Aunque la poliomielitis parece una postal del pasado gracias al éxito de la Sabin oral en la década del ’60, es necesario garantizar hoy la cobertura de vacunación para impedir su reintroducción en el país y la región. Así,  Argentina lleva adelante hasta el 13 de noviembre una campaña de actualización de las vacunas contra varias enfermedades virales eliminadas o controladas (sarampión, rubéola y paperas), incluyendo el refuerzo de la protección contra la polio.

(Agencia CyTA-Leloir).- Argentina lanzó este mes y hasta el 13 de noviembre una campaña de actualización de la vacunación contra varias enfermedades virales eliminadas o controladas en el país (sarampión, rubéola y paperas), incluyendo, por primera vez desde 2014 para una campaña de este tipo, el refuerzo de la protección contra poliomielitis o polio. La decisión se tomó en momentos en que buena parte de la región se encuentra en niveles altos de riesgo de reintroducción de la enfermedad cuyo último caso se notificó en el país en Salta en 1984, y fue erradicada oficialmente de las Américas en 1994 gracias al éxito de las vacunas.

La polio parece una postal del pasado, pero Brasil confirmó días atrás su primer caso en 33 años y la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, está en alerta tras la notificación de un paciente con la enfermedad y la detección del virus que la causa en aguas cloacales. Según académicos y funcionarios hay que mantener altas las  tasas de vacunación y es necesario recordar el drama que representó la polio para generaciones enteras antes de que se desarrollaran las primeras vacunas.

En la Argentina, la poliomielitis estuvo presente en forma endémica desde finales del siglo XIX y comenzó a recrudecer en los veranos y otoños del nuevo siglo. Durante 1924 presentó una tasa de 2,6 casos de parálisis infantil por 100.000 habitantes, que se triplicó para 1936; ascendió más del doble para 1953 y en 1956 llegó a la tasa récord de 33,3/100.000, afectando a unos 6.500 niños.  “Ese brote es el que alcanzó mayor impacto”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la terapeuta ocupacional y doctora en Ciencias Sociales Daniela Edelvis Testa, docente investigadora en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), en Florencio Varela.

“Ese brote afectó gravemente los músculos respiratorios, lo cual requería contar con pulmotores y otros dispositivos de asistencia respiratoria para conservar la vida. Las imágenes dentro de esos aparatos y las pequeñas cabezas de niños y niñas asomando han quedado entre los recuerdos icónicos de esa experiencia”, añadió.

La eficacia de la inmunización antipoliomielítica, a partir de la utilización a nivel global desde la década de 1960 de la vacuna oral creada por Albert Sabin, presenta varias caras, reconoció Testa. “Si bien revela el aprendizaje por parte de la sociedad civil y de la comunidad médica para controlar la enfermedad y el relevante papel de los organismos internacionales en la planificación de políticas sanitarias regionales y globales, también ha contribuido a que el interés por esta enfermedad haya desaparecido de las agendas públicas, informativas y de investigación. Pasó a ser vista como un problema del pasado y se la ubica entre las enfermedades raras u olvidadas”, expresó la investigadora, quien añadió que existe una “deuda histórica y social” con las personas con discapacidades por la polio.

¿Recuperar esa memoria puede servir como elemento de persuasión para aumentar las coberturas de vacunación? Quizás no sea tan lineal. “La argentina cuenta con una gran tradición de campañas de vacunación en el siglo XX, en el que fábricas y escuelas han tenido un importante papel como lugares de divulgación de consejos sanitarios y, también, como espacios de inoculación. Esa tradición de más de 100 años ha permitido que, a pesar de existir voces en contra de la vacuna contra COVID-19, éstas no hayan sido hegemónicas y la población las aceptara en su mayoría”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir la doctora en Ciencias Sociales Karina Ramacciotti, investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), quien es coautora del libro “Historia de la salud y la enfermedad bajo la lupa de las ciencias sociales”.

“Las campañas sanitarias actuales se posan sobre dicha larga tradición y sería interesante que se utilizaran como mecanismo de persuasión otras campañas de vacunación, pero esa apelación no debería basarse en mensajes alarmistas ni descontextualizados porque si no son contraproducentes y generan el efecto contrario a lo que se pretende”, alertó Ramacciotti.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, todas las niñas y todos los niños de 13 meses a 4 años inclusive deben recibir durante la flamante campaña las dosis adicionales, gratuitas y obligatorias de las vacunas triple viral (contra sarampión, rubéola y paperas) e IPV (inyectable contra poliomielitis), más allá de las dosis recibidas previamente. No se requiere orden médica.

Niños conectados a pulmotores, una imagen icónica del brote de polio de 1956.