El “prohibido tocar” no va más: más de 25 museos de Argentina invitan a públicos de distintas edades a manipular todo tipo de objetos para aprender conceptos de física, matemática, biología y otras disciplinas.

(26/02/2014 – Agencia CyTA-Instituto Leloir)-. En la época de la revolución industrial, los museos de ciencia mostraban colecciones de objetos que debían ser observados a distancia. Hoy la situación es muy distinta: en la Argentina hay más de 25 museos interactivos que hasta ponen un cartel de “prohibido no tocar”.

“En las últimas décadas la relación entre los museos y el público ha experimentado cambios radicales. Es un fenómeno que ocurre a nivel mundial, incluyendo a la Argentina”, indicó a la Agencia CyTA Agustín Carpio, ingeniero químico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y presidente de la Asociación Argentina de Centros y Museos de Ciencia y Tecnología (AACeMuCyT).

Algunos de los museos que integran a AACEMUCYT son los “Hangares de la ciencia”, espacio interactivo del Programa de Divulgación y Enseñanza de las Ciencias de la Universidad Nacional de la Plata; el Museo Interactivo de Ciencia, Tecnología y Sociedad Imaginario de la Universidad Nacional de General Sarmiento; el Museo Interactivo de Matemática MATEUBA de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y el Museo de Física de La Plata.

“La escuela hoy no puede cubrir todo lo que las ciencias están avanzando. Por eso los museos son una herramienta ideal y complementaria para la enseñanza de las ciencia y la tecnología”, indicó Carpio, ex director del Museo “Puerto Ciencia” de Paraná.

En el Museo Experimental de Ciencias  de la Municipalidad de Rosario, por ejemplo, se pueden realizar experiencias prácticas de óptica, luz láser, energía estática, propagación de las radiaciones electromagnéticas y observaciones en telescopio y microscopio. “Vienen desde profesores hasta estudiantes de todos los niveles, tanto argentinos como extranjeros”, señala su director, el doctor Luis Neira.

Para el fundador y primer director de ese museo rosarino, el doctor en física Rubén Piacentini, aproximarse a la experimentación científica tiene un impacto directo en la vida cotidiana. “Un mejor conocimiento de la electricidad, por ejemplo, permite realizar un uso eficiente de los electrodomésticos y saber cómo funcionan los láseres ayuda a  entender parte de la tecnología de algunas intervenciones médicas”, destacó el actual director del Área Física de la Atmósfera y Radiación Solar del Instituto de Física Rosario, que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Rosario. 

 

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Experimento con láseres en el Museo Experimental de Ciencias  de la Municipalidad de Rosario.