Las hormigas Odontomachus bauri, oriundas de América Central y América del Sur, son capaces de generar con sus mandíbulas uno de los movimientos corporales más rápidos del mundo, quizás el más veloz en el reino animal. Mediante un sistema de captación de imágenes que puede registrar 50 mil cuadros por segundo, investigadores estadounidenses comprobaron que cierran las mandíbulas a una velocidad de entre 35 y 64 metros por segundo. El movimiento les sirve para atrapar a sus presas, rechazar a hormigas de otras especies o como sistema de propulsión para efectuar saltos horizontales de 40 centímetros de distancia o verticales de ocho centímetros y así huir de posibles predadores.

(6/10/06 – Agencia CyTA- Instituto Leloir. Por Bruno Geller)– Las hormigas Odontomachus bauri, que habitan en América Central y América del Sur, tienen las mandíbulas más rápidas del mundo. Mirmecólogos –entomólogos especialistas en el estudio de hormigas – de la Universidad de Illinois y de la Universidad de California determinaron con exactitud la rapidez con la que cierran esa parte del cuerpo, según revela la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences de agosto.

Mediante el empleo de un sofisticado sistema de captación de imágenes, los investigadores, encabezados por Sheila Patek, descubrieron que las Odontomachus bauri son capaces de cerrar las mandíbulas, dotadas de vigorosos músculos, a una velocidad de entre 35 a 64 metros por segundo, lo que equivale a una rapidez 2.300 veces mayor a la del parpadeo de los ojos humanos.

El estudio de las hormigas, trasladadas desde Costa Rica, permitió a los científicos estudiar las tres funciones básicas de sus mandíbulas: atrapar a sus presas, que suelen ser termitas u hormigas de otra especie, rechazar a intrusos o bien dar saltos de huida dado que también las usan como una catapulta para propulsarse en el aire cuando están cerca de otros predadores como arañas, lagartijas u otras hormigas.

“Patek y su equipo de colegas determinaron la velocidad de las mandíbulas y las diversas trayectorias de los saltos mediante el empleo de una videocámara muy rápida que puede grabar 50 mil cuadros por segundo. Para tener una idea, las películas que vemos en el cine están filmadas con 24 cuadros por segundo”, afirma Pablo Schilman, investigador especializado en comportamiento y fisiología de insectos de la Universidad de California en San Diego.

La videocámara está conectada a una computadora dotada de un software que permitió a los investigadores analizar las filmaciones para conocer en detalle la biomecánica del cerrado de las mandíbulas de las hormigas Odontomachus bauri.

“La investigación consistió en un exhaustivo cálculo de trayectorias balísticas para comprender los movimientos y fuerzas implicados en la propulsión generada por las mandíbulas de esas hormigas”, afirma Schilman y agrega que “lo novedoso del trabajo es que muestran cómo un mismo movimiento, el cerrado de las mandíbulas, puede dar lugar a distintos comportamientos: saltar para escapar o bien atacar a una presa.”

Si un predador, ya sea una araña, una rana o un lagarto, amenaza a estas hormigas, ellas pueden descargar con las mandíbulas un golpe tal en el suelo que les permite impulsarse a una altura de ocho centímetros en el aire en forma vertical o bien desplazarse a una distancia horizontal de casi 40 centímetros.

En el estudio, los investigadores pusieron una hormiga Odontomachus bauri frente a una hormiga de otra especie, la O. erythrocephalis. La primera utilizó sus mandíbulas para realizar un salto que le permitió pasar por encima de la competidora; una vez que cayó prosiguió su camino.

“El neurobiólogo Wulfila Gronemberg y colaboradores de la Universidad de Würzburg, Alemania, hicieron un trabajo similar que fue publicado en la revista científica Science en 1993. El problema era que en ese entonces, por limitaciones técnicas de la época, sólo pudieron filmar tres mil cuadros por segundo, o sea un cuadro cada 0,33 milisegundos. Para comprender esa cifra, hay que tener en cuenta que mil milisegundos equivalen a un segundo”, aclara Schilman.

Patek y sus colegas, de la Universidad de Illinois y de la Universidad de California, dieron un paso más. Al grabar 50 mil cuadros por segundo, pudieron medir realmente el tiempo que tardan esas hormigas en cerrar las mandíbulas: un promedio de 0,13 milisegundos. Para su sorpresa, hubo un caso que fue de 0,06 milisegundos.

“Además, en este nuevo trabajo, se dieron cuenta de que las hormigas no cierran ambas mandíbulas, derecha e izquierda, a la vez, sino que cierran primero una y luego la otra aunque por supuesto de forma muy rápida”, concluye Schilman.