Liderado por un grupo argentino, el estudio realizado en cultivo de células humanas comprobó cómo un pequeño fragmento de la proteína p21 aislada en el laboratorio permite amplificar la acción farmacológica de diversas estrategias que se usan en oncología clínica o experimental. El hallazgo podría contribuir a potenciar tratamientos ya existentes. Ahora, el equipo invita a otros científicos o empresas a sumarse para crear el “vehículo” que permita probar ese péptido en investigación clínica.

(Agencia CyTA-Leloir). Un estudio liderado por un equipo científico argentino demostró que por medio de un péptido o porción de la proteína p21 aislada en el laboratorio se puede aumentar la eficacia de diversas drogas que se usan en la actualidad para el tratamiento del cáncer. Publicado en Cell Death and Disease, del grupo que edita Nature, el artículo revela cómo ese péptido interfiere de manera global en la replicación del ADN de las células tumorales, aumentando la muerte celular causada por los tratamientos oncológicos.

Todas las células necesitan duplicar su ADN para poder multiplicarse. Si este proceso se interrumpe, acumulan daños y dejan de dividirse o mueren. Muchas terapias contra el cáncer intentan aprovechar ese principio, justamente dañando el ADN, como una manera de frenar la proliferación exacerbada de las células tumorales. Pero tanto éstas como las células normales poseen mecanismos de defensa (“rescate replicativo”) que les permiten escapar y sobrevivir.

“Hemos evolucionado para contar con dichos procesos, porque el ADN dañado es moneda común en nuestras vidas (rayos UV, radicales libres) y las células normales necesitan duplicarse exitosamente a pesar de esos desafíos. El efecto no deseado es que, en manos de las células tumorales, esos mecanismos les permiten sobrevivir cuando intentamos matarlas, por ejemplo, con quimioterapia”, explicó la doctora en Biología Humana Vanesa Gottifredi, jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y quien lideró el estudio.

En ese sentido, el grupo de la FIL exploró cómo bloquear selectivamente uno de esos métodos de defensa. Las células utilizan unas enzimas llamadas polimerasas de ADN especializadas para concretar el “rescate replicativo” ante daños provocados por la quimioterapia. Para eso, se unen a la proteína PCNA. “Demostramos que un fragmento de la proteína p21, aislado en el laboratorio, puede unirse a PCNA y evitar que estas polimerasas cumplan su función de rescate. Entonces, las células tumorales tienen menos posibilidades de sobrevivir”, aseguró la licenciada en Genética Verónica Okraine, primera autora del artículo y quien realiza su doctorado bajo la dirección de Gottifredi.

La proteína p21 cumple varias funciones, incluyendo su participación en la supresión de tumores aún en muy bajas concentraciones, como reveló en 2016 un equipo también dirigido por Gottifredi.

En las nuevas pruebas, el fragmento de p21 aumentó la muerte de las células tumorales tratadas con distintos tipos de fármacos que producen daños variados al ADN. “Esto demuestra que la participación de las polimerasas especializadas en el rescate replicativo es común a muchos tipos de daños al ADN y que su inhibición puede exacerbar el efecto terapéutico de la quimioterapia. En el fututo, el péptido puede ser perfeccionado o se podrán diseñar moléculas que intercepten a PCNA en su región de unión con polimerasas de ADN”, resaltó Gottifredi.

Y este es un punto clave. Para avanzar será necesario diseñar un sistema de entrega o distribución del péptido que permita que llegue a las células tumorales, y luego realizar los estudios preclínicos. Una vez que se genere el método de ‘delivery’, habrá que realizar ensayos con pacientes, en los que se pueda constatar cómo funciona el péptido cuando se lo suma a la quimioterapia; algo que no está al alcance económico del grupo de Gottifredi.

“No lo patentamos porque nos parece más importante inspirar que acaparar. Nuestro laboratorio naturalmente brinda información al mercado para que grupos o empresas, con más recursos, puedan avanzar con el resto de las fases de la investigación”, enfatizó la investigadora del CONICET.