En las últimas décadas, se ha registrado un notable impacto de los cambios ambientales en la salud humana. Un experto en la materia afirma que las enfermedades infecciosas deben ser abordadas desde un enfoque integral que abarque tanto la salud como el ambiente.

(07/04/09 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – “A principios de la década del 70, la Organización Mundial de la Salud y las autoridades de salud pública de los Estados Unidos habían decidido que se podían resolver los problemas de las enfermedades infecciosas con vacunas y medicamentos, y que las acciones debían concentrarse en las enfermedades crónicas”, indica Jonathan Patz, experto en epidemiología de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, y presidente de la Asociación Internacional de Ecología y Salud. Y agrega: “Sin embargo, muchas enfermedades infecciosas están ligadas a las condiciones del ambiente y nos hemos dado cuenta que no podemos confiar únicamente en las vacunas y los fármacos para combatirlas”.

En una entrevista publicada en la edición de marzo de la revista científica francesa Biofutur, Patz señala que es necesario desarrollar un enfoque más integrado que establezca puentes entre las disciplinas, “especialmente entre ecología y salud pública” a fin de comprender los problemas desde su raíz.

“Debemos tratar de anticiparnos a la emergencia de este tipo de enfermedades. Para ello, es preciso comprender los factores ecológicos que contribuyen a la eclosión de una epidemia. No podemos esperar a que se produzca para recién después reaccionar. Tenemos que ser proactivos y preventivos en vez de resolver los problemas cuando ya es un poco tarde”, indica Patz quien toma como ejemplo la epidemia del paludismo en algunas regiones del Amazonas.

“¿Por qué tenemos una epidemia de paludismo ¿Un cambio en el empleo de los suelos habrá favorecido la emergencia de una especie peligrosa del mosquito?”, se pregunta el especialista. Y continua: “Y bien, eso es exactamente lo que hemos visto en el Amazonas peruano donde parece que la deforestación aumenta la abundancia del mosquito Anopheles darlingi, un vector de esa enfermedad. Nosotros pensamos que estos cambios en su hábitat impactan en el desarrollo del paludismo”.

Es desde esta perspectiva, que Patz sostiene que se deben establecer políticas de conservación y de usos del suelo para prevenir los factores que podrían ser precursores de una epidemia. “La deforestación y los cambios en el uso de los suelos afectan no solamente la ecología y la biodiversidad, sino también la salud humana”, enfatiza el investigador quien considera que queda un largo camino por recorrer para que los estudios que muestran la relación entre salud y cambios en el ambiente se traduzcan en acciones políticas.

Para Patz, los ministerios de salud y de ambiente deberían trabajar juntos. “Tiene que haber un cambio tanto en la academia como en los gobiernos. No debemos escondernos en los pequeños nichos de nuestras disciplinas. Tenemos que colaborar más porque los problemas actuales son muy complejos para que una sola disciplina pueda resolverlos”.

Una posición similar mantuvo la doctora Lilian Corra, fundadora y presidente de la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente en una reciente entrevista concedida a la Agencia CyTA: “La Argentina, a principios de la década del 90 era un país libre de dengue, de malaria y de fiebre amarilla. Esta situación se derivaba de las políticas de salud pública e higiene que se aplicaron en la primera mitad del siglo XX. Actualmente no podemos decir lo mismo. El manejo de la tierra, la deforestación y el desmonte de la selva para usos agropecuarios, el uso indiscriminado de plaguicidas y el crecimiento de la urbanización contribuyen a modificar la distribución de los vectores transmisores de enfermedades”.

Desde el punto de vista de la experta, lo que se registra en el país, así como a nivel global, es el aumento de la carga ambiental de la enfermedad. “Lo que generalmente se conoce como cambio climático, desde el área de salud y ambiente, lo llamamos cambios globales. No se trata sólo del aumento de la temperatura global y sus efectos sobre el clima, sino de los problemas ambientales provocados directamente por dos factores principales: el crecimiento poblacional y la actividad humana”, enfatizó la doctora Corra.