Al contrario de lo que se sostuvo a lo largo del último siglo, el surgimiento de nuevas especies se produciría bastante más a menudo en las latitudes altas que en los trópicos, según una nueva investigación canadiense que acaba de publicar la revista Science.

(19/3/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Los zoólogos Jasón Weir y Dolph Schluter, de la universidad canadiense de British Columbia, partieron de la idea de que el clima da con una mano y quita con la otra, para dilucidar si los polos de la Tierra eran verdaderamente refractarios a la creación de nuevas especies.

Los investigadores analizaron el ADN de 309 pares de especies hermanas mamíferas y aviarias (es decir, los pares de especies más cercanos entre sí derivados de antepasados comunes) que habitan diferentes latitudes, desde los trópicos hasta los polos.

Así, descubrieron que los pájaros y los mamíferos que viven más cerca de la línea ecuatoriana se separaron de su ancestro común en promedio 3,4 millones de años atrás, mientras que aquellos que habitan latitudes más cercanas a los polos difieren en menos de un millón de años de su especie de origen.

Durante mucho tiempo, los expertos creyeron que la “especiación” –conjunto de mecanismos por los cuales se originan nuevas especies- estaba mucho más activa en la zona tropical, que se extiende unos 30 grados al norte y sur del Ecuador, que en las regiones polares.

El estudio de la British Columbia revela que, en realidad, las especies evolucionan a mucha mayor velocidad en las latitudes altas, aunque las nuevas criaturas se extinguen tan rápido por las inclemencias del tiempo que la mayor parte de ellas ni siquiera llega a ser relevada por los investigadores.

“El clima benigno de la zona ecuatoriana en realidad permitiría la supervivencia de las viejas especies por mucho más tiempo. En cambio, las crudas condiciones climáticas de los polos aniquilan a muchas de las nuevas especies apenas se forman, lo que genera la ilusión de que el fenómeno de la especiación está menos presente”, explicó John Simpson, de la revista Science, al anticipar la publicación del trabajo canadiense.

La idea generalizada de que la región tropical abunda en mamíferos, aves y peces de todos los tamaños y colores, sería al fin y al cabo una construcción muy difundida. La bióloga Luz Boyero, de la Escuela de Biología Tropical de la universidad australiana James Cook, advierte que en los trópicos también existen desiertos y sabanas donde la biodiversidad es bastante reducida.

Para la experta, la visión sesgada que tenemos sobre la diversidad tropical obedece a varias razones. Por un lado, la mayor parte de los estudios se ocupa de los vertebrados, que conforman apenas el 5% de las especies del planeta, o comparan las especies de los trópicos con las de América del Norte y Europa, y no contemplan las realidades de América del Sur o Australia, zonas caracterizadas por una riquísima variedad de especies. También sucede que se estudian más los peces marinos que los que habitan en los ríos.

“Una de las metas más importantes de los ecologistas y biogeógrafos es comprender la distribución global de la biodiversidad. Más allá de los objetivos puramente científicos, avanzar en este sentido es clave para muchos asuntos que preocupan bastante a la humanidad, como la expansión de especies extrañas, el control de enfermedades y sus vectores, y los posibles efectos del cambio climático global en el sostenimiento de esta biodiversidad”, concluye Boyero.