El vínculo entre inmunología y nutrición fue el tema central del Primer Simposio Internacional de Inmunonutrición realizado del 16 al 19 de abril en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.

(30/04/08 – Agencia CyTA, Instituto Leloir. Por Cristina Gozzi) – Organizado por las sociedades argentinas de Investigación Clínica, de Pediatría, de Nutrición, conjuntamente con la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el Primer Simposio Internacional de Inmunonutrición fue un punto de encuentro entre médicos, nutricionistas y fabricantes de alimentos y bebidas.

“Para tener salud, el eslabón clave es el estado nutricional”, afirma la doctora Nora Slobodianik, presidenta del encuentro. “De él depende en grado sumo, la vulnerabilidad a las enfermedades, sus expresiones clínicas y sus consecuencias”, acota.

Pero no sólo el aporte de energía y nutrientes están en juego, también influye su digestión, absorción y utilización. “Y en ese proceso, factores como la contaminación y las infecciones, también cuentan”, destaca la docente, titular de la cátedra de Nutrición de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.

“Para lograr un buen estado nutricional, existen una serie de recomendaciones en cuanto a ingesta de energía y nutrientes específicos, que deben ser conocidas y manejadas por la población general. Estas necesidades están establecidas para los diferentes grupos de edad y situaciones fisiológicas, como embarazo y lactancia. Por el contrario, no han sido determinadas para diversas situaciones patológicas”, afirma Slobodianik.

Recuerda que el organismo dispone de una serie de mecanismos que protegen contra los agentes foráneos que pueden causar enfermedades. “La dieta en conjunto y sus componentes en particular, desempeñan un papel crítico en el desarrollo y mantenimiento de los mecanismos de defensa”, destaca. Al respecto, hace hincapié en que los desequilibrios nutricionales, tales como deficiencias o excesos crónicos, trastornos de la conducta alimentaria, obesidad, hipertensión arterial, consumo excesivo de alcohol o ejercicio físico intenso, pueden conducir a una mayor incidencia de infecciones con aumento en la mortalidad, en particular en los grupos vulnerables.

En lo que respecta a la acción inmunomoduladora (activadora de los mecanismos de defensa del organismo) de los diferentes nutrientes, Slobodianik afirma que está demostrada la de la glutamina, arginina, nucleótidos, ácidos grasos esenciales, zinc, selenio, cobre, hierro, magnesio, vitamina A, vitamina C, vitamina E y algunas del complejo B. “Estudios clínicos en curso están analizando la potencial acción inmunomoduladora de otros componentes de la alimentación, como los carotenos, la vitamina D, los prebióticos, probióticos y los polifenoles”, acota.

Por su parte, la doctora Ascensión Marcos, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición, se refirió al papel de los aminoácidos. “Habrá que tenerlos en cuenta por sus propiedades. Producen un efecto hipnótico y sedante, mejora de la memoria, favorece la recuperación de la fatiga mental, estimula el sistema inmunitario y retarda el envejecimiento”, dijo.

En cuanto a los alimentos fortificados –un tema de su especialidad– sostuvo que “el futuro de la investigación referida a inmunonutrición va a estar relacionado con sus efectos sobre las enfermedades autoinmunes, alergias, infecciones y cáncer. Aunque reconoció que todavía hay mucho para trabajar “in vitro”, opinó que habrá que analizar también el género. “Hay muchas diferencias respecto de la cantidad, la edad, la propia genética y el tiempo de consumo”, acotó.

Por su parte, la doctora Mireille Dardenne, nutricionista del Hospital Necker de París, Francia, se refirió al rol del zinc en las diferentes etapas de la vida. “Es un micronutriente esencial, necesario para el crecimiento, el desarrollo y la función inmunológica”, afirmó. Recordó que está presente en los mariscos, hígado de ternera, germen de trigo, cereales, carne, huevos y productos lácteos.

La especialista enfatizó que el requerimiento de zinc aumenta a medida que pasan los años y que la absorción depende de la dieta. “Para prevenir infecciones, se recomiendan 20 mg por día, divididos en 3 ó 4 ingestas”, manifestó. Pero alertó que la ingesta de alcohol es un factor negativo respecto de su biodisponibilidad. Asimismo, destacó que a partir de la madurez se necesitan 25 mg diarios. Al respecto, afirmó que puede mejorarse la calidad de la dieta con productos fortificados o con suplementación. No obstante, aclaró que ninguna dosis sustituye el aporte de los alimentos.

A manera de síntesis, el profesor Alfredo Martínez del Departamento de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Navarra, España, destacó la importancia de incluir un completo estudio de la valoración del estado nutritivo al hacer un diagnóstico clínico.

Como quedó demostrado en este Simposio, el buen funcionamiento del sistema inmunológico y por ende, la salud, están íntimamente ligados a lo que elegimos en la góndola.