Investigadores del Instituto Leloir y del CONICET descubrieron una proteína que es clave en la formación y estabilidad de la envoltura del patógeno de esta enfermedad que afecta al ganado, animales domésticos y a medio millón de personas por año.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Investigadores de la Fundación Instituto Leloir (FIL) identificaron un blanco terapéutico contra la bacteria de la brucelosis, una patología que afecta al ganado produciendo pérdidas millonarias a nivel global, a animales domésticos y a medio millón de personas por año en el mundo, sobre todo a poblaciones de riesgo como productores rurales, trabajadores de la carne y veterinarios.

Por ahora no existe una vacuna para humanos contra esta enfermedad, que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es una de las zoonosis más importantes del mundo. Y su tratamiento implica un régimen de múltiples antibióticos que puede generar numerosos efectos secundarios y resistencia a los medicamentos. Si bien para el ganado bovino animales existen vacunas razonablemente efectivas, tienen una serie de desventajas y contraindicaciones.

En este contexto, el Laboratorio de Microbiología Molecular y Celular que dirige la doctora Ángeles Zorreguieta en la FIL identificó una nueva maquinaria que participa en el ensamblaje de la envoltura de Brucella (el patógeno de la brucelosis) y también de otros patógenos que presentan la misma estructura de dos membranas.

“Combinado con otras estrategias, esta maquinaria podría ser un blanco terapéutico que permitiría atenuar la virulencia de Brucella. Alterar la composición de la membrana celular podría debilitar a las bacterias y por lo tanto afectar la interacción con el hospedador (célula animal o humana que invade)” afirmó a la Agencia CyTA-Leloir la primera autora del trabajo, Magalí Bialer, becaria doctoral del CONICET en el laboratorio de Zorreguieta.

Tal como revela la revista “Scientific Reports”, Bialer, Verónica Ruiz-Ranwez, Zorreguieta y colegas descubrieron que una proteína, denominada MapB, cumple un rol crucial en la formación, ensamblaje y estabilidad de la envoltura celular de la bacteria de la brucelosis.  

Los autores del estudio generaron una bacteria mutante que no posee la proteína MapB y comprobaron que se volvía sensible a distintos agentes tóxicos a los que normalmente resiste, como compuestos antimicrobianos y algunos detergentes que actúan desestabilizando su envoltura celular. Asimismo, mediante microscopia electrónica de barrido observaron que en ausencia de esa molécula los patógenos adquieren formas aberrantes. “Esta evidencia indica que la proteína MapB es importante para la correcta división celular del patógeno que da lugar a dos células hijas”, afirmó Bialer quien agregó que otros experimentos mostraron que esa molécula también fue necesaria para la virulencia de Brucella.

“El hallazgo abre las puertas a nuevas investigaciones que puedan favorecer en el futuro el desarrollo de nuevas y eficaces estrategias de control de la brucelosis y de otras enfermedades producidas por bacterias que presentan doble membrana”, destacó Zorreguieta, quien también es investigadora del CONICET.

Carlos Robles, médico veterinario egresado de la Universidad Nacional de La Plata y cofundador del Grupo de Investigación en Salud Animal de la Estación Experimental Agropecuaria Bariloche del INTA, quien no participó del estudio, consideró que el hallazgo puede ser “un hito de suma importancia”.

“Entender en detalle el funcionamiento íntimo de la bacteria y su interacción con los diferentes huéspedes ayudará al desarrollo de nuevos medicamentos para combatir de manera efectiva y rápida la bacteria en personas o animales infectados”, señaló el también coordinador a nivel nacional de un Proyecto Específico del INTA sobre enfermedades de ovinos, caprinos y camélidos sudamericanos.

Del estudio también participaron Gabriela Sycz, Daniela Russo y Rodrigo Sieira, de FIL y del CONICET; Silvia Altabe, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-Universidad Nacional de Rosario); y Silvia Estein, del Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN), una Unidad Ejecutora del CONICET en el predio de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA).

 

 

La doctora Angeles Zorreguieta, directora del estudio, Magalí Bialer, primera autora del trabajo, Gabriela Sycz y Rodrigo Sieira, todos investigadores del CONICET en el Instituto Leloir.