Los agricultores expuestos a pesticidas que contienen rotenona y paraquat parecen desarrollar 2,5 veces más la enfermedad de Parkinson que aquellos que no tienen contacto con esos compuestos. Así lo indica un estudio realizado en Estados Unidos en base a 110 casos, en el que participó una investigadora argentina. Los resultados fueron publicados en la revista Environmental Health Perspectives, del  Instituto de Ciencias de Salud Ambiental de los Estados Unidos.

(21/03/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. La exposición a dos compuestos – rotenona y paraquat – presentes en algunos pesticidas aumentarían las probabilidades de desarrollar la enfermedad de Parkinson, revela un estudio publicado Environmental Health Perspectives, publicación del  Instituto de Ciencias de Salud Ambiental (NIEHS, según sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.

El estudio fue realizado por investigadores del Parkinson Institute, en Estados Unidos,  la Universidad de Lubeck, en Alemania, la Universidad de Toronto, Canadá e INECO-Fundación FAVALORO, en Argentina, entre otras universidades y clínicas.

El objetivo del estudio fue estimar la asociación entre la enfermedad de Parkinson y el uso de pesticidas en una población de agricultores de Iowa y Carolina del Norte, en Estados Unidos. “Se recolectaron muestras de sangre, suelo y polvo, y se examinaron 110 personas con Parkinson y 358 personas sin la enfermedad. De acuerdo con los análisis que realizamos, la enfermedad de Parkinson se desarrollaba 2.5 veces más en aquellos individuos que reportaron el uso de pesticidas que contenían paraquat y rotenona”, señaló a la Agencia CyTA una de las autoras del estudio la doctora Anabel  Chade, Directora de Neurología y Jefa de la Clínica de Parkinson de INECO. Y agregó que este estudio forma parte de otro más amplio que involucra a 90 mil agricultores que utilizan pesticidas como agroquímicos en los Estados Unidos.

“Sabemos que el 10 por ciento de los pacientes con enfermedad de Parkinson obedecen a una causa genética. El resto es una combinación entre una predisposición genética y determinados factores ambientales que desencadenan la enfermedad. Uno de esos factores podrían ser los pesticidas para algunos casos de pacientes con ese trastorno. De hecho, el estudio desarrollado en Iowa y Carolina del Norte demuestra una asociación de los pesticidas que contienen rotenona y paraquat con la enfermedad de Parkinson”, afirma la doctora Chade que también se desempeña como coordinadora de la Unidad de Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y es docente de la Universidad Favaloro. Y continuó: “Si bien la investigación identificó una relación entre esos compuestos y la enfermedad de Parkinson, aún resulta difícil asociar estos factores como causales de la enfermedad. Si se demostrara que es un factor causante, este estudio ayudaría a comprender los mecanismos básicos que producen neurotoxicidad de las células que originan esa patología.”

Teniendo en cuenta los riesgos para la salud asociados con este tipo de sustancias, la doctora Chade añade que “se debe utilizar equipamiento de protección al aplicar pesticidas con guantes, antiparras, máscaras, ropa descartable y luego lavado de manos. Asimismo es preciso que se respeten los límites máximos de residuos de plaguicidas en los productos agropecuarios como ha sido establecido en la legislación argentina. En un estudio previo sobre la misma población se determinó que el uso de equipamiento de protección estaba asociado con un menor riesgo de incidencia y prevalencia de enfermedad de Parkinson.”

Según informó el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), el principio activo de paraquat se encuentra inscripto en su Registro Nacional de Terapéutica Vegetal como herbicida, y se lo emplea en una amplia variedad de cultivos como cítricos, aceituna, trigo, uva de mesa y yerba mate, entre otros. Por el contrario, el principio activo de rotenona no se encuentra inscripto en el citado Registro Nacional. En este sentido, éste último compuesto “no puede ser usado para el control de plagas en el ámbito agrícola”, informaron desde el organismo fitozoosanitario.

Asimismo, el Senasa destaca que la aplicación de todo producto de uso agrícola debe ser realizada con el asesoramiento de un ingeniero agrónomo y respetando las indicaciones explícitas del marbete, así como también los cultivos para los que se encuentra autorizado, “lo que reduce ostensiblemente los riesgos para el medio ambiente y para el aplicador. Además, es necesario tener en cuenta las leyes provinciales o municipales vigentes en las zonas de aplicación, para lo que resulta necesario consultar a las autoridades competentes.”

Explicación científica

Según indica la investigadora argentina, la rotenona inhibe la mitocondria que es la  estructura responsable de la energía de la célula. “En estudios experimentales –realizados en animales– la rotenona produce cambios celulares asociados con la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, la acumulación  en exceso o de una forma alterada  de un tipo de proteínas alfa-sinucleína que dañan neuronas del cerebro asociadas con el movimiento. El camino molecular del paraquat  es diferente. Produce radicales libres que son derivados del oxígeno que pueden ocasionar alteraciones en las neuronas. Ambos compuestos producirían la pérdida de neuronas dopaminérgicas y la disminución de dopamina ocasiona los síntomas de la enfermedad de Parkinson”, subraya Chade.

El estudio –publicado en Environmental Health Perspectives– ayuda a comprender la relación entre los estudios experimentales y el desarrollo de la enfermedad de Parkinson como así también los cambios a nivel celular y biológico que producen la enfermedad, afirma la doctora Chade. Y concluye: “El mejor entendimiento de estos factores asociados a la enfermedad permitirá comprender los mecanismos desencadenantes  y por lo tanto favorecerá el desarrollo de terapias de prevención en el futuro.” 

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Doctora Anabel Chade, Directora de Neurología y Jefa de la Clínica de Parkinson de INECO coordinadora de la Unidad de Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y Docente de la Universidad Favaloro.

Créditos: Gentileza de la Doctora Anabel  Chade