Un selecto grupo de periodistas, funcionarios y empresarios formados en las ciencias sociales asistió a un taller teórico-práctico para líderes de opinión sobre un tema tan trascendente como polémico: la ingeniería genética y sus aplicaciones biotecnológicas. En dos jornadas consecutivas que tuvieron lugar en el Instituto Leloir, los asistentes participaron en conferencias, realizaron experimentos e intercambiaron perspectivas con científicos de las “ciencias duras”, que abrieron las puertas del laboratorio con la expectativa de acercar la ciencia a la sociedad y fomentar el debate sobre la cuestión.

(4/4/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – “Se habla mucho de biotecnología, transgénicos y biocombustibles con gran desconocimiento. Los periodistas quizás estamos contribuyendo a la confusión, potenciando esos lugares comunes. Por eso creo que tenemos la responsabilidad de entender estos temas para poder reflejar los debates que están en juego”, reflexionó el periodista Diego Valenzuela, al finalizar el primer módulo del taller teórico-práctico de Ingeniería Genética para Líderes de Opinión, que se desarrolló el 27 y 28 de abril en la sede del Instituto Leloir.

La actividad, organizada por los investigadores Federico Prada, Amaicha Depino y Andrea Llera, del Instituto Leloir, estuvo orientada a ofrecer a un selecto grupo de personalidades del sector periodístico, gubernamental y empresario la posibilidad de palpar de cerca el trabajo actual de los científicos y participar en discusiones sobre sus implicancias.

Los asistentes realizaron actividades teórico-prácticas distribuidas en dos jornadas de cuatro horas, que contaron con la presencia de reconocidos investigadores invitados e incluyeron experimentos de laboratorio. Las presentaciones teóricas estuvieron a cargo del biólogo molecular Alberto Kornblihtt, que explicó los avances en el conocimiento del ADN como soporte de información para la vida; y del investigador Omar Coso, que se refirió al concepto de mutación y sus implicancias biológicas y biotecnológicas.

“Apenas me llamaron para participar en este taller me pareció una idea brillante. El Instituto Leloir es una institución a la que le tengo muchísimo respeto. Me parecía una posibilidad de saber algo acerca de cosas que desconocía, y sobre las cuales sólo tenía referencia a través de los diarios y de charlas informales, que no solían despertarme demasiado interés. Y un encuentro con Alberto Kornblihtt no me parecía un tema menor”, comentó Any Ventura.

Al hablar de cromosomas, genes y proteínas en términos comprensibles pero rigurosos, Kornblihtt aprovechó para hacer aclaraciones a los periodistas presentes: “Los diarios muchas veces reproducen textos traducidos de los cables donde se menciona la palabra código genético y se la confunde con información genética, lo cual es incorrecto. La información genética es propia de cada gen y de cada individuo. En cambio, el diccionario que se utiliza para traducir el lenguaje de los genes al lenguaje de las proteínas es el mismo para todos; es universal”.

“Y es justamente la universalidad del código genético la que tiene conclusiones biotecnológicas –continuó Kornblihtt-. El hecho de que se puedan saltar las barreras de las especies permite explicar entre otras cosas por qué se puede introducir un gen de la petunia en la soja y hacer que ésta sea, al igual que la petunia, tolerante a un herbicida”.

En el laboratorio, los periodistas Any Ventura, Daniel Muchnik y Diego Valenzuela, junto con empresarios del sector farmacéutico y funcionarios del poder judicial, tuvieron una aproximación directa a la ingeniería genética, que permite aislar genes y mantenerlos puros en tubos de ensayo. Con delantal y guantes, y provistos de pipetas automáticas, aislaron el gen de la fluorescencia de una medusa que se encontraba en bacterias, y luego lo transfirieron a células de ratón.

“Tengamos en cuenta que el gen que se transfiere lleva consigo una nueva función biológica al organismo receptor, y eso es lo maravilloso de la disciplina”, señaló Federico Prada, mientras ajustaba el objetivo del microscopio para que los participantes pudieran ver una imagen nítida de la fluorescencia de células epiteliales de ratón.

Daniel Muchnik, al referirse a la propuesta del taller, la consideró muy tentadora, en especial para periodistas o ciudadanos curiosos. “Por mi especialización estoy alejado del mundo científico, pero no por ello dejo de sentir admiración y reconocimiento por todos aquellos que se dedican a la investigación. Creo en la ciencia argentina y brego por una mayor participación del Estado en su sostenimiento y desarrollo”, expresó.

El cierre del encuentro fue una mesa de discusión sobre las implicancias económicas y éticas de la ingeniería genética, en la que participaron los especialistas Susana Sommer, María Eugenia Segretín, Fernando Goldbaum y Alberto Díaz.

Susana Sommer, bióloga y profesora de ética en la UBA, destacó que en los ámbitos vinculados con la salud y con la investigación “día a día aumenta la preocupación por los riesgos y las consecuencias de los avances científicos”. “Por otra parte, cada vez existen más comités de ética en hospitales y centros de investigación”, subrayó.

Uno de los problemas que Sommer planteó en el encuentro es el acceso universal a nuevos medicamentos y vacunas. “Debemos tener presente que, mientras algunos logren vacunarse y otros no, la enfermedad persistirá. Lo que se encuentra en discusión es cómo conciliar la libertad de investigación, la política, las ganancias y la ética en la biotecnología”, puntualizó.

Al hacer un balance del taller, la doctora Andrea Llera señaló que la actividad fue muy positiva: “Logramos que un grupo de líderes de opinión se aproximara a la ciencia desde otra óptica. Muchos de los mitos sobre la ciencia están fundados en el desconocimiento y el preconcepto de que el científico es un ente solitario y un poco paranoico, siguiendo los estereotipos que se difunden en los medios de comunicación. El hecho de que pudieran tomar un tubo de ensayo y manejar una pipeta automática los acerca a tareas que hacemos cotidianamente y les demuestra que no son oscuras ni alquimísticas”.

La idea de llevar adelante esta iniciativa en la Argentina surgió a partir de que los investigadores del Leloir tomaran conocimiento de una experiencia similar que se realizó con éxito en Chile, donde la Fundación Ciencias para la Vida organizó durante 2004 y 2005 tres talleres a los que concurrieron autoridades del gobierno, incluido el entonces presidente Ricardo Lagos y otras personalidades del mundo empresarial, como Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio y los presidentes de Copesa, Telefónica de Chile y Lan Chile, entre otros.

“La ciencia está generando un impacto social y económico importantísimo en todo el mundo –explicó Llera-. Pensemos en las vacunas, las drogas, los tratamientos contra el cáncer, la soja transgénica. Nuestra economía está basada en la ciencia y eso no puede pasar inadvertido en la población argentina. Por eso nos pareció muy buena la idea chilena de apuntar a líderes que amplificaran el mensaje. Esperamos con esta experiencia contribuir también en nuestro país a achicar la brecha que separa el conocimiento científico de la sociedad, así como enriquecer el debate y la forma de tomar decisiones en asuntos vinculados a la ciencia.”

En el Leloir tienen previsto reeditar próximamente el taller para que puedan asistir más personalidades. Mientras tanto, los periodistas que concurrieron a la primera edición, formados en disciplinas como la sociología y la economía, se fueron comentando la posibilidad de generar una iniciativa similar desde el campo de las ciencias sociales, para que la experiencia pueda tener su ida y vuelta.