Para reducir la contaminación urbana y evitar la suciedad en las veredas podrían tratarse los excrementos de las mascotas convirtiéndolos en biogas. Un trabajo realizado por argentinos logró obtener 55,58 gramos de biogas por cada kilo de materia fecal canina tratada.

(09/04/10 – Agencia CyTA – Instituto Leloir/UNNE. Por Laura Duarte Galarza)-. ¿Se podría aprovechar los excrementos de animales domésticos de la vía pública para el uso en la generación de biogas -combustible formado por metano y dióxido de carbono-y utilizarlo para calefacción, cocción de alimentos y generación de energía eléctrica? De eso se trata el proyecto denominado “Contaminación urbana con excrementos de perros” que se desarrolló dentro del marco de la maestría en Ingeniería Ambiental realizado en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) General Pacheco a cargo del licenciado Martín Calandra y el doctor Pablo Tarela, en la cual colaboró el Instituto Pasteur de Buenos Aires.

La iniciativa surgió ante el problema de la contaminación urbana proveniente de
los excrementos caninos abandonados en la vía pública, dijo Calandra. “Se trata de un residuo infeccioso que, además de ser principalmente transmisor de enfermedades que afectan la salud humana y animales, afecta también a otros aspectos que hacen a la calidad de vida de la población, pues es fuente de malos olores y efectos visuales, provoca conflictos entre vecinos y favorece el desarrollo de moscas, entre otros problemas”, enumeró el profesional. Y agregó: “Con el tiempo, las heces se secan y se dispersan y ya no las vemos ni las olemos. Sin embargo la contaminación es persistente, ya que los huevos de parásitos transportados por ellas pueden llegar a vivir por varios meses.”

Es así que esta inquietud, de conocer de qué manera la materia fecal canina puede ser reutilizada y provechosa para el cuidado del medio ambiente, lo llevó a Calandra a tomar contacto con los miembros del Departamento de Termodinámica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) –del cual, a través de publicaciones en la web, ya conocía su experiencia en trabajos sobre biodigestión. Concretamente, les propuso el desarrollo de pruebas a realizarse en el Laboratorio de Ensayos del Grupo de Investigación de Energías Renovables (GIDER) que pertenece a esa Facultad.

Este Grupo de Investigación viene trabajando en el tema de digestión orgánica desde hace casi una década. El equipo de profesionales está integrado por el ingeniero Pablo Martina y los licenciados Juan Corace y Raquel Aeberhard.

Biodigestor

 “Se utilizó el biodigestor plástico de carga única tipo batch de 20 litros de capacidad, calefaccionado mediante serpentina externa de agua caliente” explicó el ingeniero Martina a la Revista Ciencia y Técnica de la UNNE.

“Se cargó el biodigestor con 730 gramos de heces de perros alimentados con alimento balanceado (condición para llevar adelante el ensayo) y también con agua. Se cerró el tacho y enseguida comenzó el proceso de biodigestión, produciéndose una cantidad apreciable de biogas”, rememoró.

El ingeniero aclaró que la condición del tipo de alimentación del can para llevar adelante el estudio lo dispusieron los expertos de la UTN General Pacheco “porque  vieron que la mayoría de los perros de la Capital Federal consumen alimento balanceado”.

Con respecto a cómo la materia fecal canina se convierte en biogas, Martina explicó que “las bacterias anaeróbicas (sin oxígeno) y que son las que se encuentran dentro del biodigestor, descomponen la materia orgánica y la van transformando en metano y  dióxido de carbono. Este proceso físico-químico es muy complejo, tarda varios días, es gradual y depende de varios factores, como la temperatura; el ph; el tipo de materia orgánica (carne podrida, bostas, orines y restos de comida, entre otros elementos)”, enumeró el ingeniero.

Como resultado de aquella prueba, se logró la producción de 55,58 gramos de bio-gas por cada kilo de bosta canina. “Este valor se considera satisfactorio ya que el insumo -heces del perro- es abundante y gratuito”, resaltó Martina. Este primer ensayo preliminar permite ser optimista y abre la puerta a ensayos de mayos duración y envergadura, acotó luego.

Según mencionó Martina el ensayo se realizó entre el 26 de octubre y 10 de noviembre de 2009. El especialista aclaró que fue uno sólo, y durante esos días el biodigestor “se llenó con heces y agua, se cerró y empezó a generar gas, hasta el 10 de noviembre que no produjo más”.

Pasos del estudio

La zona de estudio elegida fue la Ciudad de Buenos Aires. “Nuestro primer objetivo fue estimar el nivel de contaminación actual, para lo cual, además de relevar las estadísticas disponibles, nos apoyamos en encuestas y mediciones que realizamos en el ámbito de esta ciudad”, recordó Calandra.

Las encuestas también permitieron saber el grado de conocimiento de los propietarios sobre las enfermedades asociadas a la materia fecal de sus mascota; sobre la legislación vigente al respecto; su percepción acerca de si cree que va a ser controlado o multado; su predisposición a participar en campañas que promuevan la recolección de este residuo, entre otros puntos.

La ciudad metropolitana fue seleccionada para el análisis debido a su alta densidad de
población, una gran cantidad de mascotas (1 perro cada 7,4 habitantes,
siendo lo aconsejado por la OMS 1 cada 10 habitantes) y muy pocos
espacios con zonas verdes, donde las heces se concentran.

Con ese escenario la población más vulnerable son los niños, en especial en edades que
rondan los 4 años, por los hábitos propios de jugar al aire libre la mayor parte del tiempo, manteniendo un estrecho contacto con el suelo.

”Podemos estimar que más de 30 toneladas diarias de excremento canino es
volcado diariamente en la vía pública”, señaló Calandra. El siguiente paso fue estudiar al residuo en cuestión y sus posibilidades de aprovechamiento, para fomentar y alentar en los propietarios de perros el hábito de recoger las heces.

“Al estudiar los resultados arrojados por distintas muestras de heces que fueron analizadas en la Facultad de Edafología de la UBA, encontramos que este residuo podría servir como una buena materia prima para la elaboración de biogas, principalmente por su buena relación de carbono-nitrógeno. Lo que nos quedaba como tema pendiente era poder corroborarlo en la práctica a través de un ensayo en un biorreactor”.  De allí la intervención del GIDER en el proyecto.

“Los resultados obtenidos en el ensayo realizado por el ingeniero Martina y los demás investigadores fueron óptimos, por lo que estamos muy entusiasmados con las perspectivas futuras que pueda arrojar este trabajo”, finalizó Calandra, al tiempo que señaló que este proyecto se analiza presentarlo al Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

FOTO NOTA UNNE

 

 

 

 

 

Desarrollo de biodigestor para obtener biogas a partir de caca de perro.

Fotos: Revista CyT.