Un estudio británico comprobó que en los hogares bilingües los chicos que pasan más tiempo con un adulto que les habla en la lengua minoritaria tienen más posibilidades de adquirirla para siempre. Un reconocido sociolingüista galés afincado en la Patagonia, donde está la comunidad galesa más importante del mundo, opina que la enseñanza en los colegios y la difusión en ámbitos comunitarios también son importantes para preservar las lenguas en peligro de extinción.

(19/04/06 – CyTA – Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Delyth Morris, lingüista de la Universidad de Gales y Kathryn Jones, de la consultora galesa Cwmni laith, estudiaron a lo largo de un año a un conjunto de familias galesas para determinar por qué en algunos hogares el idioma está cayendo en desuso y cuáles son los factores más importantes para mantenerlo vivo.

Las investigadoras entrevistaron a los integrantes de doce hogares galeses en los que sólo uno de los padres dominaba la antigua lengua, que data de la época del Rey Arturo. Y descubrieron que apenas la mitad de los niños de estos hogares había desarrollado las competencias lingüísticas necesarias para conservar el idioma en la adultez, según informa la revista Science de marzo.

Cuando intentaron dar con las causas del fenómeno, las investigadoras descubrieron que los chicos que tenían mejor dominio del idioma eran los que pasaban la mayor parte del tiempo con el miembro de la pareja que hablaba galés.

El segundo factor en importancia fue la cantidad de tiempo que compartían con abuelos hablantes del idioma. En la mayoría de las familias estudiadas, la madre cuidaba de los hijos y era secundada por la abuela materna.

“Los resultados subrayan los desafíos que enfrentan las lenguas minoritarias. Ante la presencia de un compañero angloparlante, los adultos que saben galés tienden a comunicarse en inglés con sus hijos, lo que disminuye la probabilidad de que la lengua eche raíces en la nueva generación”, explica Morris.

Las especialistas, que presentaron los resultados del trabajo en un informe difundido por el Consejo Británico de Investigación Social y Económica, se sorprendieron al detectar que otros factores, como la exposición al idioma en el colegio, a través de la televisión o en encuentros con otros integrantes de la comunidad no tenían tanta importancia como el vínculo filial a la hora de formar hablantes competentes.

“No creo que estos factores carezcan de importancia. Seguramente su eficacia depende del tipo de escolaridad, la calidad de la enseñanza, las capacidades lingüísticas del chico y el nivel de contención de las redes sociales de habla galesa disponibles”, sostiene el doctor Robert Owen Jones, sociolingüista galés que hace más de 30 años estudia el desarrollo de esta lengua en la Patagonia argentina.

“El argumento central del estudio es válido —añade Owen Jones—, aunque no del todo novedoso: los chicos criados en hogares lingüísticamente mixtos pueden volverse competentes en ambas lenguas si logran identificar una lengua con una persona. Creo que la investigación apunta a la importancia de estimular al padre que habla galés para que restrinja la comunicación directa con sus hijos a ese idioma.”

Vaivenes de una milenaria lengua minoritaria

El galés es una lengua de origen celta hablada por más de medio millón de personas en Gales, la nación céltica menos conocida de las Islas Británicas, pero la que mejor conservó su lengua y sus tradiciones. Está más difundido en la zona oeste, donde el 23% de las familias tienen por lo menos un integrante competente en esa lengua.

Sin embargo, según los últimos censos, en un cuarto de estas familias el idioma no se transmite a las nuevas generaciones. En cambio, casi todos los hogares donde ambos padres saben galés pasan con éxito la lengua a la generación siguiente.

A pesar de una serie de avatares históricos que amenazaron varias veces con extinguirla, la lengua galesa logró sobrevivir. A principios del siglo XX el gobierno británico prohibió la enseñanza del galés en las escuelas y su uso en ámbitos oficiales, tildándolo de idioma retrógrado que impediría el sano desarrollo del pueblo.

Así, el galés se convirtió en un estigma. Los chicos que lo hablaban en la escuela recibían castigos físicos, y muchos padres alentaban a sus hijos a hablar inglés, al considerarlo indispensable para conseguir trabajo u ocupar un cargo público.

En la década del ’60, grupos de escritores y activistas iniciaron una intensa campaña para reavivar la lengua. De manera gradual, se fue imponiendo en el mundo la conciencia de la necesidad de preservar la diversidad lingüística y el rico patrimonio cultural que cada lengua atesora.

Ahora, el galés tiene reconocimiento oficial y todos los galeses pueden optar por el bilingüismo. Diversos programas oficiales intentan promover la enseñanza del idioma en los colegios y ámbitos comunitarios. Un canal de televisión y una emisora de la BBC transmiten en galés. Diversos periódicos y revistas siguen la misma tendencia.

Patagonia: el boom del galés como segunda lengua

Fuera de Gales, la Patagonia argentina tiene la comunidad galesa más importante del mundo. Lejos del panorama sombrío de hace algunas décadas, el aprendizaje del galés como segunda lengua está en pleno auge en la zona, comenta Jones.

“La situación es muy distinta a la de la década del ’70, tiempo en que la lengua se estaba extinguiendo en la Patagonia. Lo sorprendente es que el galés haya sobrevivido, cuando desde los años ’20 se lo consideró una lengua minoritaria no sólo en la Argentina sino en Gales mismo, donde recién adquiere estatus oficial en 1os ‘90”, señala Jones.

En la Argentina, en la última década revivió el interés por la lengua y la cultura galesas, en especial entre los jóvenes que, sin tener padres hablantes del idioma, todavía pueden escucharlo de boca de sus abuelos. Proliferaron los cursos de galés como segunda lengua y se formaron diversos grupos folklóricos galeses en varias comunidades.

“En 1997 se lanzó el Programa de Enseñanza del Idioma Galés, con financiamiento de la Oficina Galesa. Docentes nativos viajaron a Chubut para organizar las clases según las necesidades locales. El programa, que ya está en su décima temporada, es un éxito sensacional. Se anotaron más de 600 alumnos por año. El año pasado, 62 grupos asistieron varias veces por semana a estos cursos”, explica Jones.

En Trelew las autoridades provinciales ya inauguraron el primer jardín preescolar galés, al que concurren chicos nacidos en hogares hispanoparlantes, aunque gran parte de ellos también tienen contacto con el galés a través de parientes mayores. En Gaiman y Trevelin, muchos padres también pugnan por colegios primarios bilingües castellano-galés.

“En el jardín se les pide a los padres que vayan a las clases de galés para que puedan comunicarse en el idioma con sus hijos. También se necesita organizar actividades extracurriculares y redes sociales para que los chicos puedan desarrollar las habilidades lingüísticas en contextos significativos. –explica Jones–. El problema es que ese tipo de acciones requiere fondos. El financiamiento y no el desinterés sería en Chubut el factor decisivo.”