Las infecciones hospitalarias son un verdadero problema para la salud pública. En la Argentina, el Senado sancionó en abril pasado una ley que establece la creación de un registro nacional de infecciones hospitalarias, pero para que se transforme en ley, aún falta la aprobación de la cámara de diputados. Su implementación permitirá la elaboración de estadísticas y la planificación de medidas, lo que impactará positivamente en la reducción de las tasas de infecciones hospitalarias, y su mortalidad asociada, indica un experto, el doctor Víctor Rosenthal.
 
(15/06/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller)-. De acuerdo con el doctor Víctor Rosenthal  en la Argentina “las infecciones hospitalarias causan la muerte de más de 100 mil personas al año. La estimación surge de la evidencia de que en terapia intensiva mueren uno de cada ocho pacientes a causa de las infecciones hospitalarias, y se internan en ese sector alrededor de 800 mil personas al año”.

Rosenthal es fundador y presidente de la Comunidad Científica Internacional para el Control de las Infecciones Hospitalarias -una red a la que están adheridos 500 hospitales de 200 ciudades, de 45 países, en 4 continentes- y consultor y editor de las normas de control de infecciones hospitalarias para la Organización Mundial de la Salud (OMS). En una entrevista con la Agencia CyTA afirmó que los datos estimados sobre infecciones intrahospitalarias en el país se basan en estudios realizados por el consorcio que preside y que fueron publicados en la revista científica American Journal of Infection Control, entre otras publicaciones internacionales. Y agregó: “La puesta en marcha de un registro nacional de infecciones hospitalarias ayudaría a evitar la mayoría de estas muertes, diminuiría el tiempo de internación de muchos pacientes y también se ahorrarían significativos gastos en salud.”

De ser aprobada, la ley de creación de un registro nacional de infecciones hospitalarias -impulsada por el senador Samuel Cabanchik- abarcaría a todos los hospitales y clínicas del país. Esta medida obtuvo media sanción en el Senado de la Nación (Argentina) el 12 de abril del presente año. Si logran finalmente convertirla en ley -aún falta que se apruebe en la cámara de diputados- todos los centros de salud deberán notificar los casos de infección hospitalaria a fin de crear estadísticas que serán reunidas en un registro nacional, dependiente del ministerio de salud de la Nación.

“Hay evidencias de otros países y organizaciones que demuestran que si se miden las infecciones hospitalarias éstas bajan en forma ineludible. Ello se ha demostrado en  Estados Unidos, en Alemania y en la red de INICC de países en vías de desarrollo, a través de estudios publicados en importantes revistas científicas internacionales.  Las conclusiones que genera la información sobre la cantidad y tipo de infección hospitalaria permite emprender acciones para reducirlas”, destacó Rosenthal quien el día 29 de marzo del presente año asistió a la reunión de la comisión de salud del Senado de la Nación, en carácter de consultor del Senador Cabanchik para presentar datos en defensa de la aprobación de dicha ley. Y agregó: “A través de esas mediciones se logran implementar medidas efectivas especificas para cada tipo de infección hospitalaria. Las infecciones principales en las unidades de cuidado intensivo son del torrente sanguíneo, la neumonía, y la infección urinaria; y sus causas principales son la falta de higiene de manos por parte del personal de la salud, el empleo de insumos sin una correcta limpieza, desinfección y esterilización y la falta de una técnica aséptica para el manejo de dispositivos tales como catéteres vasculares centrales, sondas y respiradores.”

Pero, ¿qué es una infección hospitalaria? “Consiste en la ‘entrada’ al organismo de microorganismos tales como Staphylococcus aureus, Pseudomonas aeruginosa, y Acinetobacter baumanii, entre otros, dada la falta de asepsia en procedimientos médicos. “Esos microorganismos pueden generar infecciones (bacteriemia, infección urinaria, neumonía, infección de herida, entre otras); lo que provoca el aumento de la longitud de estadía hospitalaria, mayores costos, y muertes”, explicó Rosenthal. Y continuó: “En algunos casos esas infecciones se tratan y se curan, pero entre el 40 y el 60 por ciento de los casos los pacientes mueren. La mayoría de las infecciones hospitalarias se producen en unidades de cuidados intensivos y en quirófanos.”

