Científicos de Argentina y de Brasil revelan que la tricuriasis, que se contrae por el consumo de fruta o verduras crudas contaminadas con suelo infectado, podría usar ese mecanismo para pasar a otros tejidos del organismo y provocar un estado inflamatorio generalizado.

(Agencia CyTA-Leloir)-. Científicos de Argentina y de Brasil realizaron una serie de hallazgos que sientan bases para mejorar el tratamiento de una infección parasitaria que, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es responsable de 500 millones de personas parasitadas con 10 mil casos clínicos anuales a nivel mundial.

El parásito Trichuris trichiura, también conocido como “gusano látigo” o “lombriz látigo”, suele contagiarse por la ingesta de huevos en alimentos crudos contaminados (o por contacto directo con heces humanas) que se adhieren al tejido del intestino grueso. Cuando la infección es severa produce diarrea sanguinolenta, dolor abdominal y otros síntomas.

En estudios en ratones, la infección por un parásito intestinal relacionado (Trichuris muris) genera un desequilibrio entre las bacterias que componen la microbiota intestinal, afectando tanto su tipo como su cantidad. “Los resultados probablemente se correlacionan con las infecciones en humanos, pero tenemos que seguir investigando para poder confirmarlo”, indicó Eduardo José Lopes-Torres, director del estudio e investigador de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ) y miembro de la junta directiva de la Sociedad Brasileña de Microscopía y Microanálisis (SBMM), en Brasil.

Los científicos también observaron que algunas bacterias pueden pasar desde el intestino hasta el interior de los tejidos del ratón infectado. “Aparentemente este proceso biológico provoca un estado inflamatorio generalizado”, indicó Julieta Schachter, primera autora del estudio e investigadora  del Instituto de Química y Físico-Química Biológicas (IQUIFIB) “Prof. Alejandro C. Paladini”, con sede en la ciudad de Buenos Aires.

Los investigadores también comprobaron que el parásito libera sustancias antiinflamatorias que actúan a nivel local en la mucosa intestinal donde se hospeda. “Esto probablemente sea un mecanismo adaptativo de sobrevivencia del parásito para que el sistema inmune del hospedero (el animal infectado) no lo rechace”, explicó Schachter, investigadora del CONICET en el IQUIFIB, que depende de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.

El estudio fue publicado en “Infection and immunity”. Y los resultados sugieren que el parásito podría tener otras consecuencias clínicas más allá de las visibles. “Las alteraciones en la microbiota intestinal pueden modificar diversos aspectos del estado de salud del individuo parasitado, incluyendo su capacidad de respuesta frente a otro tipo de infecciones, la actividad intestinal y hasta el estado de ánimo”, puntualizó Lopes-Torres.

Otra implicación podría ser el tratamiento de los pacientes infectados con probióticos o prebióticos que ayuden a restablecer la composición de la microbiota.

“Ahora estamos investigando si los animales infectados con el parásito se recuperan mejor de la infección cuando el tratamiento convencional es asociado a antibióticos y a otras formas de manipulación de la microbiota intestinal”, indicaron.

El parásito Trichuris trichiura, también conocido como “gusano látigo” o “lombriz látigo”. Créditos: Adaptación de E.J. Lopes Torres et al. / Veterinary Parasitology 196 (2013) 409–416.

Ana Claudia, Dayane Alvarinho y Eduardo José Lopes-Torres, investigadores de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ), en Brasil, integran el equipo de científicos que realizó el avance.