Las Cataglyphis fortis, unas hormigas que viven en el desierto del Sahara, el más grande y caluroso del mundo, cuentan la cantidad de pasos que dan desde que salen del nido hasta que encuentran su alimento. Esto les permite calcular, tras seguir un desordenado camino, la distancia precisa de la línea recta que deben seguir para volver rápidamente a su refugio antes de que las altas temperaturas las eliminen, según reveló una investigación realizada por científicos alemanes y suizos.

(1/6/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – En el desierto del Sahara, el más grande del mundo, viven las hormigas Cataglyphis fortis, una especie que tiene la particularidad de regresar en línea recta a su nido tras encontrar alimento luego de haber recorrido un camino irregular en un paisaje sin puntos de referencia.

Era sabido que las hormigas podían determinar la dirección que adoptaban al seguir determinado trayecto gracias a su sistema visual y al patrón de luz polarizada del cielo. Lo que no se sabía era cómo calculaban la distancia que debían recorrer.

Durante mucho tiempo, más de un siglo, los mirmecólogos, especialistas en hormigas, se preguntaban cómo lograban esos insectos calcular la distancia que tenían que recorrer para volver a su refugio. Los resultados de una investigación publicada en la revista científica Science respondieron el misterio al revelar que las Cataglyphis fortis “cuentan” la cantidad de pasos que dan cuando salen de sus nidos.

“El trabajo de Harald Wolf, investigador del departamento de Neurobiología de la Universidad de Ulm, Alemania y sus colegas de la Universidad de Zurich, Suiza, demuestran que esas hormigas del desierto del Sahara poseen un ‘pedómetro’ o ‘contador de pasos’ que registra los pasos realizados. En base a esta información y a determinadas claves visuales del cielo, las Cataglyphis fortis calculan la distancia precisa que los separa del nido al cual regresan siguiendo una línea recta”, señala Pablo E. Schilman, investigador argentino especializado en comportamiento y fisiología de insectos de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos.

Según el especialista esas hormigas salen a buscar alimento al mediodía. “En uno de los lugares más calientes del planeta, a esa hora el calor es abrasador (la temperatura excede los 60 °C) y los bichos que no se refugiaron a tiempo mueren. Precisamente en ese momento las hormigas Cataglyphis salen de su nido en busca de alimento. Corren en todas las direcciones posibles para aumentar la probabilidad de encontrar un bicho muerto. Una vez que logran su objetivo, regresan al nido de la forma más rápida posible, o sea en línea recta. Si no regresan a los pocos minutos a un lugar más fresco como el nido ellas también mueren”.

El experimento de los zancos

El experimento que realizaron los científicos encabezados por Harald Wolf se apoyó en la hipótesis de que esas hormigas cuentan y suman los pasos que dan en cada uno de los tramos que recorren en el camino irregular que las lleva al alimento. Esto les permite calcular la distancia de la línea recta que deben seguir para llegar a su nido.

La hipótesis fue formulada en 1904 por el francés Henri Pierón, psicólogo que estudió el sentido de la orientación de las hormigas Cataglyphis fortis, pero recién más de un siglo después fue confirmada mediante la realización de un simple y elegante experimento de Wolf.

Schilman explica: “Si esa hipótesis era correcta, se podían hacer las siguientes predicciones: Si un grupo de esas hormigas es colocado en un tubo recto a diez metros de distancia del alimento, recorrerán la misma distancia para regresar a su nido, pero si a algunas hormigas se les acortan las patas una vez que encuentran el alimento, al regresar recorrerán una distancia menor, porque llevaran a cabo la misma cantidad de pasos pero de menor longitud cada uno. Lo contrario sucedería si se les alarga las patas”.

Efectivamente sucedió eso. Las Cataglyphis fortis, cuyas patas no fueron manipuladas, recorrieron diez metros al regresar de la fuente de alimento; aquellas cuyas patas fueron acortadas se detuvieron tras recorrer aproximadamente seis metros, mientras que las hormigas cuyas patas fueron alargadas como si fueran zancos, caminaron alrededor de quince metros.

Las hormigas no cuentan los pasos de la forma en que lo hacen los seres humanos, pero al parecer cuentan en su interior con un pedometro, es decir, con un sistema biológico que funciona como una “calculadora” que “memoriza” los pasos que se dan hasta encontrar el alimento.

\”El próximo paso sería tratar de desentrañar el mecanismo que les permite a las hormigas contar los pasos. Quizás comprendiendo cómo se realiza un cálculo en un cerebro mucho más simple (con una cantidad muchísimo menor de neuronas y conexiones neuronales), como el de una hormiga, nos ayudaría a entender un poco más como funciona nuestro propio cerebro\”, concluye Schilman.