Investigadores argentinos demostraron por primera vez en ensayos de laboratorio que el romero debe sus propiedades antioxidantes y antimicrobianas al contenido de fenoles totales, que en forma natural están presentes en las hojas y flores de esa planta. El hallazgo abre las puertas al desarrollo de alimentos funcionales y fármacos naturales con propiedades terapéuticas.

(2/11/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir – Por Claudia Mazzeo) – El romero, un arbusto muy ramificado de hojas angostas y flores azuladas que se usa como hierba aromática, es considerado un poderoso antioxidante y antimicrobiano. Si bien sus hojas y flores son utilizadas desde tiempos remotos con diferentes fines curativos o para retardar el envejecimiento, hasta ahora no se sabía a ciencia cierta de donde derivaban esas propiedades.

Investigadores del Instituto Leloir demostraron por primera vez en un laboratorio que hay una relación directa entre la actividad antioxidante del romero y el contenido de compuestos polifenólicos presentes en las hojas y flores de plantas procedentes del noroeste argentino. El hallazgo fue publicado en la revista científica Free Radical Research.

Los polifenoles constituyen un gran grupo de compuestos naturales cuya estructura química es especialmente adecuada para ejercer una acción antioxidante (se los considera donadores de hidrógeno o electrones, o atrapadores de radicales libres). Además de en el romero, los polifenoles están presentes también en las frutas, el té verde, el chocolate, el vino, la soja, el aceite de oliva, el ajo, la papa y diferentes frutos secos.

“Pudimos comprobar que existe una correlación directa entre la actividad antioxidante y el contenido de fenoles totales. Asimismo, observamos que los extractos de romero que obtuvimos en el laboratorio tienen una eficaz acción antimicrobiana, relacionada también con la composición fenólica de esa planta”, señala la doctora Silvia Moreno, autora del estudio y responsable del Laboratorio de Bioquímica Vegetal del Instituto Leloir.

Esa actividad antimicrobiana quedó demostrada frente a un buen número de bacterias; en extractos obtenidos a partir de las hojas de ese arbusto, el romero inhibió el crecimiento de una cantidad importante de bacterias, muchas de ellas patógenas para los humanos, del tipo Gram negativas y Gram positivas.

El trabajo destaca que los constituyentes antioxidantes más importantes del romero son el ácido carnósico y el rosmarínico. Como el contenido de ácido carnósico depende tanto de la conformación genética de la planta como de las condiciones del medio (el agua, la luz, y el estrés al calor), los especialistas compararon el porcentaje de los datos obtenidos con la variedad argentina estudiada y los datos de la bibliografía relativos a una variedad de romero que crece en el Mediterráneo. “El clima argentino favorece también la producción de los compuestos bioactivos, relacionados directamente con la actividad antioxidante”, destaca Silvia Moreno.

Si bien los antioxidantes son empleados desde hace años, tanto para evitar la degradación de los alimentos, como para inhibir o retrasar el proceso de oxidación, en la actualidad se los reconoce no sólo como simples moléculas que actúan como agentes de óxido-reducción; también interactúan con diferentes proteínas celulares. Se trata de proteínas que controlan la muerte celular o el envejecimiento, o que contribuyen al desarrollo de patologías como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las neurodegenerativas. En el ámbito científico, eso ha llevado al reciente surgimiento de un nuevo campo de investigación denominado nutrigenómica o genómica nutricional. Este campo estudia los efectos de compuestos antioxidantes, fitoquímicos y nutrientes dietarios sobre la expresión de genes y proteínas, con el objetivo de descubrir las moléculas blanco de los compuestos bioactivos.

Moreno, del Laboratorio de Bioquímica Vegetal del Instituto Leloir, afirma que “desde un punto de vista práctico, el extracto de romero podría ser un buen candidato para la elaboración de alimentos funcionales, así como también para la fabricación de productos farmacéuticos naturales”.

Los alimentos funcionales son aquellos que contienen algún componente promotor de la salud, más allá del nutriente tradicional. De la mano de una tendencia cada vez más globalizada, la industria incrementó en los últimos años su interés en la producción de esta clase de alimentos, del mismo modo que apunta cada vez más a la fabricación de fármacos “libres de sustancias químicas”.

En ese contexto, el hallazgo de los especialistas argentinos podría ser el punto de partida para el desarrollo de nuevos nichos de mercado.