Investigadores desarrollan un dispositivo capaz de predecir un ataque de epilepsia inminente y detenerlo antes de que se manifieste. El artefacto, que por ahora se asemeja a una gorra para la ducha, será puesto a prueba por primera vez en los próximos meses. Si se lo refina lo suficiente y demuestra ser eficaz, será una ayuda importante para muchos pacientes que no responden a las drogas anticonvulsivas.

(6/09/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Florencia Mangiapane) – Investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC) de Estados Unidos están desarrollando un dispositivo para predecir y detener los ataques de epilepsia, trastorno neurológico que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo.

Según informa un comunicado de prensa del MIT, el nuevo tratamiento combina un estimulador del nervio vago, que ya utilizan algunos pacientes que no responden a los anticonvulsivos, con un detector que mide la actividad cerebral y anuncia que un ataque está por ocurrir. El dispositivo sería capaz de percibir el inminente ataque y activar el estimulador, deteniendo el episodio antes de que se manifiesten sus síntomas característicos.

“Nosotros aportamos el programa informático que decide cuándo se prende el estimulador”, explica en el comunicado el profesor John Guttag, del Departamento de Ingeniería Electrónica e Informática del Instituto. “No es fácil detectar los primeros signos porque no todas las señales eléctricas anómalas del cerebro desembocan en un ataque.”

El especialista explicó además que la actividad cerebral de cada paciente epiléptico tiene patrones diferentes y que el detector está programado para medirlos y reconocer los primeros signos de alarma para cada persona en particular.

La epilepsia se caracteriza por descargas eléctricas incontroladas de las células nerviosas de la corteza cerebral. Aunque en la mayoría de los casos se desconoce su causa, a veces se la asocia con traumatismos cerebrales, infecciones intracraneales, tumores cerebrales, alteraciones vasculares, intoxicaciones o desequilibrios químicos. Las personas afectadas padecen episodios convulsivos, trastornos sensoriales o pérdida de la conciencia recurrentes.

En su versión actual, el dispositivo ideado por los investigadores del MIT tiene la forma de una gorra de baño donde se incrustan electrodos que van apoyados sobre el cuero cabelludo del paciente. A su vez, la gorra se conecta con una computadora o microprocesador portátil que activa el estimulador, un desfibrilador que va implantado en el pecho del paciente y pone en actividad el nervio vago izquierdo. El nervio vago es el encargado de enviar señales eléctricas al cerebro y a los órganos y controlar la frecuencia cardiaca, la contracción de los músculos gastrointestinales, la sudoración y la apertura de la laringe, necesaria para la respiración.

Los investigadores, que están por probar el dispositivo en pacientes con epilepsia en los próximos meses, creen que la técnica se puede refinar para que las personas tengan la posibilidad de llevar los electrodos debajo de una vincha o una gorra deportiva, de modo que el dispositivo pase inadvertido.

En la actualidad, los anticonvulsivos que se indican a los epilépticos no resultan eficaces en un 30 por ciento de los casos. El desarrollo del MIT no sólo serviría para ayudar a las 20 mil personas que ya tienen un desfibrilador implantado, sino también para aquellos que no necesitan el estimulador o no quieren usarlo. Una vez que el detector alerta al paciente que el ataque es inminente, la persona podría tomar los recaudos necesarios para no lastimarse, sentándose o alejándose de objetos peligrosos, como una estufa encendida.

“Si pudiéramos avisarle a la persona que el ataque está por venir, sería una ayuda valiosísima”, dijo Guttag. “Las convulsiones en sí mismas no son perjudiciales para el cerebro a largo plazo. El problema son los daños colaterales”, concluyó.