Terry Wallis, el estadounidense que se recuperó luego de dos décadas en estado de mínima conciencia tras un accidente automovilístico, lo hizo debido a una reconexión masiva de sus neuronas, según un reciente estudio de una universidad de ese país. Las conclusiones sugieren que el cerebro dañado del adulto tiene más capacidad para reorganizarse de lo que se pensaba y plantean la necesidad de más estudios en los pacientes que atraviesan situaciones similares, en las que muchas veces se cree que están en estado vegetativo.

(11/07/06 – CyTA–Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Terry Wallis tenía 19 años cuando salió despedido de su camioneta en un accidente que lo dejó en coma con una lesión cerebral masiva. Unas semanas más tarde se estabilizó, pero quedó en estado de “mínima conciencia” durante casi dos décadas. No hablaba, ni se movía, pero respondía de vez en cuando con gruñidos y leves inclinaciones de cabeza cuando su familia lo interpelaba.

En 2003, Wallis de pronto recuperó la conciencia, comenzó a hablar y a interactuar con los demás, noticia que recorrió los diarios del mundo entero. Ahora, un estudio de un equipo de neurólogos del Weill Medical College, de la Universidad Cornell, Nueva York, sugiere que las neuronas de su cerebro experimentaron una reconexión inaudita, hecho que habría desempeñado un papel clave en la recuperación.

“Su familia dice que volvió a ser el mismo de antes, salvo por algunas dificultades para hablar y retener información”, comentó a la revista Science el neurólogo Nicholas Schiff, autor principal del informe, que fue publicado en la edición de julio del Journal of Clinical Investigation.

Schiff y sus colegas estudiaron a Wallis por primera vez ocho meses después de que volviera a hablar. Gracias a una nueva técnica, denominada “tensor de difusión”, obtuvieron imágenes de la sustancia blanca del cerebro y rastrearon las vías de axones que comunican sus distintas regiones.

Las imágenes revelaron gruesos “cables” que enlazaban los hemisferios izquierdo y derecho en la parte posterior del cerebro. El cerebro de Wallis presentaba conexiones mucho más pronunciadas que el de 20 personas sanas con las que fue comparado.

Además, las regiones de la corteza cerebral conectadas por los axones se veían más activas de lo normal, según una tomografía por emisión de positrones que también le practicaron a Wallis, que ahora tiene 42 años y una hija de 20.

Dieciocho meses después de la primera evaluación, los neurólogos de la Universidad Cornell volvieron a estudiar a Wallis y observaron que la actividad neural y las conexiones de su cerebelo, región clave para el movimiento y la coordinación, eran también más pronunciadas de lo normal. El hallazgo no fue casual: entre el primer y el segundo examen, las funciones motoras de Wallis habían mejorado de forma sustancial.

“Los resultados sugieren que las regiones del cerebro que sobrevivieron al accidente construyeron conexiones nuevas, quizás en un esfuerzo por reestablecer contacto con regiones que estaban dañadas”, manifestó a Science el doctor Schiff.

Si bien el caso de Wallis es único, es una prueba más de que el cerebro adulto tendría más capacidad para reorganizarse tras sufrir un daño de lo que muchos investigadores creían, comentó el neurólogo Steven Laureys, de la Universidad de Liège, Bélgica.

El caso de Wallis también pone sobre el tapete la necesidad de aplicar técnicas de diagnóstico por imagen más avanzadas en este tipo de pacientes. No obstante, otro punto importante es el desarrollo de herramientas clínicas que permitan determinar con mayor precisión la probabilidad de que una persona en estado de inconsciencia mejore y ajustar así las estrategias de rehabilitación, explicó Schiff a la revista NewScientist.

Hoy, en Estados Unidos, no se practica ni siquiera un nuevo examen de cabecera pasadas ocho semanas desde el diagnóstico inicial, pese a que “el pronóstico global puede cambiar”, afirmó Schiff.

Durante mucho tiempo, los médicos decían que Wallis se encontraba en un estado vegetativo permanente. Al ver numerosos signos de que intentaba comunicarse, su familia pidió una reevaluación, pero no nadie los escuchó.

“Un examen clínico cuidadoso seis meses después del accidente hubiera indicado sin lugar a dudas que Wallis no se encontraba en estado vegetativo”, dijo Schiff a NewScientist. Las posibilidades de recuperación son mucho mayores cuando el paciente tiene conciencia mínima, si bien estos hechos aún no son moneda corriente, finalizó.