El retraso en el diagnóstico y el tratamiento de los casos de tuberculosis significa riesgo sanitario para la población. Se necesitan campañas de divulgación para que la gente se acerque al servicio de salud más próximo ni bien detecte alguno de los síntomas.

(28-2-08 – AGENCIA CyTA – Instituto Leloir) – A pesar de que la incidencia de la tuberculosis (TB) bajó de 38.1 a 31.1 cada 100.000 habitantes entre 1999 y 2004, sigue siendo un problema de salud significativo en nuestro país. De hecho, las variaciones del promedio de notificaciones de casos entre las provincias se han incrementado. Se asume que la crisis socio-económica vivida entre 1990 y 2002, que confinó al 57.5% de la población debajo de la línea de pobreza y que aumentó la demanda de los deteriorados servicios asistenciales, debe haber contribuido al incremento de las demoras en el diagnóstico y tratamiento de la TB, una enfermedad infecciosa causada por el bacilo de Koch y felizmente, curable con antibióticos.

Tratándose de una enfermedad que se contagia a través del esputo, cada enfermo sin diagnóstico y tratamiento significa un riesgo sanitario para la población en la que vive. Por ese motivo, el Programa Nacional de Control de Tuberculosis de Argentina está poniendo atención en reforzar las acciones de vigilancia de la TB en las zonas consideradas de mayor prioridad, como por ejemplo, aquéllas donde se superan los 42 casos cada 100.000 habitantes o se registran más de 270 por año. En ese contexto, el trabajo de evaluación sobre las demoras en el diagnóstico y tratamiento de la TB realizado por científicos argentinos y recientemente publicado en el Internacional Journal of Tuberculosis and Lung Disease es de suma utilidad a la hora de planificar el control de la enfermedad.

Según el trabajo coordinado por la doctora Elsa Zerbini, Directora del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias “Dr. Emilio Coni”, dependiente de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán” y Directora del Programa Nacional de Control de Tuberculosis en Argentina, la metodología utilizada para la investigación fue un corte transversal que incluyó una revisión retrospectiva de registros médicos y entrevistas a pacientes atendidos entre el 1 de abril y el 15 de noviembre de 2005 en servicios de salud públicos de cuatro provincias, representativas de sus respectivas regiones en términos geográficos y socio-económicos: Buenos Aires, Santa Fe, Jujuy y Santa Cruz

La mayor demora es la del paciente

Se estudiaron 243 pacientes de edades promedio de 40 años con tuberculosis pulmonar baciloscopía positiva. Entre los síntomas de la TB reportados, el 72% adujo tos; el 63%, catarro; el 51% fatiga, el 50%, pérdida de peso; el 46%, fiebre y el 46%, pérdida de apetito. De todos ellos, el 37,9% asociaba sus síntomas a un resfrío, el 13,6% al cigarrillo; el 12,8% a la fatiga; el 10,7% a la neumonía y sólo el 9,5% a la TB. Los autores del trabajo admiten que este es un indicio de una falta de información acerca de la TB en la comunidad.

Se comprobó que la mayoría de los enfermos había concurrido a los hospitales o centros de salud públicos más cercanos al lugar de residencia. Los que no asistieron a la consulta al servicio de salud más cercano adujeron que preferían hospitales especializados, que no confiaban en la calidad de los servicios y que tenían dificultades para llegar a los horarios de apertura.

Se observó que las demoras por parte del enfermo variaban entre 31 y 58,8 días Se comprobaron asociaciones entre demoras mayores a 30 días y la residencia en la provincia de Jujuy, donde la demora del enfermo es más evidente, sobre todo en edades superiores a los cincuenta años, sea por falta de transporte para concurrir al servicio de salud más cercano o por el malestar provocado por la presencia de tos.

En lo que respecta al acceso a la consulta, las demoras, o sea, el tiempo transcurrido entre la primera visita a un servicio de salud público y el diagnóstico de TB por el médico, oscilaban entre 12,5 y 32,6 días.

Los pacientes tuvieron su diagnóstico médico en un promedio de cinco días y la obtención del resultado bacteriológico del laboratorio no sobrepasó los cuatro días, valores aceptables en comparación a otros países del mundo.

A pesar de que el promedio de la demora diagnóstica total, o sea, el tiempo transcurrido entre que el paciente percibió los síntomas y el médico realizó el diagnóstico de TB fue de 92.1 días, la media de la demora en iniciar el tratamiento, una vez diagnosticado el caso de TB, fue menor a un día.

Como en los lugares donde se realizó el estudio, la tardanza en el diagnóstico está principalmente asociada a la demora del enfermo en demandar asistencia; y sabiendo que esa circunstancia se traduce en un riesgo de exposición para la población, los autores sostienen que es necesario reforzar los controles de la TB en las áreas seleccionadas, poniendo especial énfasis en las campañas de salud que ayuden a detectar sus síntomas y motiven a la gente a demandar asistencia lo más rápido posible.

Siendo que la tuberculosis es curable y la intervención temprana con drogas específicas reduce el período de transmisión, es imperdonable que todavía, la gente sufra y muera mucho antes de lo que permite la expectativa de vida en el país.