El estudio liderado por científicos argentinos se realizó con células cancerígenas con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 aisladas de pacientes. El avance abre caminos para mejorar el tratamiento de esos tumores de gran prevalencia en nuestro país y a nivel mundial.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Científicos argentinos lideraron un estudio que logró identificar un potencial blanco terapéutico para el desarrollo de nuevos fármacos que mejoren el tratamiento de tumores de mama y ovario asociados con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2.

En Argentina, como en la mayoría de los países del mundo, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, y el de ovario ocupa el quinto lugar. “Además de limitaciones en su eficacia, las terapias oncológicas clásicas afectan tejidos sanos a medida que destruyen células malignas. Nuestro avance apunta al desarrollo de alternativas que mejoren los tratamientos y disminuyan o incluso puedan evitar los efectos secundarios”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Gastón Soria, jefe del Grupo de Letalidad Sintética en Cáncer del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI), que depende de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del CONICET.

Las células tumorales tienen mecanismos que utilizan para duplicarse exitosamente pese a las alteraciones que sufre su ADN en condiciones de estrés, lo que explica por qué adquieren resistencia a la quimioterapia. Si se conocen las estrategias de “evasión” de las células malignas frente a la acción de los medicamentos y se inactivan, “se abren puertas para el diseño de nuevos enfoques terapéuticos”, explicó otra de las autoras del estudio, la doctora Vanesa Gottifredi, jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica en la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigadora del CONICET.

Precisamente, tal como revela la revista “Oncogene”, los laboratorios de los doctores Soria, José Luis Bocco, también del CIBICI, Gottifredi e investigadores de la empresa farmacéutica británica GlaxoSmithKline (GSK) se enfocaron en una vía molecular, llamada “síntesis de ADN por translesión” o TLS, por sus siglas en inglés. Este mecanismo garantiza a las células tumorales que puedan finalizar la duplicación de su material genético aun cuando su ADN está muy dañado, tal como ocurre cuando son tratadas con quimioterapia.

Aunque era sospechado por muchos investigadores, hasta el momento no se había podido demostrar un potencial terapéutico de la inhibición de TLS. Ahora, los autores del estudio comprobaron que eso es posible.

El grupo de Soria diseñó una plataforma y empleó una colección de 627 moléculas de GSK para encontrar compuestos inhibidores de TLS, utilizando con ese propósito células tumorales con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 aisladas de pacientes.

“Logramos confirmar que, en condiciones de inhibición de TLS, las células tumorales deficientes en BRCA1 o BRCA2 son más sensibles que las células normales”, destacó el científico cordobés, lo que avala el potencial del enfoque como una alternativa de baja toxicidad en ese subgrupo de pacientes.

A partir de los resultados, los investigadores planean afinar la búsqueda de inhibidores más selectivos. “Superada esta etapa, el siguiente paso sería realizar ensayos clínicos para probar su seguridad y eficacia”, destacó Soria.

Del estudio también participaron las primeras autoras Florencia Villafañez e Iris García, junto a Sofia Carbajosa, María Florencia Pansa, María Candelaria Llorens, Virginia Angiolini y Laura Guantay,  todas ellas del CIBICI-CONICET y de la UNC; Sabrina Mansilla, de la FIL y del CONICET;  Heinz Jacobs, del Instituto del Cáncer de Holanda; y Kevin Madauss e Israel Gloger, de GSK.

El proyecto fue financiado por GSK y la puesta a punto de la tecnología de cribado de drogas fue financiada por un proyecto Startup de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

 

Gastón Soria, de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET, Vanesa Gottifredi, del Instituto Leloir y del CONICET, y una integrante de su grupo, Sabrina Mansilla.