(19-10-2007. Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Alejandro Manrique)-. El doctor Fernando Raúl Colomb es director científico de las misiones argentinas al espacio dentro de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

Nació en Córdoba y se doctoró en física en la Universidad Nacional de La Plata. Fue investigador principal del CONICET. Participó de proyectos espaciales en la Argentina y en el exterior, siendo director de la CONAE en tres ocasiones. Ocupó cargos en organizaciones mundiales de astronomía y es autor de más de 60 trabajos publicados en revistas nacionales e internacionales de su especialidad.

En una entrevista con la Agencia CyTA Colomb destacó que la Argentina avanza en la construcción de satélites de distintas aplicaciones, además de tener convenios para futuros desarrollos en esa área de la tecnología. Entre esos convenios, se apunta a disponer de tecnología para el monitoreo de catástrofes y la evaluación permanente de nuestro planeta, con aplicaciones en la agricultura y la salud humana.

La exploración espacial, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, y el futuro del hombre fueron algunos de los temas abordados en este diálogo.

– ¿Cómo está posicionado actualmente nuestro país en lo que hace a la tecnología espacial?

Argentina no ha sido ajena al desarrollo espacial que se dio en el mundo y prácticamente desde los comienzos de la era espacial incursionó en diversas actividades, que culminaron con la creación de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (ex-CNIE) en 1991.

La CONAE es el único organismo competente para administrar, controlar, ejecutar, entender, diseñar, y gestionar actividades, emprendimientos y proyectos en materia espacial en todo el ámbito de la república y cuya misión es ejecutar el Plan Espacial Nacional que se considera política de estado.

– ¿Qué hechos importantes destacaría?

Hoy podemos mostrar con orgullo la puesta en órbita de tres satélites de comunicaciones, entre ellos el SAC-C, que va a cumplir siete años de continuo trabajo el próximo mes. Además, otros tres satélites se están construyendo en las instalaciones del INVAP de Bariloche; uno de ellos es el SAC-D, en asociación con la NASA, organismo que confía en instalar en él un costoso instrumento, cuyo control y adquisición de datos se realizarán en la moderna Estación Terrena de Córdoba.

– ¿Qué características tiene el SAC-D y cuándo se lanzará?

Mide 5 metros y pesa 1600 kilogramos. Será lanzado en 2010 y se podrán efectuar correcciones a su órbita.

– ¿Cuáles son los otros dos satélites en construcción?

Son los SAOCOM que, junto con los cuatro satélites italianos COSMO SkyMed, forman el Sistema Italo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE), que se ejecuta mediante un acuerdo especial de cooperación con la Agencia Espacial Italiana.

Los satélites radar argentinos e italianos que integran el SIASGE ayudarán en la evaluación y prevención de catástrofes, además de conservar el ambiente y mejorar la agricultura. Los beneficios que esperados son de tal importancia que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financió parte de la construcción de los componentes argentinos, hecho que no tiene antecedentes en la historia del organismo crediticio.

– ¿Cómo funciona este sistema de satélites?

Los satélites del SIASGE escudriñarán la superficie terrestre, a toda hora y en todo momento. La capacidad de estos satélites operando en forma conjunta les permitirá obtener imágenes del espacio cada 12 horas, tanto de día como de noche. La red se operará en forma conjunta con Italia, según acuerdos establecidos.

– ¿Cuál es la importancia del desarrollo?

Los radares del sistema SIASGE podrán visualizar la superficie del planeta sin importar las condiciones meteorológicas. Lo harán en dos bandas de microondas, una perteneciente a los satélites italianos y otra a la Argentina. Esta combinación de dos bandas nos permitirá identificar fenómenos complejos, como por ejemplo las inundaciones ocultas por los bosques. La banda en la que operarán nuestros satélites los convertirá en una gran herramienta para la actividad agropecuaria y la salud pública, especialmente en lo que hace a la capacidad de detección del agua y la humedad de los suelos.

– ¿Qué otras aplicaciones médicas resultan de la tecnología espacial?

Puede resolver problemas relacionados con la salud humana, como por ejemplo la medicina a distancia, las emergencias sanitarias o las epidemiologías, que se controlan con sensores a bordo de satélites para determinar parámetros ambientales y su vinculación con el desarrollo de enfermedades.

– ¿Cómo nace su vocación por la temática espacial?

En 1956 comencé a estudiar ingeniería y aprobé el examen de ingreso al recientemente creado Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF, hoy FAMAF), dirigido por Enrique R. Gaviola. Él fue profesor de física en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Córdoba y despertó en mí la vocación por la física y la astronomía.

