El 60 por ciento de las personas que padecen SIDA en el mundo viven en África. El dato surge de un informe reciente sobre la salud en ese continente donde viven 738 millones de personas, el 11 por ciento de la población mundial. Cada año mueren 3 millones de personas por esta y otras enfermedades que serían prevenibles o curables. Según otro informe, el modelo de atención en salud en ese continente tiene pocos recursos y resabios de la época colonial.

(13/3/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Un informe sobre la salud en la región africana recientemente elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que el 72 por ciento de las muertes que se producen en ese continente se deben a enfermedades transmisibles como el SIDA, la tuberculosis, el paludismo, las infecciones respiratorias y otras enfermedades infecciosas, muchas de las cuales podrían ser evitadas con programas de prevención o tratamientos adecuados. Sin embargo, esas enfermedades se cobran tres millones de vidas cada año en un continente donde el 45 por ciento de la población vive en condiciones de extrema pobreza.

“Cada año, millones de africanos mueren de enfermedades que se podrían prevenir o curar”, afirma el Dr. Luis Gomes Sambo, director regional de la Organización Mundial de la Salud para África. El experto menciona algunas de las causas que generan un deterioro de la salud en la región: “Los sistemas de salud son precarios, hay una falta de recursos destinados a la salud, un acceso limitado a las tecnologías y a los servicios de salud existentes, una mala gestión de los recursos humanos, frecuentes catástrofes de origen natural o humano y una extrema pobreza”.

El estudio, apoyado por la OMS y particularmente por el Dr. Gomes Sambo, contiene un análisis detallado sobre la salud de la población de los 46 estados miembros de la región africana, las condiciones de los sistemas de salud y los progresos que se han registrado en ese sector.

Las cifras muestran que el SIDA continúa devastando la región, de hecho, es la principal causa de muerte en los adultos. Si bien en diciembre de 2003, solamente 100 mil personas recibían medicamentos antivirales, en diciembre de 2005 el número de pacientes que accedieron a esas drogas aumentó a 810 mil.

El 90 por ciento de los decesos de niños causados por paludismo se produce en África, una enfermedad que es allí la principal causa de muerte en los niños menores de cinco años. En la actualidad, 33 países de ese continente han adoptado como tratamiento contra ese mal medicamentos basados en artemisinina, un derivado químico que se extrae de una hierba conocida como Artemisa annua o sesquiterpenolactona, y se combina con otros compuestos antipalúdicos. Hasta la fecha, ha demostrado ser una droga de considerable eficacia.

Con respecto a las enfermedades infecciosas, los expertos de la OMS afirman que la mayor parte de la población de África no se ha visto beneficiada con los progresos en materia de diagnóstico, de prevención y tratamiento que han prolongado la esperanza de vida en sociedades de otros continentes. De acuerdo con estimaciones realizadas en 2002 por especialistas de ese organismo internacional, la esperanza de vida en África es de aproximadamente 54 años.

Según ellos, una de las razones que explican esa falta de progreso reside en la falta de presupuesto. La inversión en salud en los países africanos raramente supera el 5 por ciento del producto bruto interno y, en general, se limita a un 2 por ciento. De acuerdo con sus estimaciones, en esos países los gastos destinados a cuidados básicos de la salud son de alrededor de 34 dólares por año por persona, mientras que en los países desarrollados los gastos son aproximadamente de 2 mil dólares por persona.

Mientras que la tuberculosis es considerada una enfermedad del pasado en los países industrializados, en África fueron detectados un millón de nuevos casos en el 2003.

Por otra parte, el informe de la OMS reconoce algunos avances en relación con el tratamiento de enfermedades que afectan a los niños. La poliomelitis está siendo progresivamente erradicada y el número de muertes causado por la rubéola ha disminuido en un 50 por ciento desde 1999. A lo largo del año 2005, 75 millones de niños han sido vacunados contra esa enfermedad.

