Científicos estadounidenses lograron eliminar tumores desarrollados en el hígado de conejos mediante el empleo de ondas de radio y nanotubos de carbono. Los investigadores creen que en el futuro se podrían emplear en humanos.

(28/12/07 Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Las terapias convencionales contra distintos tipos de cáncer, como la quimioterapia o en algunos casos la radioterapia, suelen causar también daños en los tejidos sanos.

Por ese motivo, científicos de todo el mundo realizan investigaciones para diseñar tratamientos que logren acabar con los tumores sin afectar a las células sanas. Un equipo de científicos del Centro Oncológico M.D. Anderson de la Universidad de Texas, y de la Universidad Rice, en los Estados Unidos, dio un paso en esa dirección. Los investigadores, encabezados por Steven Curley, profesor del Departamento de Oncología Quirúrgica del citado centro, lograron destruir tumores desarrollados en el hígado de conejos con escasos efectos secundarios. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista científica Cancer.

Para lograrlo, emplearon un generador de ondas de radio y nanotubos de carbono, que son estructuras de forma tubular de un diámetro de pocos nanómetros. Un nanómetro equivale a la mil millonésima parte de un metro y es la escala de medida con la que se trabaja en nanotecnología, una ciencia que estudia y manipula la materia a nivel atómico.

Los investigadores inyectaron una solución que contenía nanotubos en tumores localizados en los hígados de esos animales, logrando que esas diminutas estructuras ingresaran al interior de las células cancerosas. Posteriormente dirigieron ondas de radio que calentaron a los nanotubos a tal punto que el calor emanado desencadenó la destrucción de los tumores.

Según Curley los resultados fueron exitosos, sin embargo, la técnica debe ser mejorada. Algunos nanotubos se filtraron por fuera del tumor a una distancia de 2 a 5 milímetros y dañaron tejido sano adyacente.

\”Estos son resultados preclínicos prometedores para el tratamiento de cáncer de hígado\”, señala Curley y agrega: \”Nuestro próximo paso consiste en estudiar técnicas que nos permitan dirigir nanotubos con más precisión al blanco, es decir, que sean absorbidos por las células del tumor y eviten por completo al tejido sano\”.

Una de las alternativas consideradas por los expertos sería unir los nanotubos a unos anticuerpos que pudiesen identificar las proteínas de las células cancerosas. Esos anticuerpos actuarían como un radar que permitiría que los nanotubos se dirijan únicamente a las células blanco. Pero para llegar a esa etapa, es necesario que se realicen más investigaciones.

Basándose en los resultados obtenidos, Curley cree que en tres o cuatro años podrían realizarse ensayos clínicos en humanos. Sin embargo, hay varios temas que deben ser resueltos para que eso suceda. En verdad, hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta qué tipo de daños a la salud pueden causar los nanotubos de carbono.

Nanotubos de carbono

Existen varias investigaciones en curso que buscan determinar los posibles efectos nocivos que pueda desencadenar el empleo de nanotubos de carbono en terapias médicas.

Un trabajo publicado en la revista científica Nature Nanotechnology, indica que en algunos casos los nanotubos pueden causar daños celulares. El estudio, dirigido por la científica Alexandra Porter, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, sugiere que las alteraciones provocadas en las células dependen de la dosis y del grado de exposición a los nanotubos de carbono.

Consultado al respecto, por la Agencia CyTA, el doctor Pablo Gurman, investigador en el área terapéutica para sistemas bioelectromecánicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica señala: “No se sabe bien si son perjudiciales para la salud. Muchos estudios de toxicología in vitro e in vivo demuestran el riesgo sobre todo de inhalación de nanotubos de carbono, debido a la posibilidad de generar inflamación crónica a nivel pulmonar”.

Según Gurman, una vía posible para el uso de nanotubos de carbono en tratamientos médicos sería funcionalizarlos con biomoléculas para aumentar su compatibilidad con los tejidos humanos. “La cuestión es preservar las extraordinarias propiedades de los nanotubos al mismo tiempo que se los modifica”, explica el experto y agrega: “Por otra parte si un tratamiento resultara eficaz para el tratamiento de una enfermedad donde no existieran terapéuticas alternativas entonces habría que regirse por la relación riesgo-beneficio. Particularmente cuando hablamos de cáncer”.

“A mi juicio, hay un cierto tipo de sesgo en el sentido de que existen mayor cantidad de artículos que abordan el estudio de la toxicología de los nanotubos que los destinados a investigar sus propiedades biomédicas”, destaca Gurman quien también es miembro del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología, y uno de los 300 científicos que se dedican a la nanotecnología en la Argentina.

El futuro de la Nanomedicina

Para Gurman el potencial de la nanomedicina es muy grande. El científico argentino desarrolla y aplica tecnologías que trabajan al nivel de la nanoescala. Actualmente desarrolla dos proyectos de investigación.

“A decir verdad cada vez se avanza más rápido, solamente hay que ver el Plan Nanotecnológico contra el Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos que implementa proyectos de investigación con metas de 3 a 5 años”, afirma Gurman.

Al referirse a su labor, el investigador explica que uno de sus trabajos “se centra en las nanopartículas magnéticas que pueden ser útiles para transportar medicamentos a un sitio específico del cuerpo guiadas desde afuera por un campo magnético. Ese tipo de nanopartículas también podrían ser empleadas para destruir células cancerosas sometiéndolas a una temperatura de hasta casi 60 grados”.

Según Gurman las nanopartículas magnéticas son menos tóxicas que los nanotubos. De hecho, en la actualidad existen productos comerciales usados en diagnóstico por imágenes que utilizan nanopartículas magnéticas. “Esas nanopartículas contienen hierro que es un material presente de forma natural en el cuerpo y por otra parte las dosis que se utilizarían se encontrarían muy por debajo del rango de toxicidad que ocurre por acumulación de hierro”, explica el científico.

Otro proyecto que el investigador argentino lleva adelante consiste en la creación de un microchip de liberación inteligente de drogas. “Es un dispositivo construido con tecnología de la industria electrónica que contiene reservorios con medicamentos que se pueden liberar de forma controlada en tiempo y espacio”, señala Gurman.

Los microchips existentes en la actualidad son relativamente primitivos, pero están perfeccionándose. El objetivo a futuro es incorporar en el organismo sistemas inteligentes que tengan la capacidad de determinar cuándo y dónde es necesario liberar un medicamento y en qué cantidad debe liberarse.

En materia de diagnóstico ya se registra un claro avance. Los sistemas diagnósticos que mediante la nanotecnología llegarían a ser miles a millones de veces más sensibles que cualquier metodología actual. Pero surge un dilema: “Demasiada sensibilidad de los diagnósticos puede resultar difícil de manejar. La detección de una sola molécula ´extraña´ puede involucrar que todos, en mayor o menor medida, estemos ‘enfermos’ y que entonces en algún momento a todos nos indiquen un tratamiento”, explica el investigador.

Pero no todo son riesgos. La nanomedicina también promete beneficios. “Para los próximos años se mejorarán los tratamientos actuales en términos de menor toxicidad y mayor eficacia. Las cosas van más rápido de lo que creemos. Muchos imposibles de ayer son realidades de hoy. Ejemplos sobran”, concluye Gurman.