmar con certeza que la persona padeció la enfermedad.

Lo cierto es que hoy, descartando otras enfermedades por medio de un proceso de eliminación, los neurólogos pueden obtener un diagnóstico probable de la enfermedad de Alzheimer con una exactitud cercana al 90 por ciento.

De allí que la técnica de Hanlon y sus colegas, capaz de mostrar y cuantificar las variaciones microscópicas en las placas de amiloides entre muestras preservadas e identificar con certeza indicios de la enfermedad, podría utilizarse en la detección temprana y precisa del Alzheimer.

Si bien no existe cura para la enfermedad, está clínicamente probado que el tratamiento precoz puede disminuir su desarrollo. Además, el monitoreo del proceso de la enfermedad brindaría a los investigadores y a las compañías farmacéuticas, la posibilidad de hallar nuevas y mejores drogas para todas las etapas de los tratamientos.