Los especialistas de las OMS afirman que es necesario que los gobiernos trabajen estrechamente con la sociedad civil en su conjunto y el sector privado para reforzar los sistemas de salud que constituyen un factor de estabilidad social, de paz y prosperidad en el conjunto de la región africana. Según ellos, el principal mensaje del informe que elaboraron es que “los países africanos no podrán desarrollarse desde económicamente y socialmente si la salud de la población no mejora”.

“El informe de la OMS demuestra que algunos países de África han logrado algunos éxitos en el ámbito de la salud pública y que por lo tanto pueden inspirar a otros países de la región”, señala el doctor Gomes Sambo y agrega: “Los sistemas de salud son la clave para garantizar una serie de cuidados esenciales. Los gobiernos africanos deben invertir más para reforzar los sistemas de salud frágiles del continente”.

Herencia de las colonias

Un informe también elaborado por la OMS en marzo de 2005 y titulado Acción sobre los factores sociales determinantes de la salud: aprender de las experiencias anteriores señala que “los modelos de atención sanitaria de los países en desarrollo estuvieron influidos por la dinámica del colonialismo. Los sistemas de salud establecidos en zonas de África y Asia colonizadas por los poderes europeos servían casi exclusivamente a las elites colonizadoras y estaban centrados en la atención curativa con gran tecnología en un puñado de hospitales urbanos”.

Destaca este informe que: “La preocupación por la salud pública general era escasa, y los servicios para las personas que vivían en los barrios pobres o las zonas rurales, muy pocos. Muchas antiguas colonias se independizaron en los años cincuenta y sesenta y establecieron sus propios sistemas nacionales de salud. Lamentablemente, estos se estructuraron con frecuencia sobre los modelos de la época colonial.”

El estudio, que estuvo a cargo de los doctores Alec Irwin y Elena Scali de la Comisión de Pruebas Científicas e Información para las Políticas de la OMS, revela que tras la independencia las estrategias sanitarias reconocían a menudo la necesidad de ampliar los servicios a las poblaciones desfavorecidas y rurales, pero en la práctica el grueso de los fondos para la salud procedentes del gobierno o de los donantes internacionales siguió fluyendo hacia la atención curativa de los centros urbanos.

Es más, el análisis de Irwin y Scali asegura que durante este período, algunos países de bajos ingresos recién independizados gastaban la mitad de sus presupuestos sanitarios nacionales en mantener uno o dos resplandecientes “palacios de la enfermedad”: se trataba de “hospitales de alta tecnología” dotados con los últimos equipos del mercado, con plantillas de doctores formados en occidente y “que ofrecían sus servicios a las necesidades sanitarias de la elite urbana”.

Soluciones

La puesta en marcha de la Unión Africana (UA) en 2002 y de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) en 2001 son dos de las nuevas iniciativas emprendidas por los países africanos para forjar un nuevo y dinámico proceso de desarrollo basado en esfuerzos colectivos que permitan mejorar la vida de la población en la región en el área de la salud, el trabajo y la educación.

Sin embargo, falta mucho por hacer. Es necesario que el continente africano obtenga un mejor trato en el ámbito del comercio mundial y financiero, y que los países ricos condonen la deuda para que los gobiernos de los países puedan consagrar sus recursos a al sector de la salud y a la generación de empleo.

Se habla de la deuda económica de los países africanos que han recibido préstamos de los países ricos, pero lo importante es hacer hincapié en la deuda histórica que tienen los países ricos con África, sobre todo los países de Europa, que durante siglos colonizaron el continente africano para enriquecerse con sus recursos naturales y con la fuerza de trabajo de sus poblaciones.

Esos países deberían esforzarse políticamente no sólo para que las deudas de los países africanos sean condonadas, sino para ayudar económicamente, tanto por razones morales, como para la reparación histórica.

Si alguna vez llega ese día, que hoy parece utópico, el desafío de los gobiernos de los países de África consistirá en manejar de forma responsable las economías para mejorar la vida de la población en su conjunto, algo que de todas formas tienen que hacer en el presente con los escasos recursos de que disponen.