Juan Sabatte, miembro del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS), ganó el “Premio Merck – CONICET de Innovación en Ciencias de la Salud”, mientras que Diego Ojeda, del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, obtuvo la distinción especial 95° Aniversario Merck en Argentina.
(Agencia CyTA-Leloir).- Dos investigadores argentinos del CONICET, el médico y doctor en Microbiología e Inmunología Juan Sabatte, y el genetista y doctor en Microbiología Diego Ojeda, recibieron, respectivamente, el Premio Merck – CONICET de Innovación en Ciencias de la Salud y la Distinción Especial 95° Aniversario Merck en Argentina, por sus proyectos orientados al diagnóstico y tratamiento de tumores cerebrales, en el primer caso, y el desarrollo de vacunas más “balanceadas” y efectivas contra los cuatro serotipos del dengue, en el segundo. Cada uno se hará acreedor de 10 y 7 millones de pesos.
“En un año que ha sido muy duro en lo laboral, estos son estímulos que a nosotros nos sirven para seguir adelante”, declaró al recibir el reconocimiento Sabatte, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS), que depende del CONICET y la Universidad de Buenos Aires (UBA), y docente de Inmunología en la Facultad de Medicina de la UBA.
El proyecto de Sabatte, elegido de un total de 81 postulaciones por un panel de evaluadores y un Gran Jurado de cuatro miembros que analizó las presentaciones en modalidad Pitch, explora la viabilidad de usar una molécula como biomarcador y blanco terapéutico en tumores cerebrales.
“Diseñamos y pudimos desarrollar anticuerpos que reconocen a una glicoforma específica de una proteína (clusterina fucosilada) que está muy expresada en tumores cerebrales. Eso los hace muy específicos y con, probablemente, poca toxicidad si llegaran a avanzar hacia algún tipo de terapia. Tenemos que probarla primero en animales”, explicó Sabatte a la Agencia CyTA-Leloir.
La expectativa, también, es que la detección de esta molécula en tumores cerebrales de bajo grado sirva como marcador de la evolución de la enfermedad, “de forma tal que permita orientar el tratamiento para que sea más o menos agresivo”, indicó el especialista.
Para Sabatte, 2025 fue un año particularmente duro: tres de los cuatro integrantes de su grupo renunciaron de forma repentina por los bajos salarios o porque se fueron al exterior. “Me quedé solo y sin financiamiento porque tenía ciertos subsidios que me cortaron. Así que este premio es un aval anímico y también servirá como puente hasta conseguir más fondos que nos permitan seguir adelante”, se esperanzó.
Por su parte, Diego Ojeda integra el Laboratorio de Virología Molecular que dirige la doctora Andrea Gamarnik en la Fundación Instituto Leloir (FIL), donde aborda el desafío de lograr una protección amplia y duradera contra los cuatro serotipos del virus del dengue.
“La pregunta de nuestro proyecto es ver si las vacunas producen suficientes anticuerpos para cada uno de los serotipos y cuál es la respuesta que generan las nuevas plataformas de vacunas que están saliendo”, explicó Ojeda a la Agencia CyTA-Leloir.

Diego Ojeda junto al director general del Grupo Merck en Argentina, Marcelo Ponte (der.). A su izq., el vicepresidente de Asuntos Tecnológicos del CONICET, Alberto Baruj, y el ministro de la Embajada de Alemania, Peter Neven.
Para las investigaciones, Ojeda y sus colegas usan versiones modificadas del virus que no son peligrosas y que contienen un “gen reportero”, una especie de señal luminosa que ayuda a detectar si el virus está activo o no. Esta tecnología permite hacer pruebas más rápidas, seguras y precisas para medir los anticuerpos que produce el organismo y que “serán claves para evaluar vacunas actuales y futuras, y para monitorear a personas que ya tuvieron dengue”, aseguró.
La idea también es producir virus modificados con “mutaciones racionales” de forma estandarizada, tanto para el desarrollo de vacunas como para la búsqueda de antivirales que puedan frenar el curso de una infección aguda, “algo que hoy no existe”, dijo.
Ambas distinciones son un aliciente para que “la llamita de la investigación siga encendida en medio de la tempestad”, admitió en el acto de premiación el vicepresidente de Asuntos Tecnológicos del CONICET, el doctor en Física Alberto Baruj, quien describió como “crítica” la falta de financiamiento para el sistema de ciencia y tecnología en Argentina.
El Premio Merck-CONICET, cuya quinta edición patrocina la compañía alemana líder en ciencia y tecnología y que desde 2021 recibió casi 500 postulaciones, cuenta también con el apoyo de la Embajada de la República Federal de Alemania en Argentina. El ministro de la representación extranjera, Peter Neven, tampoco esquivo la importancia de invertir en ciencia.
“Alemania destina 3,1% de su PBI en investigación y desarrollo, mientras que, en Argentina, esa cifra no supera el 0,3% del PBI. Si comparamos, Argentina necesita más inversión en investigación y desarrollo y el sector privado tiene que hacer más para fomentar la investigación”, declaró durante el acto realizado en el auditorio del Centro Cultural de la Ciencia, del que también participó el director general del Grupo Merck en Argentina, Marcelo Ponte.
