Por primera vez en la historia, un equipo de investigadores argentinos recibió el galardón que reconoce a los trabajos científicos que hacen primero reír, y luego pensar. La ceremonia de los premios IgNobel, que se otorgan desde 1993, se realizó el jueves 4 de octubre por la noche en el Sanders Theater de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos. El investigador Diego Golombek, de la Universidad Nacional de Quilmes, líder del grupo argentino premiado, dialogó con la Agencia CyTA desde ese país antes de recibir el premio.

(05/10/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Laura García Oviedo) – Lejos de la solemnidad, los premios IgNobel que la Universidad de Harvard otorga a destacados trabajos científicos de todo el mundo logran generar cada vez más y más carcajadas. Y no es para menos. Desde la primera versión, en 1993, se han distinguido, por ejemplo, trabajos sobre por qué a los pájaros carpinteros no les duele la cabeza, o cuál es la actividad de una célula del cerebro de una langosta mientras mira Star Wars.

Este año, por primera vez, le llegó el reconocimiento a un trabajo de científicos argentinos. La ceremonia se realizó el jueves 4 de octubre por la noche en el prestigioso Sanders Theater de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos. En total, se premiaron a diez trabajos de diferentes países del mundo, y hubo alrededor de 1.200 personas en el público.

La investigación argentina, liderada por Diego Golombek, de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), demostró que el famoso viagra (sildenafil, por su nombre genérico) tiene una consecuencia inesperada: logra disminuir los efectos “Jet Lag” en ratones. El Jet lag es un “desorden” del reloj biológico que ocurre cuando una persona viaja, por ejemplo, a ciudades con grandes diferencias horarias.

Ante todo reír

Ante la consulta de la Agencia CyTA de por qué se había seleccionado el trabajo del equipo de Diego Golombek, los organizadores de la iniciativa, los editores de la revista “Annals of Improbable Research”, respondieron de manera concisa: “El trabajo de Golombek fue elegido porque su investigación primero te hace reír, y luego pensar”. Nada más, y nada menos.

Más allá de las risas por la extravagancia de los temas investigados, los trabajos premiados logran hacer pensar en temas complejos. También, el galardón busca remarcar ironías o paradojas (ver lista de ganadores 2007 en recuadro).

“Me sorprendió que nos dieran este premio, pero también me puso muy contento porque me parece importantísimo que aprendamos a reírnos de nosotros mismos, creo que nos hace mejores personas y científicos. Ayudó mucho que pudimos publicarlo en una revista de alto impacto como es ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ de los EE.UU., lo cual le dio mucha visibilidad”, dijo a la Agencia CyTA Diego Golombek, desde Cambridge, Massachussets.

Golombek, quien dirige el Laboratorio de Cronobiología de la UNQ, estuvo presente en la entrega de los premios en representación de los otros dos autores del paper: Patricia Agostino y Santiago Plano, también de esa casa de estudios. Si bien ellos no pudieron viajar, vieron a través de Internet el acto, que incluyó avioncitos de papel, disfraces y muchas risas de científicos de todo el mundo.

Al contrario de lo que suele suceder con la ciencia, que se la percibe como algo formal y serio, justamente los premios Ig Nobel se ríen de ella. O mejor dicho, junto con ella, en el buen sentido. “Me parece fantástico, si podemos ponerlo en el contexto que se merece. No es un premio estrictamente científico, sino una celebración de que la ciencia es una actividad humana, seria, pero no por eso necesariamente solemne y acartonada”, opinó Golombek.

Desacartonar a la ciencia

Para el investigador, quien además es director de la colección de libros “Ciencia que ladra…” de la Editorial Siglo XXI, y recibió en septiembre pasado un premio Konex por su trayectoria en divulgación científica en la Argentina, el evento anual de los IgNobel “ayuda a sacar los científicos del estereotipo de traga anteojudo y con moscas en la cabeza (aunque que los hay, los hay…), y lo vuelve más humanos”.

