La doctora en Química Daiana Capdevila, investigadora del CONICET en la Fundación Instituto Leloir (FIL), ganó la cuarta edición del certamen impulsado por Josefina “Fima” Leloir, sobrina y ahijada del Premio Nobel de Química en 1970. La jefa del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas de la FIL, que recibirá 15 mil dólares, estudia cómo las bacterias regulan las llamadas especies reactivas de azufre (RSS), mecanismo con posibles implicancias tanto en salud como en el monitoreo de la contaminación ambiental.

(Agencia CyTA-Leloir).- Daiana Capdevila tiene 36 años, es doctora en Química, investigadora del CONICET en la Fundación Instituto Leloir (FIL), y acaba de resultar ganadora de los 15 mil dólares que otorga el Premio Fima Leloir “a la Excelencia de Jóvenes Investigadores”. Se trata de una distinción que se entrega cada dos años a instancias de Josefina “Fima” Leloir, sobrina y ahijada del Premio Nobel de Química en 1970, con el objetivo de estimular las carreras de quienes investigan en la Argentina.

Hiperactiva y locuaz, Capdevila está al frente del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas de la FIL, donde dirige un grupo de siete personas con quienes busca dilucidar, entre otras cuestiones, los mecanismos de acción y evolución molecular de proteínas que garantizan la homeostasis celular bacteriana, para contribuir así al diseño de nuevos antibióticos y al desarrollo de biosensores que puedan monitorear la contaminación del agua. Y lideró este año el trabajo que permitió descubrir cómo la bacteria que provoca el cólera se las ingenia para burlar las defensas del intestino y provocar la infección que puede llevar a la muerte.

Recibida en la Universidad de Buenos Aires (UBA), la científica viajó en 2015 a los Estados Unidos para realizar su posdoctorado en la Universidad de Indiana en Bloomington. Una vez allí, obtuvo una de las becas del Programa de Becarios Latinoamericanos de Pew en el área de las Ciencias Biomédicas, que le permitió contar con fondos para iniciar su carrera independiente. Regresó al país en 2019, luego de ganar un concurso abierto que buscaba incorporar a la FIL nuevos jefes de Laboratorio.

Aunque al poco tiempo de llegar se declaró la pandemia de COVID-19, Capdevila logró afianzarse y no sólo colaboró para hacer frente al SARS-Cov-2, sino que además comenzó a cosechar diversos reconocimientos nacionales e internacionales. Entre ellos, el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” en la categoría Beca; el Premio Ben Barres que otorga “eLife”, una organización sin fines de lucro fundada por el Instituto Médico Howard Hughes de Estados Unidos, la Sociedad Max Planck de Alemania y el Wellcome Trust, del Reino Unido; y una mención especial en la edición anterior del Premio Fima Leloir.

Trabajo a futuro

“Las bacterias patógenas se enfrentan a distintos tipos de estrés al colonizar el hospedador humano. En mi laboratorio nos interesa comprender cómo la evolución bacteriana le permite la supervivencia a pesar de estas condiciones adversas o, incluso, en presencia de antibióticos. Las bacterias exitosas son capaces de obtener y acumular compuestos que les proveen protección”, describe Capdevila en el inicio del proyecto que presentó al jurado del Premio Fima Leloir, compuesto por cuatro reconocidos investigadores externos y uno de la FIL.

Según la experta, desde hace una década se considera que el sulfuro de hidrógeno (H2S) y formas oxidadas de azufre, llamadas “especies reactivas de azufre” (RSS), cumplen un rol fundamental como antioxidantes capaces de promover la resistencia de las bacterias a los antibióticos y otras formas de estrés oxidativo. “Nuestro trabajo de los últimos cinco años sentó las bases sobre los mecanismos que utilizan las bacterias para acumular RSS y mantener concentraciones beneficiosas. En los próximos tres años nos proponemos estudiar cómo regulan esas RSS tanto las bacterias patógenas como las comensales, aquellas que habitan el intestino humano. Se trata de una de las líneas de investigación básica centrales de mi laboratorio, que tiene implicancias tanto en interrogantes biomédicos, como en sensores ambientales y que tiene que ver con nuestra búsqueda por dar respuestas a distintas demandas de la sociedad”, explica Capdevila.

El Premio Fima Leloir se instauró por primera vez en 2017 con el fin de alentar a científicos/as jóvenes dedicados/as a la investigación básica en ciencias biomédicas, biología o fisiología. A través de él se busca reconocer a quien se destaque por su producción científica, la relevancia de sus contribuciones y por la perspectiva futura de liderar un proyecto de investigación. Este año, además del premio a Daiana Capdevila, recibieron menciones especiales los doctores Matías Capella, del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) en Santa Fe; y Luis Ibarra, del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (INBIAS), del CONICET y la Universidad Nacional de Rio Cuarto, Córdoba.

Los ganadores de las ediciones anteriores del premio fueron Emilio Kropff (FIL), Federico Ariel (Instituto de Agrobiotecnología del Litoral) y Ezequiel Petrillo (IFYBINE). En esta oportunidad, Capdevila ganó por el voto unánime de los cinco miembros del jurado: Gabriela Pagnussat (Instituto de Investigaciones Biológicas – CONICET, Mar del Plata); Gustavo Parisi (Universidad Nacional de Quilmes); Luis Mayorga (Instituto de Histología y Embriología de Mendoza Dr. Mario H. Burgos);  Ana Belén Elgoyhen (INGEBI); y Pablo Wappner (FIL).