En el editorial de la edición “on-line” de Nature del 7 de mayo, se afirma que el sistema de investigación científica de Francia está listo para aceptar una reforma. No obstante, a pesar del reconocimiento del desempeño de la ministra de Ciencia, se estima que el camino no está libre de escollos.

(14/05/08 – Agencia CyTA-Instituto Leloir) – El autor reconoce que el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy ha elegido a la investigación científica como una de sus prioridades. “La ciencia y la educación superior, largo tiempo relegada a jóvenes ministros de escasa trayectoria, han sido investidas de un ministerio solvente”, afirma. También reconoce que la ecología y el desarrollo sustentable han puesto al tope de la agenda, debates postergados sobre el cambio climático y la energía. El estado ha elevado los fondos para la ciencia y ha comenzado a modernizar los métodos de gestión de la investigación.

Asimismo, recuerda que el gobierno de Sarkozy aprovechó su período poseleccioanario para transferir poder, a través de leyes, de las organizaciones de investigación gubernamentales, como el Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) y el Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica (INSRM, por sus siglas en francés) hacia las universidades. La medida otorga a las casas de estudio, mayor independencia para manejar sus propios presupuestos, para fijar sus propias estrategias científicas y para contratar investigadores con salarios basados en el mérito.

Los intentos para modificar el “status quo”originaron protestas y frecuentes pérdidas de reputación política. A juicio del autor, la “naive” interpretación de la igualdad que prevalece en Francia, donde la mayoría de los investigadores son empleados públicos con escalas de remuneraciones idénticas, considera como un tabú, las competitivas universidades de los países anglosajones.

Si bien los estudiantes protestaron por la nueva ley, la ministra de ciencia, Valérie Pécresse, los confrontó con un espíritu resolutivo, al tiempo que les otorgaba concesiones menores. “Cuarenta años después de las protestas de Mayo del 68, los franceses no han perdido el gusto por la revuelta, pero parecen estar aceptando lentamente que la reforma universitaria es inevitable e impostergable”, sostiene el editorial.

Con la nueva norma, las universidades tendrán una mayor participación en la labor de los 1.300 laboratorios que administran conjuntamente con las agencias de investigación. Gracias al empuje de la Agencia Nacional de Investigación (ANR, por sus siglas en francés), creada en 2006 para otorgar fondos en base a propuestas competitivas, los laboratorios universitarios y los jóvenes investigadores estarán menos atados a los fondos provistos por las agencias, que giran aportes directamente a los laboratorios.

Sin embargo, “Nature” presume que ese cambio de estatus tomará años en dar sus frutos, ya que “la mayoría de las universidades francesas está en un estado deplorable”. El gobierno ha concretado la reforma con 5 billones de euros (8 billones de dólares estadounidenses), pero el costo de cubrir las negligencias del pasado desafía una expansión inmediata de la investigación y el reclutamiento de talentos de primer orden.

Eso significa que la modernización de las agencias de investigación sigue siendo un imperativo. La bienvenida reestructuración de la fragmentada investigación biomédica de Francia ha comenzado con una modesta reforma del INSERM, la agencia nacional de investigación biomédica, anunciada en marzo. Transformada en ocho institutos temáticos, reagrupará y concentrará la investigación actualmente diversificada en el CNRS y otras agencias. Una modernización similar del CNRS, a efectivizarse en junio, lo transformará en varios institutos, cada uno de los cuales manejará sus propios institutos y estrategias de largo plazo.

Según “Nature”, todavía no está claro de qué modo las renovadas agencias de investigación cohabitarán con las ahora poderosas universidades. Los científicos deberán vigilar una armonización entre las agencias, las universidades y la ANR.

Las agencias de investigación tienen muchos méritos. Los aportes a los laboratorios proveen estabilidad y oportunidades para la toma de riesgos. La joven ANR, en opinión de algunos críticos, está demasiado orientada hacia los grandes temas nacionales estratégicos en detrimento de la investigación básica seleccionada por los investigadores.

La reforma del INSERM no alcanza para resolver el problema básico de la investigación biomédica francesa: con escalas fijas de sueldos y lentos procedimientos de reclutamiento hacen que a Francia le resulte casi imposible un desafío en el competitivo mercado de trabajo internacional.

Según el editorial, la introducción de prácticas más flexibles para la incorporación de científicos a las universidades no alcanza. Por eso, sostiene, que a pesar de que para Pécresse, la reforma es un “fait accompli” (hecho consumado), todavía va a correr mucha agua bajo el puente.