Expertos en biología vegetal, que trabajan en centros de investigación en Estados Unidos, identificaron un mecanismo clave que determina el crecimiento de las plantas. Descubrieron que, de acuerdo con los cambios del ambiente, la epidermis de las plantas libera brasinoesteroide, una hormona que estimula el crecimiento celular.

(11/4/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller)– La hormona denominada brasinoesteroide es la que inicia los procesos fisiológicos que permiten el crecimiento de las plantas, sin embargo, por mucho tiempo no se ha sabido en qué parte de las plantas se origina la señal que da lugar a la liberación de esa hormona.

¿En la epidermis, que es la piel cerosa y protectora, o en los tejidos internos, es decir, el tejido mesófilo, que contiene los cloroplastos de la planta -células que realizan la fotosíntesis- y el tejido vascular a través del cual se transporta el agua y los nutrientes?

“Ha sido una cuestión de cierto debate por mucho tiempo si una de estas capas controla el crecimiento vegetal o si las tres capas tienen que funcionar juntas”, afirma la investigadora Joanne Chory del Laboratorio de Biología de Plantas del Instituto Salk de California en San Diego, quien también realiza estudios apoyados por el Instituto Médico Howard Hughes.

Chory y un equipo de colegas demostraron que la señal para el crecimiento se origina en las células de la epidermis. Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en la revista científica Nature.

Enanas que crecen

Mediante el empleo de técnicas genéticas, los científicos promovieron la producción de la hormona brasinoesteroide en las células de la epidermis de plantas Arabidopsis enanas, como consecuencia las plantas alcanzaron un tamaño normal.

Además de este hallazgo, Chory y el equipo de investigadores encontraron genes en la epidermis de esas plantas, cuya expresión bloquea la producción de esa hormona y por lo tanto restringe el crecimiento de todos los tejidos de la planta.

La ruta de la hormona

El nuevo descubrimiento permite comprender el camino que recorre la brasinoesteroide, una potente hormona de crecimiento involucrada en la respuesta de la planta a la luz. “Nuestros estudios demuestran que las células de la epidermis `hablan´ con las células de las capas internas, comunicándoles que ellas también deben expandirse”, destaca Chory.

Según la experta, la epidermis externa, que ayuda a las plantas a conservar el agua y a regular el intercambio de gases, desempeña claramente la función de guardia ambiental. Esta epidermis comunica a los tejidos de la planta si las condiciones ambientales son las apropiadas para aprovechar el día para crecer o para retrasarse bajo condiciones menos apropiadas.

Si bien los resultados del trabajo implican un importante avance científico en el campo de la biología vegetal, Chory y sus colegas subrayan que aún son necesarias investigaciones adicionales a fin de comprender cómo interactúan las diversas hormonas de las plantas. El conocimiento de ese proceso permitirá revelar cuáles son los mecanismos que determinan la forma y el tamaño que adquieren.

“Si queremos alimentar a más de nueve mil millones personas para el año 2050, necesitamos entender los mecanismos básicos del crecimiento vegetal. Este conocimiento nos dará, en última instancia, la capacidad de aumentar la producción”, señala Chory.

No obstante lo auspicioso del avance científico para evitar el hambre en el mundo, sería además necesario que la sociedad de las naciones se pusiera de acuerdo para aplicar políticas económicas y sociales a nivel mundial a fin de generar una distribución más equitativa de las riquezas.