Sin embargo, también son susceptibles y los que tienen determinados cuadros clínicos pueden empeorar. Asimismo es importante cuidarlos porque pueden contagiarse entre sí, a los mayores y a los grupos de riesgo.  Así lo afirman investigadores del CONICET y de la Fundación INFANT.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-.Los niños menores de 24 meses son sujetos altamente susceptibles a cerca de 10 virus respiratorios, siendo los más frecuentes el virus sincicial respiratorio, influenza, rinovirus, metapneumovirus y adenovirus, entre otros, pero la situación es distinta en lo que se refiere al nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) que produce la enfermedad COVID-19.

“La evidencia actual muestra que los chicos no presentan un riesgo mayor que los adultos frente al COVID-19. Los niños son susceptibles, pero la mayoría de los casos corresponden a adultos. En niños, esta infección tiene una forma de presentación clínica más leve con fiebre, dolor de garganta y síntoma de la vía aérea alta, a los que se pueden agregar vómitos y diarrea”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir Damián Álvarez-Paggi, biofisicoquímico e investigador del CONICET en la Fundación INFANT, una organización sin fines de lucro, creada por médicos argentinos en 2003, cuya misión es investigar las causas de enfermedades respiratorias que afectan gravemente a los niños, como el asma, la bronquiolitis, la neumonía y la gripe.

De todos modos, Álvarez-Paggi destacó que es importante entender que los síntomas mencionados que afectan a los niños son resultados promedio, y que el riesgo de cada paciente individual se enmarca en un espectro. “Algunos niños pueden presentar formas severas de enfermedad, particularmente si presentan otros factores de riesgo como condiciones cardíacas o pulmonares preexistentes”, subrayó.

No se sabe actualmente por qué los chicos en general cursan enfermedad leve, similar a lo que ocurrió con el SARS y el MERS, pero hay varias hipótesis, puntualizó Álvarez-Paggi. “Una indica que los niños no estuvieron expuesto a tanta polución e inflamación crónica como los adultos, por lo que sus pulmones son más robustos frente a ataques del virus”, explicó. Y agregó: “Otros postulan que el sistema inmune no sobreactúa frente a la infección llenando los pulmones con moléculas clave para la inflamación. Hoy es todo especulación basada en datos previos sin un claro entendimiento de los mecanismos fisiopatológicos del COVID-19 en niños y adultos”.

Por su parte Mauricio Caballero, médico pediatra y también investigador del CONICET en la Fundación INFANT, indicó que el control de foco en un brote es clave para mitigar el crecimiento de casos y por ende de muertes relacionadas a COVID-19 en la población de riesgo. “En este punto es muy importante que los niños no se contagien y por sobre todo no sean fuente de contagio de adultos en riesgo. Tan importante es esto que la primer medida del gobierno nacional fue suspender las clases, entendiendo con esto que los niños pueden ser portadores asintomáticos o sintomáticos leves de una infección por SARS-CoV-2 y ser fuente de contagio a los adultos más propensos de desarrollar una infección severa”.

El desarrollo de una vacuna desde su diseño hasta el ingreso al mercado es largo, tarda años, por lo que no será una solución para la crisis que estamos transcurriendo en la actualidad, dijo Álvarez-Paggi. Y agregó: “Por eso es necesario repetir hasta el cansancio que hoy las herramientas más efectivas son el testeo masivo, la identificación de casos positivos, el aislamiento, el distanciamiento social y las medidas higiénicas como el lavado de manos”.

Inversión en ciencia y salud

Caballero también subrayó que la emergencia sanitaria provocada por COVID-19 realza la importancia de invertir en salud pública. “En esta medida los insumos para el autocuidado y el cuidado a terceros para profesionales de la salud son fundamentales para cuidar al capital humano que se expondrá a un posible desborde de la carga asistencial”, puntualizó.

Contar con suficientes tecnologías para asistir a pacientes graves también es imperioso, dijo Caballero, y se refirió a los equipos de asistencia ventilatoria mecánica y no invasiva, bombas de infusión, catéteres y otros elementos. “Otro punto a tener en cuenta en términos de inversión asistencial es contar con insumos diagnósticos de laboratorio eficientes basados en biología molecular que permita a las autoridades sanitarias regionales realizar control de foco en tiempo real. Con todos estos recursos, contar con todo el personal médico y no médico será otra de las medidas que marcarán el curso de la epidemia en nuestro país”, afirmó el especialista de la Fundación INFANT.

“Desde mi perspectiva como médico investigador creo que una pandemia trae consigo un sinfín de enseñanzas a múltiples sectores. Creo que la ciencia ya está jugando un rol clave, poniendo a disposición mundial elementos diagnósticos, y técnicos precisos. Contamos sin ir más lejos con datos en tiempo real del número de casos, y óbitos por región y países”, destacó Caballero.

Asimismo recalcó que la ciencia debe dar respuestas a las preguntas relevantes respecto a esta pandemia, y no debe conformarse con resultados parciales, sino ir al fondo de todos los procesos desarrollados. “Para lograr este objetivo debe haber soporte socio-político a un sector constantemente castigado. También creo que el sector científico tiene que tener más voz en las mesas de toma de decisiones. Y por último creo que otros actores deben ser también protagonistas de esta pandemia que está devastando economías mundiales: las sociedades del mundo. Sin la conciencia de autocuidado y cuidado a terceros de cada uno de nosotros no podremos llegar a buen puerto con el menor número de muertes posibles”, concluyó.

Damián Álvarez-Paggi, biofisicoquímico (Izq.) y Mauricio Caballero, médico pediatra, ambos investigadores del CONICET en la Fundación INFANT.