A pesar de que se estima que el 80% de la población de la región está expuesta a niveles peligrosos de partículas nocivas en el aire, una investigación regional –de la que participó Argentina– arrojó que los estudios sobre el impacto de esta contaminación en la salud son escasos en el subcontinente, lo que invisibiliza el problema y dificulta la identificación de zonas o grupos más afectados.
(Agencia CyTA-Leloir).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las personas que viven en países de medianos y bajos recursos experimentan “desproporcionadamente” los efectos de la contaminación del aire –tanto del interior como del exterior- en comparación con quienes habitan en las regiones más ricas; de hecho, el organismo asegura que una “abrumadora” mayoría de muertes prematuras por esta causa ocurre en esos países. Sin embargo, paradójicamente -o no- en Sudamérica, donde se estima que el 80% de la población está expuesta a niveles peligrosos de partículas nocivas al respirar, casi no hay estudios científicos sobre el tema, a diferencia de lo que ocurre en países de Europa, América del Norte y Asia, según concluyó una investigación internacional de la que participó Argentina.
“En Sudamérica faltan estudios que analicen la magnitud del problema en distintos entornos y poblaciones. Uno de los mayores limitantes es la falta de datos detallados de salud. Esto no impide la gestión, pero sí reduce la visibilidad del problema a nivel local y puede dificultar la identificación de las zonas o grupos más afectados”, aseguró a la Agencia CyTA-Leloir una autora del estudio, la doctora en Ciencias de la Atmósfera Andrea Pineda Rojas, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del CONICET.
El trabajo, publicado en Current Opinion in Environmental Science & Health, revisó más de 90 trabajos científicos sobre la temática en el subcontinente. Y constató que no sólo existe una brecha en cuanto a la producción de investigaciones entre Sudamérica y los países del hemisferio norte, sino que además hay una gran desigualdad hacia el interior del subcontinente: “Brasil es el país que ha producido la mayor parte de la literatura revisada por pares. Chile, Argentina, Colombia y Perú le siguen, cada uno contribuyendo con un tercio o menos de publicaciones que Brasil”, indica el paper.

Andrea Pineda Rojas, investigadora del CONICET y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), es una de las autoras del artículo.
Por otra parte, la investigación detectó, también, una problemática común, que no contemplan los estudios realizados en otras regiones: “Un aspecto particular y muy relevante en Sudamérica es la quema desmedida de biomasa en la región amazónica, compartida por varios países, relacionadas a la deforestación y la agricultura. Estas emisiones contaminan no sólo el aire a nivel local, sino que afectan también prácticamente toda la región”, explicó la primera autora, Valeria Mardoñez-Balderrama, que actualmente trabaja en el Laboratorio de Física de la Atmósfera de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz (Bolivia).
Radiografía regional
Según la investigación, la mayoría de los estudios actuales están dedicados a las mediciones de contaminantes en el aire, y no a su impacto. En ese sentido, al menos cuatro ciudades sudamericanas están muy por encima de lo sugerido por la OMS: por ejemplo, mientras que la directriz del organismo indica que el promedio anual de dióxido de nitrógeno no debería superar una concentración de 10 μg/m3, en 2023 Santiago de Chile tuvo un promedio del 39,5; Sao Paulo, de 36; Quito, de 25,5, y Bogotá, de 24,3. Lo mismo sucedió con las partículas de tamaño inferior a 2,5 μm (milésima de milímetro): las cuatro ciudades superan entre dos y cuatro veces las recomendaciones de la OMS.
Respecto a los escasos trabajos que analizan el efecto de la contaminación del aire en la salud, un estudio realizado en Brasil, allá por 2013, demostró altos niveles de carboxihemoglobina (unión del monóxido de carbono a la hemoglobina de los glóbulos rojos) en los conductores de mototaxis, debido a la exposición ambiental y laboral.
Otra rama de trabajos vinculó la contaminación con las poblaciones más vulnerables. Un estudio en Brasil demostró que los bebés y los niños presentaron mayores riesgos de mortalidad por enfermedades respiratorias -asociadas al aumento de las concentraciones de partículas contaminantes cuyo diámetro es inferior a 10 µm (PM10)- en las megaciudades de Río de Janeiro, San Paulo y Santiago de Chile.
En relación a la exposición a la contaminación en el interior de las casas, Sudamérica tiene una gran cantidad de población rural que todavía utiliza la quema de biomasa para poder cocinar o calefaccionarse. Si bien tampoco existen muchos trabajos al respecto, cuando se realizan los resultados, son preocupantes: en Perú, un estudio demostró que el uso de combustible de biomasa se relacionó con presión arterial más alta y niveles elevados de monóxido de carbono exhalado, ambos marcadores de riesgo cardiovascular e inflamación.
“En muchos países de la región, como Argentina, notamos una falta de recursos de todo tipo. El monitoreo reglamentario es escaso, y la comunidad científica especializada en calidad del aire es pequeña dentro del ámbito de las ciencias ambientales o atmosféricas”, señaló Pineda Rojas. “Esto dificulta su capacidad para asesorar técnicamente y acompañar los procesos de gestión. Los países que han logrado avances significativos en este tema son justamente los que han invertido de manera sostenida en su estudio”.
Con todo, Pinera Rojas enfatizó que los efectos de la contaminación del aire sobre la salud están sólidamente documentados a nivel internacional, y que las recomendaciones de la OMS para todo el mundo dejan claro que es un tema sobre el que hay que actuar sin perder tiempo.