Familiares, periodistas científicos, investigadores y amigos evocaron al doctor Enrique Belocopitow, discípulo del Nobel Luis Federico Leloir y formador de más de 70 periodistas científicos.

(07/12/12 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. En su libro “La revolución silenciosa. Biotecnología y vida cotidiana”, Alberto Díaz, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Biotecnología Industrial del INTI, señala que el doctor Enrique Belocopitow intentó sacar la ciencia de su ostracismo y llevarla al gran público. “Es algo parecido a lo que pretendió Galileo Galilei con su pequeño telescopio: llevar las estrellas a la mesa familiar”, comparó. Para evocar el legado de este pionero de la divulgación científica, fallecido en enero del 2007, familiares, periodistas, investigadores y amigos de “Belo” participaron de un homenaje en la misma Fundación Instituto Leloir (FIL) donde él se animó a conciliar el mundo de la ciencia con el de los medios.

Belocopitow, quien había sido discípulo del Premio Nobel Luis Federico Leloir y realizó grandes aportes en la comprensión de la bioquímica del glucógeno, creía que “un país en el que el pueblo y las autoridades son concientes de que el progreso del país depende de la aplicación y del conocimiento de la ciencia, es distinto de otro que considera que la ciencia es un adorno y no sirve para nada”.

Durante el homenaje, al que asistieron su esposa Sofía L’Evêque, sus hijos, nietos, investigadores y amigos, así como también periodistas de distintas generaciones que se especializaron en el Programa de Divulgación Científica y Técnica (CyT) que creó Belocopitow a mediados de la década del `80, el doctor Luis Ielpi, director de la FIL, hizo un repaso sobre su trayectoria y su valioso aporte a la comunicación pública de la ciencia en la Argentina y en la región. “Belo sostenía que los ciudadanos no sólo debían estar informados sobre la actividad científica sino que además debían estar al tanto de los debates que giraban en torno a la ciencia y para ello debían tener la capacidad de analizar críticamente la realidad”, subrayó Ielpi. 

“Para Belo, difundir la ciencia no sólo era útil para la sociedad sino también para la propia actividad científica”, destacó Matías Loewy, becario del CyT en 1993 y actual docente a cargo del curso-taller de Introducción al Periodismo Científico que se dicta en el Leloir desde 1986.

“Era una persona única, de gran inteligencia y capacidad de iniciativa”, agregó el doctor Luis Quesada-Allué, investigador en biología del desarrollo en la FIL y uno de quienes firmó trabajos con Belo en su época de científico.

A partir de mediados de los ´80, Belocopitow gestionó y comenzó a conseguirse becas para formar comunicadores especializados en ciencia, muchos de los cuales trabajan en la actualidad en medios y organizaciones vinculadas con la ciencia y la tecnología.

La primer nota que público el programa de divulgación científica y técnica fue “Tarjeta amarilla a la peste rosa”, en Clarín del 10 de abril de 1985. En apenas dos años, la cifra ya llegó a 1.000 en 27 diarios y revistas de todo el país.  

Con el avance de la tecnología Belocopitow se propuso nuevas metas. En 2006, un año antes de su muerte, creó la Agencia de Noticias Científicas y Tecnológicas Argentina (Agencia CyTA) que no sólo suministra contenidos sobre ciencia en medios impresos, portales de noticias, radio y televisión de la Argentina, sino también de otros países de América Latina y España.

 FOTO HOMENAJE BELO

Sofía L’Evêque, esposa del doctor Enrique Belocopitow cuyos proyectos siempre apoyó, y Luis Ielpi, director del Instituto Leloir.

Créditos: Agencia CyTA – Instituto Leloir