En un artículo publicado en Nature Communications, investigadores del CONICET en la Fundación Instituto Leloir demostraron en moscas cómo el proceso de autofagia, conocido por su rol en el reciclaje celular, controla además la diferenciación de las células sanguíneas. Se trata de uno de los primeros trabajos que explican un mecanismo por el cual ese proceso natural regula la formación de distintos tipos celulares en cualquier organismo o contexto biológico. De confirmarse en seres humanos, podría tener implicancias en el abordaje de enfermedades como la leucemia.

(Agencia CyTA-Leloir).- Se sabe que la autofagia es un curioso mecanismo natural de supervivencia, mediante el cual las células digieren sus propios componentes para reutilizarlos. Ahora, un equipo de investigación de la Fundación Instituto Leloir (FIL) descubrió, a pesar del desfinanciamiento que afecta a la ciencia local desde más de un año, que ese proceso también controla la fabricación de los diferentes tipos celulares de la sangre. Si bien es algo que se verificó en moscas Drosophila, podría tener implicaciones terapéuticas a futuro si se comprueba que también opera en humanos. Por la importancia del hallazgo, la revista Nature Communications decidió publicarlo en su nueva edición.

“La autofagia se exacerba cuando las células se dañan o no tienen nutrientes. El nuestro es uno de los primeros trabajos que describe en detalle un mecanismo por el cual ese proceso también regula la diferenciación celular en cualquier organismo o contexto biológico”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor en Biología Pablo Wappner, autor principal del artículo, quien desde hace 25 años dirige el Laboratorio de Genética y Fisiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, y que resaltó la importancia de la publicación del logro de su grupo en una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo “a pesar de la falta absoluta de dinero otorgada por el gobierno en el último año y medio”.

En la sangre humana, igual que en la de la mayoría de los animales, circulan diferentes tipos de células (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas), que se fabrican principalmente en la médula ósea. La proporción en la que se produce cada una de estas células es fundamental para el funcionamiento armónico del organismo; cuando el equilibrio se altera, pueden surgir distintos tipos de leucemias (cáncer en la sangre).

Si bien se sabía que la autofagia era crucial para la salud celular y que influía en varios procesos, incluida la diferenciación, se desconocía cuáles eran los mecanismos exactos involucrados y su papel específico en la formación de las diversas células sanguíneas.

Pablo Wappner (chomba azul), con parte de los autores del artículo publicado en Nature Communications.

Cauteloso, Wappner enfatizó que no se puede afirmar que ese mecanismo opera en todos los tipos celulares de todos los organismos, porque es algo que se va a ir descubriendo con posteriores estudios. Por lo pronto, con su grupo ya están investigando las gónadas femeninas de Drosophila (donde se forman los óvulos), con el objetivo de determinar si ocurre lo mismo o no que en células sanguíneas. “Nos llevará unos dos o tres años tener la respuesta”, aseguró Wappner.

 

Paso a paso

En el laboratorio que dirige Wappner utilizan a la mosca Drosophila melanogaster como modelo de estudio para comprender fenómenos de la biología del desarrollo y de la biología celular básica que ocurren en todos los animales, incluyendo a los seres humanos. Específicamente, en la actualidad están enfocados en la autofagia, un proceso cuya alteración puede dar lugar a enfermedades como el cáncer y el Alzheimer y que cobró notoriedad en 2016 cuando el investigador japonés Yoshinori Ohsumi ganó el Premio el Nobel de Medicina por identificar por primera vez (en levaduras) los mecanismos genéticos básicos que la regula.

En el caso del nuevo artículo, que tiene como primeros autores al biólogo e investigador del CONICET Maximiliano Katz y a los becarios doctorales Felipe Rodríguez y Fermín Evangelisti, el grupo de investigación descubrió que, durante la formación de las células sanguíneas, la autofagia controla una de las vías de señalización que usan las células animales para comunicarse entre sí, conocida como “vía Notch”.

Para los experimentos, el equipo utilizó una amplia batería de moscas que tienen afectados cada uno de los genes que regulan el proceso en estudio. “El trabajo se desarrolló durante unos seis años y podría llegar a tener implicancias en mecanismos vinculados al desarrollo de ciertas patologías humanas en la sangre, ya que se sabe que niveles inadecuados de activación de la vía Notch conducen al desarrollo de diferentes clases de leucemias. Y nosotros descubrimos un mecanismo que regula los niveles de activación de esa vía”, aseguró Wappner, quien concluyó: “Ahora hay que investigar si en las personas opera el mismo mecanismo de regulación”.

Imagen de microscopía de fluorescencia de la glándula linfática de Drosophila melanogaster, el órgano en el que se generan las células de la sangre de la mosca.