– ¿Qué recuerda de esa época?

El lanzamiento del Sputnik en 1957 nos sorprendió en Tucumán y recuerdo las conferencias de Gaviola, tratando de explicar a alumnos y público en general cómo funcionaba un satélite y el impacto que causó en la prensa. En esa época concurría a la casa del doctor Landi Dessy, astrónomo argentino experto en el estudio de la Nube de Magallanes, para estudiar la posición y nombres de las constelaciones del Hemisferio Sur.

– ¿Qué desarrollos se gestaron en ese tiempo?

En 1956 visitó el Observatorio de Córdoba Josef Allen Hynek, astrónomo de Estados Unidos que más tarde se hizo famoso por aparecer en la película “Encuentros cercanos del tercer tipo”.

La idea de Hynek, apoyada por Gaviola, era instalar una estación de observación de satélites artificiales y formar grupos de jóvenes para observar su paso por el Hemisferio Sur. Por esa gestión se instaló la Estación Terrena de las Tapias, al norte de Villa Dolores (Córdoba), estación de rastreo satelital que permitió la instalación del primer reloj atómico en Argentina.

La búsqueda SETI

– Usted tuvo un activo rol en la radioastronomía y búsqueda SETI (búsqueda de inteligencia extraterrestre) a través de las iniciativas que promovió. ¿Podría comentarnos sobre esta actividad?

Básicamente es la detección de posibles transmisiones por parte de civilizaciones en planetas distantes. El gran desafío es buscar señales que sean caracterizadas como inteligentes, dado que no se conoce de antemano la dirección y el espectro usado, ni tampoco el método de comunicación a emplear.

– ¿Cómo colabora nuestro país?

Las actividades se centran en el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), organismo del que fui director hasta 1995. Nuestra posición es privilegiada, ya que en el Hemisferio Sur no existen muchos radiotelescopios. Desde 1992, mediante un convenio especial con la Sociedad Planetaria de los Estados Unidos, rastreamos el cielo austral en busca de señales procedentes del espacio exterior.

– ¿Qué opina de SETI@home, la iniciativa de la Universidad de Berkeley (USA) que permite a usuarios de computadoras contribuir en este tipo de búsquedas?

Creo que es un buen proyecto, inteligente. Se aprovecha la potencia de millones de computadoras en el proceso de cálculo y se le ofrece a la gente un estímulo en la participación de la investigación.

– ¿Nos contactaremos en algún momento con civilizaciones extraterrestres?

Es por cierto difícil, pero si no lo intentamos nunca lo sabremos con certeza.

– ¿Cómo ve el futuro del hombre?

Me adhiero a lo expresado por Julián Simon. [N.de R.: Julián L. Simon (1932-1998), fue profesor de Economía de la Universidad de Maryland, y promovió la desmitificación de la catástrofe demográfica, el agotamiento de los recursos y los alimentos].

– ¿Cuál sería su pronóstico?

A largo plazo, el nivel de vida continuará mejorando para la mayoría de la gente en casi todos los países, en forma continua e indefinida. Dentro de cien o doscientos años, casi todas las naciones y la mayoría de la humanidad estará en los niveles de vida actuales de los países occidentales, o por arriba de ellos.

– Un panorama esperanzador…

Sin embargo, mucha gente continuará pensando y diciendo que las condiciones de vida siguen empeorando.

– ¿Cómo influirá la ciencia en este aspecto?

La herramienta más poderosa que tiene el ser humano es la ciencia, que nos permitirá avanzar y descubrir otros entornos para habitar. Por ejemplo, los mismos estudios que hacemos en cambio climático, los podríamos llevar a cabo en Marte.

– ¿Viajaremos a otros planetas?

La exploración del espacio es un ejemplo más de que en general el hombre no está destruyendo la naturaleza sino que lo está evitando, a través de la ciencia y la tecnología. Algún fenómeno natural podría borrarnos de la faz de la Tierra, como ocurrió hace 65 millones de años cuando desaparecieron miles de especies, entre ellas los dinosaurios. Desapareció más del 80 por ciento de la vida existente en ese momento.

– ¿Nos extinguiremos como especie?

De lo único que estamos seguros es que dentro de unos 4.000 millones de años desaparecerá todo resto de vida, no sólo aquí en la Tierra sino también en el Sistema Solar, ya que el gran reactor nuclear que es el Sol habrá consumido todo el combustible.

Y es el momento en que el hombre, si quiere permanecer como tal, deberá emigrar a otros sistemas solares, de los cuales recién ahora está detectando su existencia.