Países en desarrollo

Más de 300 estudios científicos de INICC publicados desde 1998, en revistas científicas y congresos internacionales, revelan que las tasas de infecciones hospitalarias son entre 3 y 5 veces superiores en los hospitales de países en desarrollo que en los de países desarrollados tales como Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental y Oceanía. Esta cifra estimada por primera vez por INICC en 1998, fue nuevamente publicada por INICC en el 2011 en la revista científica American Journal of Infection Control y es resultado de una investigación aun mayor a las previas, efectuada ahora en 422 unidades de cuidados intensivo de 36 países tan diversos como Argentina, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Grecia, India, Jordania, Kosovo, Líbano, Lituania, Polonia, Tailandia, Túnez, Turquía, Venezuela y Vietnam, entre otros.

“Si tenemos en cuenta que la tasa de mortalidad debida a las infecciones en los países en desarrollo también es alarmante, es urgente que avancemos  en la comprensión de la epidemiología y el control de infecciones hospitalarias en miles de hospitales que afectan a millones de pacientes de escasos recursos”, indicó Rosenthal.

Reducción efectiva de infecciones hospitalarias

Mediante la implementación de programas de control de infecciones que incluyen la capacitación de personal médico y de enfermería, la vigilancia de infecciones y procesos, y la retroalimentación de los datos hacia el personal de salud, es posible reducir las tasas de infección hospitalaria en forma significativa y rápida, indicó Rosenthal.

En esa dirección, un estudio científico de la edición de diciembre de 2010 de la revista científica Infection Control and Hospital Epidemiology mostró cómo un paquete de medidas logró reducir el 54 por ciento la incidencia de infecciones del torrente sanguíneo y el 58 por ciento la mortalidad en unidades de cuidados intensivos de hospitales de 15 países en desarrollo, entre los que se encuentran Argentina, Brasil, Colombia, India, México y Perú.

“Este programa apuntó al entrenamiento de médicos y personal de enfermería para que cumpliesen las normas de control de infecciones –basadas en evidencia científica- que se deben aplicar en el cuidado médico y de enfermería de los pacientes a fin de evitar las infecciones de torrente sanguíneo”, destacó Rosenthal y explicó que algunas de las normas de control de infecciones recomendadas son la higiene de manos antes de insertar los catéteres vasculares, el uso de barrera máxima (bata, guantes y campo estériles, barbijo, gorra) el empleo de gasa estéril, la aplicación de antisépticos en el punto de inserción del catéter, usar discos impregnados con clorhexidina en el sitio de inserción, retirar los catéteres lo antes posible y usar sueros con sistema cerrado, entre otras medidas.

Para Rosenthal, que la Argentina cuente con un registro nacional de infecciones hospitalarias significa “reducir en forma significativa las tasas de infecciones hospitalarias, y su mortalidad asociada”. Y agregó: “Asimismo me siento muy orgulloso por el hecho de que en mi propio país tres grupos están trabajando en forma muy activa y efectiva en la prevención de las infecciones hospitalarias desde hace décadas. Estos grupos -todos ellos complementarios, necesarios y con un excelente desempeño- son la Asociación Argentina de Enfermeros en Control de Infecciones (ADECI), la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y mas recientemente el Programa Nacional de Vigilancia y Control de Infecciones (VIHDA).”

RECUADRO Resistencia de microorganismos a los antibióticos

Desde que el científico Salvador Luria, descubriera -junto a Max Delbrück- en la década de 1940 que la mutación genética es el factor principal que otorga resistencia a las bacterias, el conocimiento sobre ese mecanismo se fue ampliando. Sin embargo, la resistencia de las bacterias y otros microorganismos a los antibióticos está aumentando.

