Hallaron en Etiopía fósiles de insectos, plantas y microorganismos en restos de ámbar de una antigüedad de 95 millones de años. El descubrimiento no sólo revela datos evolutivos de esas especies, sino que también contribuye a comprender el modo en que interaccionaban en los ecosistemas de la era cretácica.

(12/04/10 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. El ámbar tiene una gran importancia paleontológica porque preserva muy bien fósiles que tienen una antigüedad de millones de años. Esa resina vegetal fosilizada terminó funcionando como una especie de registro fotográfico de la naturaleza de otros tiempos.  

Un estudio científico publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) describe el hallazgo de un depósito de ámbar, de 95 millones de antigüedad, que contiene una abundante cantidad de fósiles de insectos, plantas y microorganismos de la era cretácica. Los investigadores de la Universidad de Gotinga, y de otros centros científicos –autores del trabajo publicado en PNAS- analizaron polillas, especies de hormigas y arañas, entre otros tipos de insectos. También identificaron algunas bacterias, flores y restos de helechos.

El trabajo de Alexander Schmidt  y sus colegas destaca el valor del hallazgo -realizado en Etiopía- que no sólo permite estudiar la evolución de distintas especies de insectos, microorganismos o plantas, sino también profundizar el conocimiento de los ecosistemas de ese período, es decir, cómo se relacionaban los distintos elementos que los constituían.

Asimismo, los investigadores señalan que el ámbar fosilizado revela en forma directa algunos detalles de la interacción entre diferentes especies de insectos, plantas y microorganismos en una época en que la tierra estaba habitada por los dinosaurios.

FOTO 1 fosiles

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fósil de insecto hallado en un pedazo de ámbar de 95 millones de años de antigüedad.

Créditos: PNAS

 FOTO 2 FÓSILES

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Porción de ámbar de 95 millones de años de antigüedad. Los investigadores hallaron en su interior especies de insectos, plantas y microorganismos.

 

Créditos: PNAS