Nuestro origen está en el polvo de estrellas y quizás allí esté también nuestro fin

(2/10/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir-María Cristina Chaler) – En la serie de notas publicadas en esta sección hemos transitado desde el átomo hasta la molécula, y desde ella, al conocimiento de la materia, su evolución y algunas de sus misteriosas propiedades.

En este momento, cabe preguntarnos de donde proviene la materia que nos conforma. La respuesta a esta inquietud nos lleva a las teorías del origen del Universo. Una de ellas, la más difundida y aceptada es la Teoría del Big Bang

Esta teoría sostiene que el universo se inició con una gran explosión a partir de un estado de masa concentrada en un punto pequeño de alta temperatura, llamada Huevo Cósmico, tan inestable que explotó. A partir de ahí salieron “disparadas” nubes de gas y polvo que se fueron enfriando durante la expansión y que conformaron al condensarse y calentarse, núcleos constituyentes de estrellas o soles y de galaxias universales.

Cuando en notas anteriores hablamos del color, recordamos que el rojo es el que posee menor frecuencia (ciclos por segundo) en comparación con el azul. Cuando un objeto luminoso se aleja de un observador, su color se va haciendo cada vez más rojo, pues al aumentar la distancia del punto de observación las ondas luminosas tardan cada vez más en llegar al mismo y, por lo tanto, la frecuencia “aparentemente” disminuye.

Lo de “aparentemente” se debe a que en realidad, con el alejamiento de una fuente luminosa, la frecuencia cambia en forma ficticia y sólo para quien observa, ya que en realidad, la luz es siempre la misma.

Para entenderlo mejor, pensemos en aquellos aviones de publicidad que pasan por las costas argentinas; el sonido (que también es una onda) se distorsiona con el movimiento haciéndose más agudo (con mayor frecuencia) cuando se acerca y más grave (con menor frecuencia) cuando se aleja. Esto se debe al llamado “efecto Doppler enunciado por el científico de ese nombre en 1842.

El hecho es que, cuando el color cambia al rojo nos esta indicando que hay un alejamiento de la luz, en cambio, si se hiciese más azul indicaría que la luz de esta acercando.

Basándose en estos principios, Edwin Hubble elaboró en 1929 una ley que dice que “la velocidad de alejamiento de una galaxia es proporcional a su distancia”. Esto explica que al observar las galaxias lejanas veamos que el color de las mismas cada vez resulta ser de un rojo más intenso. Y este hecho reafirma la teoría de Big Bang, según la cual a partir de una explosión inicial las galaxias se fueron alejando del punto de partida a gran velocidad.

Pero hay otras teorías sobre el origen del universo. Entre ellas, la de un Universo Estable en el que las galaxias se alejarían entre sí cada vez más. Las más alejadas irían a mayor velocidad (lo comprobamos con el acercamiento al rojo intenso). En esta teoría existiría un Horizonte del Universal en donde las galaxias se perderían. Y la materia perdida se compensaría con la creación de nuevas galaxias, de modo que este universo permanecería estable en cantidad de materia. Para esta teoría no habría existido el Big Bang, el Universo se habría mantenido siempre igual a través del tiempo. El cuestionamiento que se le hace a esta teoría es: ¿de dónde provendría entonces la nueva materia que regenera a la que se pierde?

Otra teoría sobre el origen del univero es la de un Universo Oscilante. Esta acepta la explosión del Big Bang, pero expresa que no necesariamente el universo debe expandirse siempre. En cambio, supone que en un momento el universo dejará de expandirse, se contraerá y hará una regresión hasta el punto de partida de masa infinita, para volver a explotar, y así sucesivamente permaneciendo en expansiones y contracciones.

El hombre es un ser conflictivo y en sus cuestionamientos se inquieta, duda e investiga.

A través de la historia siempre quiso saber de dónde provenía y hacia donde iba y esa curiosidad lo impulso hacia el progreso. Si aceptásemos todo tal como lo recibimos y no dudáramos de lo preestablecido no habría progreso. El científico posee un espíritu inquieto y cuestiona generando energías que lo mueven para alcanzar sus logros, que no son otros que el conocimiento.