Se trata de alteraciones morfológicas que pueden tener un impacto importante sobre la salud. Muchas se pueden prevenir, detectar y tratar a tiempo, según un estudio argentino sobre 294.000 recién nacidos. 

(23/04/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. Casi el 2% de los recién nacidos en Argentina presentan algún tipo de anomalía congénita, reveló un estudio publicado en la revista Archivos Argentinos de Pediatría. Dado que en el país nacen unos 700.000 bebés por año, la cifra de afectados podría llegar a 14.000.

El dato surge del análisis de 294.000 nacimientos entre el 1 de noviembre de 2009 y el 30 de junio de 2012, realizado por el Registro Nacional de Anomalías Congénitas de Argentina (RENAC), que depende del Centro Nacional de Genética Médica del Ministerio de Salud de la Nación. Los autores principales del trabajo son Boris Groisman, María Paz Bidondo, Pablo Barbero, Juan A. Pili y Rosa Liascovich, quienes contaron con la colaboración de profesionales de 98 hospitales de todo el país que, en total, cubren el 65% de los nacimientos en el sector público y el 35% a nivel nacional.  

De acuerdo al estudio, las anomalías más frecuentes fueron algunos tipos de cardiopatía (casi 29 casos por cada 10.000 nacimientos), síndrome de Down (19 de 10.000),  fisura de labio y/o paladar (12 de 10.000) y defectos del tubo neural como espina bífida (casi 12 de 10.000).

Las intervenciones médicas dependen de la anomalía considerada. “Por ejemplo, una proporción de las cardiopatías requiere tratamiento con medicamentos y/o corrección quirúrgica. Las fisuras orales se operan y el síndrome de Down incluye inicialmente estimulación temprana”, indicaron sus autores a la Agencia CyTA.

Además de las medidas anteriores que corresponden al tratamiento médico individual, existen también acciones de salud pública orientadas a la prevención primaria de anomalías congénitas, como la fortificación de las harinas con ácido fólico que probó reducir los defectos del tubo neural.

Como las anomalías genéticas en recién nacidos son eventos individualmente poco frecuentes, los estudios epidemiológicos requieren un gran número de casos. “Por medio de este tipo de investigaciones es posible la búsqueda de factores de riesgo de anomalías congénitas relacionados con la nutrición, la exposición a contaminantes y otras variables, de modo tal de poder diseñar estrategias de prevención”, puntualizaron los autores.