“Existen distintos mecanismos por los cuales una bacteria puede volverse resistente a un antibiótico. Uno de ellos consiste en la adquisición de información genética mediante un proceso denominado conjugación plasmídica. Algunas bacterias poseen elementos extracromosómicos de ADN circular llamados plásmidos. Estos pueden contener información genética de distinta naturaleza, incluyendo genes de resistencia a antibióticos. Si una bacteria resistente contacta a una sensible, la primera puede transferirle su plásmido a la segunda mediante conjugación, transformándola en resistente. Este tipo de generación de cepas resistentes ocurre cuando aumenta la probabilidad de que distintas cepas o especies bacterianas entren en contacto, por ejemplo en brotes hospitalarios a partir de pacientes sometidos a tratamientos prolongados con antibióticos”, explicó a la Agencia CyTA el doctor Rodrigo Sieira, investigador de CONICET en el laboratorio de Genética y Bioquímica de Rhizobacterias en la Fundación Instituto Leloir.

Otro mecanismo consiste en la adquisición gradual de resistencia a antibióticos debido al surgimiento de mutaciones en el material genético. “Las bacterias son organismos unicelulares que se reproducen a gran velocidad, generando una progenie de millones de individuos en períodos de tiempo relativamente cortos. Debido a errores que ocurren normalmente durante la replicación del ADN, se producen mutaciones al azar que determinan que en una población bacteriana exista una variabilidad genética entre sus individuos. Es decir, algunas bacterias contendrán modificaciones en su ADN que pueden alterar la estructura de determinados genes. Los antibióticos son moléculas que interfieren específicamente con alguna función vital bacteriana. Dado que todos los procesos fisiológicos se hallan codificados en los genes de la bacteria, si una mutación al azar modifica el gen sobre el cual actúa un determinado antibiótico, la bacteria portadora de dicha mutación se transformará en resistente”, explica Sieira. Y subraya: “Es importante aclarar que los antibióticos no generan resistencia, la bacteria portadora de la mutación es resistente en forma previa, aunque nunca haya sido expuesta al antibiótico. Lo que ocurre es que al aplicar el antibiótico, las bacterias que portan mutaciones que las hacen resistentes tendrán una ventaja adaptativa con respecto al resto. En forma análoga a la selección natural, aquí se producirá una selección artificial, las bacterias portadoras de la mutación sobrevivirán y el resto morirá. Las probabilidades de que ocurra este tipo de generación de resistentes aumentan cuando no se aplica en forma adecuada un tratamiento con antibióticos. Si no se respeta la duración del tratamiento o el tiempo transcurrido entre tomas, el antibiótico no llegará a tener la concentración efectiva necesaria y se pueden seleccionar artificialmente bacterias que posean una resistencia parcial, las cuales pueden actuar como sustrato para la acumulación de mutaciones que generen bacterias con una resistencia mayor. Es por esto que es necesario generar conciencia en los pacientes para evitar la automedicación y para que respeten las indicaciones del médico.”

En este sentido, el investigador del CONICET considera que es fundamental que se tomen medidas para evitar el uso indiscriminado de antibióticos. “El desarrollo de nuevas generaciones de antibióticos será beneficioso siempre y cuando se tomen medidas para evitar la propagación de cepas multirresistentes en infecciones intrahospitalarias y se genere conciencia en los pacientes para evitar la automedicación y respetar las indicaciones del médico”, concluyó.

 

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La bacteria Staphylococcus aureus es un tipo de bacteria que provoca infecciones hospitalarias.

Créditos: CDC, Janice Haney Carr, Jeff Hageman, M.H.S.

 

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El científico Salvador Luria, descubrió -junto a Max Delbrück- en la década de 1940 que la mutación genética es el factor principal que otorga resistencia a las bacterias.

Créditos: Museo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)