Científicos de Mar del Plata y Bahía Blanca capturaron especímenes con alteraciones en la pigmentación y en la ubicación de los ojos que nunca habían sido descriptas. Creen que podría relacionarse con factores de estrés ambiental.

(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. A diferencias del resto de los miembros de su especie, un ejemplar del lenguado patagónico se recostaba sobre el lado izquierdo del cuerpo y tenía los ojos a la derecha. Es uno de los cinco especímenes de esa familia de peces planos con anormalidades físicas inéditas que fueron capturados a más de 80 metros de profundidad en las costas de Mar del Plata, Bahía Blanca y aguas afuera en la provincia de Chubut.

El hallazgo de estas anomalías o “aberraciones” en la forma o la anatomía de los peces “puede vincularse con áreas afectadas por estrés ambiental, que pueden afectar a los organismos que viven cerca de las costas”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir uno de los líderes del estudio, el doctor Juan Martín Díaz de Astarloa, del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).

Los lenguados son peces que en estado adulto presentan una asimetría en la estructura del cuerpo con dos ojos situados del mismo lado del cuerpo, el opuesto al flanco ciego sobre el que se apoyan en el fango. En algunas especies, los ojos se sitúan sobre el lado derecho y se los denomina “diestros”. En otras, se ubican sobre el lado izquierdo y se los llama “siniestros”.

Tal como se describe en la revista “Journal of Fish Biology”, Astarloa y sus colegas encontraron cinco especímenes de lenguados con diferentes anormalidades. Tres eran lenguados de fango (Paralichthys orbignyanus), ejemplares que pueden alcanzar tallas de hasta 1 metro de longitud y 15 kilos. Uno presentaba una “ambicoloración” casi total: pigmentación de los dos lados del pez y no solo en el lado de los ojos; otro tenía la misma alteración del color y, además, un ojo “suelto” en la parte superior de la cabeza; y un tercero tenía albinismo parcial y una deformidad en su borde dorsal, aunque esto último podría haber sido provocado por la mordedura de un tiburón u otro predador.

El cuarto lenguado atípico era el patagónico ya mencionado (Paralichthys patagonicus) con la ubicación invertida de los ojos. El quinto era uno de los de mayor distribución y abundancia, Xystreurys rasile, con una reversión posicional de los ojos y una ambicoloración parcial.

“No había registros de estas aberraciones en estas especies en la naturaleza”, afirmó Díaz de Astarloa, quien integra el del Laboratorio de Biotaxonomía Morfológica y Molecular de Peces (BIMOPE) del IIMyC.

Diversas hipótesis han sido planteadas para explicar el origen de estas anormalidades. “Por ejemplo, la incidencia e intensidad de la luz, cambios en la alimentación o fluctuaciones de la temperatura, disponibilidad de un sustrato adecuado u otras características físicas del ambiente pueden incidir en el desarrollo larvario de los lenguados, y al momento de la metamorfosis, afectar su normal pigmentación”, explicó el científico del CONICET. Fenómenos similares podrían explicar la aberración en la localización de los ojos.

En principio, ninguna de estas aberraciones afecta el sabor o valor comercial del pescado. Pero, de acuerdo con los investigadores, monitorear la frecuencia de estas anomalías puede ser un buen indicador del estado ambiental y puede guiar acciones para la preservación del recurso pesquero.

Del estudio también participaron los doctores Mariano González-Castro, Damián Castellini y Andrea Lopez-Cazorla.

 

Algunas de las anormalidades identificadas en lenguados fue la presencia de dos ojos tanto del lado izquierdo (lo usual para la especie) como del lado derecho. 
Créditos: Gentileza Dr. Juan Martín Díaz de Astarloa.

Otros ejemplares de lenguados presentaron falta de pigmentación en el lado usualmente coloreado, alteración conocida como albinismo.
Créditos: Gentileza Dr. Juan Martín Díaz de Astarloa.

El doctor Juan Martín Díaz de Astarloa, líder del estudio e investigador del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC).
Créditos: Gentileza Dr. Juan Martín Díaz de Astarloa.