Un consorcio internacional de científicos, que cuenta con participación argentina, identificó las regiones del ADN que parecen influir en la densidad de la barba y en otros parámetros del cabello, tales como las canas, los rulos y la tendencia a la calvicie.

(20/04/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. La barba de Miliki podrá haber tenido tres pelos, pero los genes que influyeron en ese rasgo físico parecen ser cuatro. Al menos, así se desprende de un estudio internacional que examinó en más de 6.000 voluntarios las regiones del genoma que influyen en la densidad de la barba y en otros parámetros capilares, tales como las canas, la forma, el color o la calvicie.

Los hallazgos podrían tener aplicación en medicina forense, para pronosticar el aspecto de un sospechoso a partir de muestras de ADN. Y también podría favorecer el desarrollo de productos cosméticos que alteren la apariencia a nivel de los folículos, por ejemplo, para estimular el crecimiento de la barba, retrasar el encanecimiento o interferir con la formación de rulos.

El estudio fue llevado adelante por un consorcio de 36 científicos provenientes de nueve países, entre ellos, cuatro de Argentina. Y expande el conocimiento sobre la participación de los genes en la distribución y las características de los cabellos de la cara y la cabeza, incluyendo la identificación de diez sitios en el genoma que influyen en diversas variables capilares y nunca antes habían sido descriptos, según informó a la Agencia CyTA-Leloir uno de los autores, el doctor Rolando González-José, director del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), que depende del CONICET y tiene sede en Puerto Madryn, Chubut.

Los investigadores realizaron análisis genéticos a muestras de pelo de 6.000 personas de Brasil, Colombia, Chile, México y Perú, con ancestros europeos, africanos y nativos americanos. Y correlacionaron los resultados con distintas variables del fenotipo o apariencia externa.

En el caso específico de la densidad de la barba, los científicos encontraron una asociación entre la abundancia (o ausencia) de la barba y la actividad de cuatro genes: EDAR, LNX1, PREP y FOXP2. De todos ellos, sólo el primero tiene una función conocida relacionada con los cabellos. En un estudio con ratones transgénicos, aquellos con una alteración en EDAR mostraron producir menor cantidad de pelo en la zona de la barbilla.

Los investigadores también localizaron genes específicos que se vinculan, por ejemplo, con las canas (IRF4), la calvicie (GRID1 y AR/EDA2R) y las cejas tupidas que se funden en una sola (FOXL2).

Esta información “también nos brinda mayor evidencia de cómo esos genes controladores han conferido rasgos físicos del humano y otros primates que, en el curso de su evolución, podrían haber ofrecido cierta ventaja adaptativa en algunos ambientes”, puntualizó por su parte otro de los autores, el doctor Mirsha Quinto-Sánchez, becario doctoral del programa de Becas Latinoamericanas del CONICET, adscrito al CENPAT.

El trabajo fue publicado en la revista científica “Nature Communications” y fue coordinado por el médico colombiano Andrés Ruiz-Linares, doctorado en genética en Cambridge y actual investigador del University College de Londres, en el Reino Unido. En declaraciones a The Verge, Ruiz-Linares aclaró que la presencia de estos genes no garantiza un rasgo físico definido, pero sí que aumenta la probabilidad respecto al resto de la población.

foto1

Los científicos identificaron las regiones del ADN que parecen influir en la densidad de la barba y en otros parámetros del cabello, tales como las canas, los rulos y la tendencia a la calvicie.