Palbociclib es el primer integrante de una nueva categoría de fármacos que interfiere con la división y el crecimiento de las células tumorales. Todo el proceso de desarrollo demandó alrededor de dos décadas.

(24/02/2016 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Matías Loewy)-. A principios de los ’90, científicos británicos que luego ganarían el Nobel identificaron el rol de ciertas enzimas, las quinasas dependientes de ciclina o CDK, en la regulación del ciclo de división celular. El hallazgo reveló un nuevo blanco promisorio en la lucha contra el cáncer. Desde ese momento, numerosos grupos de investigación y empresas farmacéuticas se lanzaron a la búsqueda de drogas que bloqueen esa ruta y controlen la proliferación de las células malignas.

Más de dos décadas después, el fruto inaugural de ese esfuerzo ve la luz: el organismo que regula los medicamentos en Argentina, ANMAT, aprobó el primer inhibidor de CDK para un subtipo muy frecuente de cáncer de mama avanzado. Nuestro país se transforma así en el quinto en el mundo que autoriza el uso de este fármaco, luego de Estados Unidos, Macao, Chile y Albania. Al menos una decena de otros miembros de la misma familia de drogas se encuentran en distintas fases de investigación.

“Es un nuevo hito para el tratamiento de esta enfermedad”, aseguró la oncóloga Rosemarie Gidekel, directora médica para América Latina de la división oncología de Pfizer, el laboratorio que lanzó el producto. “Hacía mucho que no teníamos tan buenas noticias para esta indicación”.

El medicamento, palbociclib, inhibe de manera selectiva dos CDK, la 4 y la 6, lo que permite frenar la transición de una fase de la división celular (G1) a otras de replicación descontrolada del ADN. Y fue autorizado, como primera línea de tratamiento y en conjunto con una terapia hormonal, para mujeres posmenopaúsicas con cáncer de mama metastásico cuyo tumor satisface dos requisitos moleculares: presencia del receptor de estrógenos (RE) y ausencia del receptor HER-2. Aproximadamente, siete de cada diez casos que se diagnostican en el país tienen esa característica.

El nuevo tratamiento no cura la enfermedad ni reduce de manera sostenida el tamaño del tumor, pero, según se desprende del ensayo clínico PALOMA-1 publicado el año pasado en The Lancet Oncology, duplica la llamada “sobrevida libre de progresión”: de una mediana de 10,2 a 20,2 meses.

“Es un adelanto muy importante. Para los sanos, 10 meses puede parecer poco o nada. Pero para los pacientes, es muchísimo”, sostuvo el doctor Reinaldo Chacón, jefe del Departamento de Oncología del Instituto Médico Alexander Fleming y director del Módulo V de la Carrera de Especialista en Oncología Clínica de la UBA.

Por otra parte, agregó Chacón, el concepto de cáncer “incurable” debe tomarse con precaución y lograr ganar tiempo con buena calidad de vida podría tener una recompensa adicional. “Yo no sé si dentro dos o tres años, con los avances que existen, ese tumor no puede curarse. Yo no sé qué puede pasar en ese lapso”, dijo.

Ensayos clínicos en marcha también están explorando la posibilidad de que palmociclib pueda ser eficaz en estadios más tempranos de la enfermedad, por ejemplo, cuando se encuentra “localmente avanzada” (sin metástasis). O en otros tipos de tumores. “Seguramente, va a haber nuevas indicaciones de la droga”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto Roffo de la UBA.

El doctor Eduardo Cánepa, investigador principal del CONICET y director del Laboratorio de Neuroepigenética de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, publicó varios trabajos sobre el rol de las CDK en el ciclo celular y las implicancias de su bloqueo. La llegada al mercado del primer inhibidor de estas enzimas, apuntó, “es otro claro ejemplo de que los avances tecnológicos que impactan sobre nuestra calidad de vida provienen de investigaciones básicas multidisciplinarias dirigidas a conocer y desentrañar los mecanismos de funcionamiento de nuestro organismo”.

Foto medicamento

Doctor Reinaldo Chacón (izq.), jefe del Departamento de Oncología del Instituto Médico Alexander Fleming y director del Módulo V de la Carrera de Especialista en Oncología Clínica de la UBA, la doctora Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto Roffo de la UBA, y Rosemarie Gidekel, directora médica para América Latina de la división oncología de Pfizer.