En la actualidad, el equipo de Golombek continúa con la investigación de los mecanismos de sincronización del reloj biológico. “Continuamos con la línea que estudia compuestos como el viagra como potenciales terapias para aliviar los síntomas de Jet lag. Pero también estamos caracterizando los ritmos de un gusanito llamado C. elegans, un excelente modelo para estudios genéticos y de desarrollo”, destacó el investigador.

Además, su equipo inició una línea para investigar las bases moleculares y de comportamiento de los mecanismos de estimación del tiempo. “Estamos bastante ocupados, y esto es posible sobre todo porque cuento con estudiantes y colaboradores maravillosos en el laboratorio”, agregó.

Si bien es cierto que el especialista en cronobiología pudo presenciar por primera vez la ceremonia IgNobel sin problemas, el viaje tuvo sus bemoles. “Que en la embajada de Estados Unidos me dieran la visa porque iba a recibir un premio que tenía que ver con hamsters, viagra y Jet lag no fue tan fácil. Pero al final de cuentas se lo tomaron muy bien”, agregó, chistoso, el especialista.

Al parecer, la ciencia no es sólo solemnidad. Sin duda, también puede ser carcajadas.

RECUADRO

LOS DIEZ PREMIOS IgNOBEL 2007

(05/10/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por L.G.O) – La ceremonia de los desopilantes IgNobel 2007, que tuvo el jueves en los Estados Unidos, contó con un aval científico destacable: la presencia de premios Nobel “genuinos”, como Craig Mello (Fisiología o Medicina, 2006), Roy Glauber (Física, 2005), y Dudley Herschbach (Química, 1986).

Ellos fueron los responsables de entregar los galardones a los diez equipos ganadores. La lista completa de los premios IgNobel 2007 es:

MEDICINA:

Brian Witcombe de Gloucester, Reino Unido, y Dan Meyer de Antioch, Tennessee, EE.UU., por su penetrante reporte médico “Tragar espadas y sus efectos colaterales”

FÍSICA:

L. Mahadevan de la Universidad de Harvard, EE.UU., y Enrique Cerda Villablanca de la Universidad de Santiago de Chile, por estudiar cómo las sábanas se arrugan.

BIOLOGÍA:

Johanna E.M.H. van Bronswijk de la Eindhoven University of Technology, Holanda, por hacer un censo de todos los ácaros, insectos, arañas, pseudoescorpiones, crustáceos, bacterias, algas, helechos y hongos con quienes compartimos nuestra cama cada noche.

QUÍMICA:

Mayu Yamamoto, del Centro Médico Internacional de Japón, por desarrollar una manera de extraer vainilla –fragancia y sabor– de la bosta de la vaca.

LINGÜÍSTICA:

Juan Manuel Toro, Joseph B. Trobalon y Núria Sebastián-Gallés, de la Universitat de Barcelona, por mostrar que las ratas a veces no pueden notar la diferencia entre una persona hablando japonés, y otra hablando alemán al revés.

LITERATURA:

Glenda Browne de Blaxland, Blue Mountains, Australia, por su estudio sobre la palabra inglesa “the” y las diferentes maneras en que causa problemas para cualquiera que quiere poner las cosas en orden alfabético.

PAZ:

El Air Force Wright Laboratory, de Dayton, Ohio, EE.UU por provocar la investigación y desarrollo de un arma química, conocida como la “bomba gay”, que haría a los soldados enemigos convertirse en sexualmente irresistibles entre sí.

NUTRICIÓN:

Brian Wansink de la Universidad Cornell, de EE.UU., por explorar el apetito aparentemente sin límites de los seres humanos al proveerles un plato de sopa que se rellena por sí solo incontables veces.

ECONOMÍA:

Kuo Cheng Hsieh, de Taichung, Taiwán, por patentar un dispositivo, en el año 2001, que captura ladrones de bancos al arrojarles redes.

AVIACIÓN:

Patricia V. Agostino, Santiago A. Plano y Diego A. Golombek, de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, por su descubrimiento de que el viagra ayuda a los ratones a recuperarse del Jet lag.

(Fuente: comunicado de prensa de la revista Annals of Improbable Research)