Con el telescopio espacial Spitzer, astrónomos lograron observar por primera vez de qué está hecha la atmósfera de dos planetas situados fuera del Sistema Solar. Pensaron que encontrarían grandes cantidades de agua, pero el elemento líquido brilló por su ausencia. Dicen que tal vez está escondida tras las nubes polvorientas que cubren el cielo de estos remotos astros.

(8/3/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – El organismo espacial estadounidense (NASA) acaba de anunciar que el Telescopio Espacial Spitzer captó por primera vez la suficiente cantidad de luz emanada por un planeta situado fuera del Sistema Solar o “exoplaneta” como para identificar los compuestos que pululan en su atmósfera.

El hecho fue catalogado como un paso decisivo en la caracterización de este tipo de astros, aunque al mismo tiempo los datos obtenidos con el telescopio detector de rayos infrarrojos desarrollado por la agencia espacial del país del Norte decepcionaron a los astrónomos, ya que éstos esperaban encontrar grandes cantidades de agua en la atmósfera de los cuerpos analizados y en su lugar se toparon con una gruesa capa de nubes altas sin rastro aparente del líquido elemento.

Tres equipos de especialistas pusieron la lupa sobre dos exoplanetas conocidos como “Júpiter calientes” -el HD 209458b y HD 189733b-, cuerpos hechos de gas, como Júpiter, pero que orbitan mucho más cerca que éste de sus respectivos soles. Son planetas tan remotos (se encuentran por lo menos un millón de veces más lejos de la Tierra que Júpiter) que es necesario recurrir al telescopio espacial para ver su luz.

Ambos emiten radiación infrarroja en forma de espectros de diferentes longitudes de onda identificables por el espectrógrafo del Spitzer, capaz de observar su patrón lumínico y develar las huellas de compuestos químicos que conforman su atmósfera, como agua, metano y dióxido de carbono.

“Es virtualmente imposible que no haya agua, en forma de vapor, en el planeta”, comentó en un comunicado de prensa de la NASA el doctor Jeremy Richardson, del Centro de Vuelo Espacial Goddard, que describió uno de los espectros del HD 209458b en la revista Nature.

“Tiene que estar oculta, probablemente por la capa polvorienta que detectamos en el espectro”, señaló Richardson, teniendo en cuenta que el componente debió estar presente al momento de formarse el planeta.

Los datos obtenidos indican que los dos planetas estudiados presentan una atmósfera más seca y nubosa de lo previsto. De existir, el agua estaría enterrada debajo de una densa capa de nubes altas y polvorientas, que se parecen poco y nada a las figuras que cubren los cielos de nuestro Sistema Solar.

“Con estas nuevas observaciones, estamos refinando las herramientas que necesitaremos algún día para encontrar vida allí afuera si es que existe. Éste fue como un ensayo”, reflexionó el doctor Mark Swain, jefe de otro de los equipos de investigación, que presentó los resultados de sus observaciones en Astrophysical Journal Letters.

En el futuro, los astrónomos esperan obtener los espectros de exoplanetas más pequeños y rocosos, lo que les permitirá ir en busca de moléculas clave para la existencia de la vida, como oxígeno y posiblemente también clorofila, concluyeron en la NASA.